Hay una panameña trabajando en la NASA, y su nombre es Erika Podest. De niña le gustaba explorar el medio ambiente, ahora de grande ayuda a construir satélites para ir al espacio y trabaja en misiones para medir los ecosistemas cambiantes de la Tierra desde allá arriba.
Erika ama su país de origen y trabajó duro para estar donde está. Comenzó sus estudios en el Colegio St. Mary, donde fue surgiendo su encanto por la naturaleza, gracias a que sus padres amaban aventurarse por todo el istmo. “Siempre estábamos en alguna actividad al aire libre, ya fuese ir a Taboga, de pesca al lago Gatún, a acampar, de buceo o a la playa… Cualquier actividad, pero todas estaban relacionadas con el medio ambiente”. Estar tanto tiempo en contacto con el entorno hizo que le tuviera un respeto inmenso y un amor hacia todo lo que le rodeaba.
En sus años universitarios estudió Ingeniería Eléctrica en el Embry-Riddle Aeronautical University, en Prescott (Arizona, Estados Unidos), donde obtuvo una licencia de piloto privado. En uno de sus vuelos solitarios tomó fotografías desde las alturas de la flora de aquel lugar en el que se encontraba, lo cual la llevó a interesarse en el estudio de nuestro planeta. “Después de estudiar ingeniería, sentí que necesitaba enfocarme un poco más y quería hacerlo en tecnología aplicada al medio ambiente. Así es como encontré los programas de maestría y doctorado que tomé”, señaló.
Desde el 2009 la doctora Podest trabaja en la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio, más conocida como NASA (por sus siglas en inglés, National Aeronautics and Space Administration). Comenzó como pasante de maestría en 2006 hasta el 2008, cuando desarrolló su tesis de doctorado. Esta hazaña académica la llevó a tener varias oportunidades laborales que le permitieron la posibilidad de ser parte del equipo de la agencia gubernamental que gestiona el programa espacial estadounidense.
Sus investigaciones conllevan estudiar las imágenes del planeta Tierra, tomadas por satélites, analizar el estado de sus ecosistemas y ver cómo están siendo afectados por el cambio climático. De igual manera, se encarga de identificar cuáles son los impactos que influyen y cambian el ambiente como el calentamiento global en la vegetación, el descongelamiento de los glaciares y de los suelos congelados en los humedales a nivel global, así como lo relacionado con los recursos hídricos.
Actualmente trabaja en proyectos como NASA-ISRO SAR Mission, que mide todas las variables de los ecosistemas cambiantes de la Tierra. El programa favorito de nuestra panameña es el Soil Moisture Active Passive, mejor conocido por sus siglas SMAP.
El SMAP llevó un satélite al espacio para medir cuánta agua se estaba acumulando en el suelo del planeta. Para Erika fue interesante ser parte de esta iniciativa, al ver cómo un proyecto pasaba del papel y la teoría a la realidad y a la práctica. Ese proceso fue muy lindo e increíble de presenciar, manifestó.
Como científica pudo medir otros aspectos relacionados con nuestro planeta. «Fue valioso entender mejor el ciclo del agua y predecir con mayor precisión la producción agropecuaria, el tiempo atmosférico y la identificación de áreas propensas a sequías, inundaciones y derrumbes”, afirmó. Además, estos estudios ayudan a definir áreas en riesgo de enfermedades transmitidas por mosquitos, como la malaria y la fiebre amarilla.
Mujeres como Erika nos inspiran a nosotras para que logremos las más grandes misiones como trabajar para influir positivamente en nuestro mundo, no tener miedo de salir de lo común y hacer lo que nos gusta, siempre manteniendo nuestra humildad por más exitosas o famosas que seamos, como ha ocurrido con ella.