Atada a un año
Año 2020. Un virus, una pandemia, una cuarentena, una casa y muchas emociones,
Nunca había pasado tanto tiempo en casa como ese año. Fueron tantos sentimientos en 365 días que es difícil de explicar,
Una mañana del 10 de marzo se despierta con la noticia de que el primer caso de coronavirus ha llegado a su país, Panamá. A la semana siguiente se suspenden las clases en todo el istmo, pasan 2 meses de encierro y no se separa del celular; es junio y comienzan las clases virtuales, pasan las semanas de clases y ya no soporta estar frente a un celular, solo usa la computadora para sus clases, prefiere estar con su familia pasando el rato.
Es diciembre estos meses solo ha dado clases y compartido con su familia, en ningún momento ha salido, ya no recuerda cómo era Panamá, se le es distorsionado el recuerdo.
10 de diciembre llega y sale del “colegio”, 25 de diciembre llega y solo ve a su familia por una pantalla, pasan los días y hasta el mercado lo piden por una plataforma.
Llega el 31 y nuevamente ve a sus familiares por medio de una pantalla, eso la entristeció, pero nada se podía hacer, sigue compartiendo con sus padres como desde hace meses, cuando llega media noche da gracias a Dios y pide por los enfermos, por más momentos así, le encanta pasar tiempo con sus padres en casa, hacer actividades, jugar juegos de mesa. A las 12:03 a su madre le llega una llamada, ella piensa que es otra felicitación, pero cuando ve la cara de su madre sabe que algo malo pasó, pasan unos minutos y su madre la sienta y le dice que su abuela Materna Marta tiene COVID-19 y que en estos momentos está en cama, se preocupa y la llama para hablar con ella, así pasan 8 días de incertidumbre, de mucha esperanza y fe, fueron días duros para la familia Aguilar, días en los que se sentía que estaban haciendo las cosas mecánicamente, como si fuerzan zombies y mucho más.
Cuando le dan una noticia que le quita una parte de su vida, su abuela había muerto, se sentía devastada porque para ella su abuela lo era todo, le duele aún más cuando no puede ir a su entierro porque solo pueden ir 4 personas, le toca dar la despedida a su abuela por medio de una pantalla en la que se quiebra por solo ver lo que la pantalla muestra, lo único que hace es observar la pantalla e intentar convencerse de que ella ya no siente dolor y está en paz, a ella no le gustan las despedidas porque casi nunca son bonitas, siempre hay dolor de por medio, algo que la consuela es que ahora por fin está en paz.
Han pasado dos años y ella está intentando dejar atrás ese año que se llevó a muchas personas buenas y con ellas a su abuela, sabe que nunca la va a volver a ver, pero que no puede seguir atada a un año y le ha tomado mucho tiempo intentar superar gran parte de eso, pero lo está logrando, teniendo siempre en la mente los recuerdos con su abuela y las enseñanzas que le dejó Marta de Aguilar a ella, Anneth Isabel Fernández Aguilar.
Felicidades por tu crónica, Ana.
Refleja muy bien ese elemento de la crónica, que es relatar acontecimientos en orden cronológico, tal como lo planteas.
Sin embargo, en el centro del relato cronológico, cuando recibes la noticia de la enfermedad de tu abuela, es un buen momento para despertar el interés del lector. Y aquí podrías aprovechar un poco más para hacer descripciones que enriquezcan la crónica.
Sobre todo cuando dices “pasan 8 días de incertidumbre”. ¿Cómo se viven esos días? Aquí podrías describir cómo vivías en casa esos momentos tensos de tener noticias del estado de salud de tu abuela.
Igual puedes describir un poco cómo fue la despedida virtual de tu abuela. Son temas muy sensibles y en ocasiones no queremos hacer referencias a nuestros seres queridos. Por eso te sugiero más bien relatar cómo eran tus vivencias a la distancia, sin necesariamente hacer alusiones al familiar que está enfermo.
Por otro lado, te felicito por el final, me parece muy bien, y acertada la reflexión positiva cuando quien relata dice: ella no puede seguir atada a un año.