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El 18 de noviembre de 1983, en la ciudad de Panamá, nació Keyla Anneth Bernal. Se crio en un barrio muy reconocido por el nivel de delincuencia, destacado como zona roja: Samaria, Puente Rojo, en el distrito de San Miguelito. No obstante, desde pequeña sus padres le enseñaron que vivir en un sitio peligroso no era sinónimo de actuar o seguir los malos pasos.

Allí vivió durante 37 años y, aunque parezca lo contrario, afirma que no se sentía insegura. “Mi familia y yo vivíamos felices, teníamos paz y tranquilidad”, dijo. Sus palabras me conmovieron, porque no era la respuesta que esperaba, pero al ver la optimismo que expresaba en ese momento, me dio a entender de que sí, sí era dichosa en aquel lugar.

Sus padres y abuelos le inculcaron valores. Ella tuvo la dicha de crecer con sus abuelos paternos y vivir cerca de su abuela materna. Recuerda con ánimo que vivían en una casa de dos pisos y en el de abajo contaban con una abarrotería. “Solo teníamos que llegar y pedir lo que quisiéramos comer y mis abuelos nos complacían”, señaló.

También rememoró con nostalgia cuando en los veranos viajaban a Churubé, provincia de Coclé y, entre otras diversiones, disfrutaban de un buen chapuzón en el río.

Desde niña le entusiasmaban las tradiciones. Le gusta mucho el pindín y una vez tuvo que competir para ser reina en la escuela. También evoca cuando en primer grado usó por primera vez una pollera de gala. Salió a bailar, aunque estaba nerviosa porque no tenía ni idea de qué debía hacer, puso un gran esfuerzo y mostró al público sus dotes artísticos, ganándose el segundo lugar. Eso la inspiró a unirse a un conjunto folclórico.

Keyla, mi profesora, hizo la primaria en la escuela República de Israel y obtuvo su bachillerato en un prestigioso colegio, el Instituto Fermín Naudeau, donde le nació la idea de ser maestra. Más tarde ingresó a la Universidad de Panamá, en la Facultad de Humanidades, específicamente en la Escuela de Español y realizó sus estudios de noche, pues necesitaba trabajar para poder continuar.

“Aparte de enseñar, que es mi pasión, disfruto cada momento compartido con los jóvenes que, día a día, de una u otra forma, dejan huellas en mi vida”, así describió la profesora su labor como docente.

Durante muchos años dedicó parte de su vida a hijos que no son de ella, y es que, el amor y cariño que comparte es como si fuese la madre de todos nosotros, sus estudiantes; sin embargo, aun disfrutando su profesión, ella advertía que algo le faltaba, no estaba completa. Necesitaba sentir que su esencia quedaría en alguien con sus genes, un hijo o hija.

Lo intentó por muchos años, sometiéndose a tratamientos y cirugías, no fue fácil. Un doctor le dijo que no podía quedar embarazada porque era propensa a que le salieran miomas. Debió ser muy difícil escuchar al especialista mencionar: “Lo mejor para ti es que te retires todo”. Pero su respuesta fue: “Él no es Dios”, así que decidió ir con un especialista en fertilidad, quien la operó para que luego pudiera tener a su bebé.

En julio de 2017 supo que estaba en gestación. Su hija nació el 7 de marzo del 2018 y se ha convertido en ese ser especial, maravilloso e inigualable en la vida de la docente, que desde ese momento aprendió que todo tiene su tiempo.

La profe tiene más diez años ejerciendo la educación; es estricta con la ortografía, con la gramática y con la lectura, pero eso la ha llevado a orientar, capacitar y educar a muchos profesionales de hoy.

“No hay días ni momentos malos cuando me rodeo de estudiantes que, al llegar al plantel, me roban una sonrisa con sus ocurrencias. Pues claro, disfruto mucho mi profesión”, comentó.

