“Dun, dun, dun, dun, dun…”. Así comienza la canción «Cherry Bomb», de The Runaways. Las rápidas y continuas notas de las guitarras llamaron mi atención. Esta pieza musical de solo dos minutos de duración fue suficiente para cambiarme la vida. Tenía que saber quiénes eran los dioses que producían esos ritmos tan cautivantes. Y al buscar en Google, me sorprendí al saber que todas eran diosas. Y no solo eso, me enteré de que fueron la primera banda de rock y punk compuesta solo por mujeres, que alcanzó fama internacional en la década de 1970.

Tanto me gustaron sus canciones, que hasta había intentado cantar como Cherie Currie, pero claro, mi voz no alcanzaba la suya, con su estilo excéntrico y único. Me sorprendí aún más cuando escuché por primera vez su álbum titulado como el nombre de la agrupación. El rango de su voz era tan extenso que podía igualar los llantos agudos de las guitarras de Lita Ford y Joan Jett o el sonido profundo del bajo de Jackie Fox, las otras integrantes adolescentes de The Runaways.

Cuando terminó el tema agarré mi guitarra y, a pesar de que solo había estado tocando por unos tres meses y no era buena, decidí aprender, de a poco, «Cherry Bomb». Claro, al comienzo fue muy difícil; pero con mucho ensayo, al final pude tocar el verso y el coro. Ahora era tiempo para el desafío real: el solo de guitarra de Lita Ford que me erizaba la piel y explotaba en mis oídos. Era algo que no se me salía de la cabeza.

De noche y de día practicaba y practicaba hasta que, de repente, pude hacer la interpretación que me había acelerado el corazón meses atrás. Sentía que mi espíritu seguía el ritmo fuerte y resonante que producía la batería de Sandy West. Las vibraciones de las notas viajaban por las puntas de mis dedos hasta alcanzar mi alma. Finalmente lo había logrado.

Siempre me ha gustado la música, desde pequeña. Escuchaba artistas como Shakira, Jamiroquai, Guns and Roses y veía a mi papá oír temas clásicos de rock y tocar guitarra, que fue lo que me inspiró a aprender. Él también fue quien me enseñó mis primeras canciones y acordes.

Mi gusto ha cambiado mucho. Antes escuchaba música de forma casual, pero ahora es como una especie de religión. Con el pasar de los años he descubierto muchos géneros que me cautivan como la salsa, el jazz, el hiphop, el disco, el reguetón y el reggae, pero mis favoritos son el rock, el blues y el metal.

Algo que siempre me ha inspirado es observar videos de bandas que me gustan, como The Runaways, mientras tocaban en directo por medio mundo. Me impulsa a seguir ensayando, para tratar de llegar a ese nivel. También me dio el coraje para comenzar a tocar la guitarra en público, en vez de hacerlo sola en mi cuarto. Antes me daba demasiada pena tocar en frente de otros, incluso de mi familia, pero lo superé al ver que ellas lo hacían en escenarios ante miles de seres humanos que coreaban sus canciones. Ahora, con casi dos años de estar tocando, espero comenzar una banda de rock con mis amigos.

A decir verdad, antes de saber sobre las Runaways, a veces me sentía desilusionada. Cuando veía las listas de los mejores 100 guitarristas en la historia, no había más de tres mujeres. Pensaba que no tenía oportunidad ni lugar en el mundo para ser una de las mejores con ese instrumento de cuerda. Pero eso cambió cuando las descubrí.

Luego me enteré de que a muchas de mis amigas también les gustaba su música y las admiraban, especialmente a Joan Jett. Mi punto de vista cambió. Ya no me sentía sola ni que la música fuera una carrera inalcanzable. The Runaways, al haber superado las dificultades del machismo por ser una banda de mujeres jóvenes en los años 70, ayudaron a inspirar a varias generaciones de artistas, incluso cinco décadas después. Si ellas pudieron hacerlo, yo también.

Nunca olvidaré el momento en que escuché aquella canción por primera vez. Espero algún día ser como ellas, para influenciar a otras chicas con el sueño de ser artistas, así como ellas me inspiraron a mí.