En mi escuela hacen actividades interesantes, pero nunca esperé que una persona tan luchadora como Ilda de Soriano llegara aquí. En el auditorio donde estaba experimenté una emoción que hace tiempo no sentía, al escuchar su interesante historia.
A los nueve meses de nacida le diagnosticaron anemia falciforme y talasemia, por lo que debió quedarse en el hospital durante años. Fue hasta los seis que se dio cuenta de los límites que sus enfermedades le causaría, no podía jugar como los otros niños, pero comprendía todo.
Hasta sus doce estuvo hospitalizada. Entre dolores e inseguridad, pero con mucha fe, plasmó sus anécdotas en cuadernos, así le surgió la idea de escribir un libro para ayudar a otros niños con esta enfermedad a superar cualquier obstáculo y a saber que de cualquier dificultad se puede salir triunfante.
Así comenzó la gran aventura y el reto de relatar su propia experiencia en un mundo incierto, pero con un futuro maravilloso. Fue hasta los veintiocho años que Ilda empezó a cumplir su deseo de publicar su propia obra. Tocó muchas puertas pidiendo ayuda, unas se abrieron y otras no, pero jamás se dio por vencida. Y así adoptó el lema “La señora vergüenza toca las puertas”.
Durante el tiempo que se esforzó para publicar también creó conciencia mediante escritos, revistas, periódicos, conferencias y sitios web sobre la anemia falciforme.
En sus momentos libres pudo, poco a poco, escribir su libro Vidas de cristal y a sus 38 años finalmente logró sacarlo a la luz y montó también su propia empresa Talita Cumi. Todo ha sido con un padre ausente, que por su genética le heredó la enfermedad; no obstante, la situación no impidió que realizara sus metas.
Debido a la talasemia le pusieron varias prótesis y debió usar andaderas que jamás frenaron sus pasos gigantes de superación. Actualmente, Ilda trabaja en una empresa de contadores y tiene una pareja.
En su intervención, Ilda nos compartió a mis compañeros de escuela y a mí frases motivadoras como: “No hay dolor leve o fuerte que no sea dolor” o “callar por la vergüenza es una elección errada”. Al terminar su historia, todos en el auditorio aplaudieron. Me dejó tan motivado y agradecido que cuando terminó la presentación me quedé para hablar con ella. Me dijo que lo logrado y superado fue por la ayuda de Dios y de su familia y que al completar su libro se sintió satisfecha porque al fin se pudo expresar y contar quién es Ilda de Soriano.