La profesora Keyla es la mujer que me inspira, una persona que ha estado conmigo siempre, me ha enseñado mucho y me ha dado un buen ejemplo. Ha hecho demasiado por mí y esta es mi forma de agradecerle. Nunca me arrepentiría de haberla conocido.

Los helicópteros Apache sobrevolaban, las llamas y el caos causado por la “Causa Justa”, los norteamericanos buscaban otro objetivo, otro lugar para expandir su terror.  Maby (mi mamá), quien era muy joven, había salido a casa de una amiga para pasar la noche, jamás imaginó que ese momento lejos de su madre iba a ser tan terrorífico. Por otro lado, Javier (mi abuelo) tomaba rápidamente el álbum familiar y otros artículos  esenciales y salió pronto de la casa que luego sería cenizas. No se salvó ni su altar al Cristo Nazareno. 

La señora Xiomara, conocida mujer de templanza, corría desesperada ignorando el insoportable fogaje, producido por los voraces torreones de fuego de los caserones ardientes; los cadáveres tirados por la calle, los disparos y las explosiones a la distancia no la alejaban de su único objetivo: encontrar a su hija y ponerla a salvo. 

El Puente de las Américas resultó ser una zona protegida y los sobrevivientes corrían a él para no ser atacados por los desmedidos soldados. Javier logró convencer a Xiomara, después de tanto insistir, en asegurarse ella y su otra hija recién nacida en aquel sitio. 

En medio de la oscura noche solo iluminada por la ciudad ardiente, la gente de El Chorrillo hacía grupos para abandonar el barrio de sus vidas, algunos dejando atrás a su familia, con la esperanza de volver a verlos. 

En medio del camino, un helicóptero armado se escuchaba cada vez más cerca y una voz en inglés decía: “Surrender” (rendición). Seguido, una ráfaga de disparos que salpicaba piedras a los hombres, mujeres y niños quienes corrían despavoridos. En medio del caos y la desesperación, la señora Xiomara alzó su brazo con una sabanilla blanca en señal de entrega. La aeronave hizo un alto al fuego y una voz en español les dijo que ellos mismos los iban a escoltar hacia el puente.

En el lugar se encontraba la gente desolada y quebrantada, el humo y las llamas eran el panorama a la distancia. Las personas llegaban en grupos y Xiomara esperó toda la noche que en uno de esos estuviese Maby. La noche se hizo eterna, pero llegó la mañana del 21 de diciembre de 1989 y la multitud empezó a aproximarse a los escombros de la ciudad, con el caos aún en el centro, a buscar a sus familias.

Maby pasó la noche en la Iglesia de Fátima con otros refugiados, el encuentro fue emotivo. Los siguientes meses fueron difíciles, muchos no se lograron reponer, perdieron a sus familias y otros no sobrevivieron; pero un grupo pequeño puede dar fe de que una sabanilla y un gran corazón les permitieron vivir para contar al mundo lo que pasó aquella noche del 20 de diciembre. 

Xiomara no solo destacaba por su templanza y valentía, también era reconocida por ser una mujer de familia, desmedida con su gente y muy humilde. Maby se quedó con lo mejor de su mamá, creció, me tuvo a mí y al escuchar estas historias maravillosas solo puedo decir que es un honor llevar su apellido. 

Esta es la historia de una mujer de 44 años llamada Nitzi Centeno, quien junto a su hermana gemela nació un 27 de diciembre de 1978. A Nitzi le tocó trabajar desde que tenía 12 años. También tuvo que enfrentar muchos obstáculos a lo largo de su vida, pero supo sobrepasar todos esos desafíos y darle sentido a su existencia. Tuvo tres hijos que llegaron para darle alegría, un sentimiento que creció todavía más en su corazón cuando nació su nieta.

Esta mujer luchadora es mi madre y me regala palabras bellas. «Mi linda niña», me dice, y con solo escuchar su voz me siento a salvo, me transmite esa seguridad que la caracteriza.

