En las noches veraniegas de la ciudad de Panamá suelo ir a un centro comercial ubicado en Albrook, ciudad de Panamá. Me acomodo en una mesa al aire libre, ordeno un tamal de olla y una bebida para matizar la espera. En aquellos momentos doy por cierto que hay pocas cosas comparables a una buena comida, mejor si es con amigos y para celebrar. 

En veladas como esas, cuando agradezco que existan personas que cocinen tan rico, recuerdo a la chef Andrea Ponce, nacida en 1984 y quien a la vez es asesora de salud y bienestar.

Andrea no come comida china con palillos y no le gustan las ostras ni el caviar. Desde pequeña ama la cocina tradicional panameña, al ser interiorana le encanta un buen sancocho espesito con picante, un sabroso concolón, así como un rico arroz con pollo que le recuerda a su abuelita. Esos platos fueron una ventana para descubrir su pasión y la cultura culinaria, donde se necesita mucha precisión, pues se juega con los sentidos y los recuerdos. 

Andrea prefiere elaborar sus platos desde cero, respetando cada ingrediente y que se reconozcan, y como pretexto perfecto para mostrar parte de su identidad, gusta llevar su cocina a nuevos horizontes. Siempre espera ver dibujada una sonrisa en sus clientes al probar sus platillos, ya que la decepción de algún comensal es una gran pérdida, cuenta. 

La labor de Andrea como chef no ha sido nada fácil, llega a su casa agotada, luego de largos días de trabajo; pero todo ese cansancio vale la pena, porque en su rostro se puede observar la satisfacción y las ganas que le pone a su arte. Considera que su experiencia debe ser demostrada y su tenacidad debe ser siempre sustentable.

Hablar de Andrea Ponce es hablar de Panamá y su gastronomía. Al ser una persona con pensamientos de unidad, que cree que nadie llega a la cima por sí sola, ha promovido y compartido sus experiencias con otros colegas, y así hace referencia en su cuenta de Twitter: “Tu equipo de cocina es tu familia, son tus soldados, hombres y mujeres, en las mejores batallas, y son las personas que debes impulsar siempre a crecer. Haz de tu cocina algo grande”.

Por ese motivo, comenta, siempre ha querido rodearse solo de gente que aporte valores significativos para ella y los suyos, elige su bienestar y ama su cocina, es una persona solidaria, prefiere estar con buenas personas antes que con malas influencias. 

Andrea es una persona soñadora, quien dijo una vez: “Estamos muy acostumbrados a vivir estancados en el pasado o preocupados en el futuro. Ahora, en estos tiempos, estamos conociendo lo valioso del presente, que puede cambiar el mañana. Ese día a día que nos está formando como verdaderos sobrevivientes”.

Todo lo anterior le ha valido para defenderse a sí misma, sentirse segura y que las personas la valoren y  respeten. «Lo femenino no es un género, es una dimensión», es una de sus frases. Ella es una mujer que ama su cocina y le apasiona lo que hace. 

Sin dudas, Andrea conjuga sus conocimientos en los fogones con los platos que nos trasportan a sabores llenos de pasión y mucha cultura.