Uno de esos momentos tristes de la vida de Nitzi ocurrió el 16 de noviembre del 2020. A las 4:34 a. m. recibió una noticia inesperada de su gemela Ysis, quien la llamó gritando. Salió asustada y preguntándole qué había pasado.

—¿Qué ocurre? Cálmate y respira —le dijo.

— Pellín falleció —respondió entre sollozos su gemela.

Nitzi quedó impactada. Luego ella también comenzó a gritar: ¡No puede ser, murió Pellín!

En medio de la confusión, yo no sabía exactamente qué había ocurrido. Mi papá me dijo que me quedara con mi cuñada Laura, quien es la yerna de Nitzi. Cuando me retiraba junto a Laura, volteo atrás veo a mi madre llorar a gritos. Quería ayudarla, pero no sabía qué hacer. Era apenas una pequeña y todo era confuso para mí.

Ese día me levanté temprano. Fui al cuarto de mis padres, pero no estaban. Estuve toda la mañana pendiente a ver si llegaban, pero tardaban en volver. Yo estaba preocupada, comenzaba a extrañarlos. Hasta las 12:23 p. m. regresaron. Estaba feliz de verlos después de lo sucedido tras la noticia recibida. Noté que mi madre tenía un semblante de angustia. Me explicaron que la muerte repentina de mi tío había sido muy dolorosa para todos, en especial para ella. En verdad yo no había convivido con él, así que no podía comprender esta pérdida familiar; pero me entristecía ver así a mi mamá.

Pasaron algunos días desde el fallecimiento y mi madre seguía muy afectada. También mi hermanastro y mi prima estaban igual de afligidos.

Tratando de pensar cómo se sentían mis familiares cercanos, imaginé que podía ser semejante a lo que me causó la noticia de la muerte de mi abuelo, que me partió en dos el corazón. Pero ahora, yo solo quería ver bien a mi mamá, asegurarme de que no se deprimiera. Lo único que se me ocurrió fue acercarme y decirle: «Mi tío estará siempre en tu corazón, seguro él te quiso mucho», ella no me respondió nada, solo me abrazó.

Al día siguiente la acompañé a la iglesia. El pastor se le acercó y le dijo: «Sé por lo que está pasando, hermana Nitzi, pero deje su carga y pesar en las manos de Dios, que él le dará consuelo, él tiene grandes cosas para usted». Ella agradeció esas palabras, y a pesar de que seguía abatida, desde ese día su rostro transmitió algo de paz, siempre apoyándose en su fe de que Dios controla todo.

La última vez que mi madre vio a mi tío Pellín fue el 14 de noviembre de 2020. Pero el día 11 de septiembre del 2022 estaba preparada para ir a su tumba. Fue al cementerio junto a otros miembros de la familia, yo me quedé en casa. Al volver, mi madre me dijo que, aunque su hermano ya no estuviera entre nosotros, este sería un episodio más de esos momentos difíciles que ha tenido que enfrentar, pero que así como los anteriores, seguiría adelante, como una mujer de fe.

Bella es una mujer optimista, alegre y abuela de una orgullosa nieta. ¡Cómo quisiera mostrarle al mundo que no todo es como aparenta, que no siempre las cosas buenas vienen tan fácil!

Esta mujer nació en Siria, es hija de un reconocido abogado. Su mamá, ama de casa dedicada a su hogar y a sus cinco hijos.

Transcurría el año 1948, con dos años de edad Bella y su familia tuvieron que escapar por ley del país. Era una familia de cuatro mujeres y un niño. Dos barcos salían de Siria y montones de personas trataban de huir sin saber si encontrarían un destino seguro. Uno se dirigía a Panamá y otro a Estados Unidos.

Luego de arduos días de estar apretados e incómodos, la familia llegó a Panamá como refugiada. No tenían nada, debían empezar una vida desde cero, tampoco conocían el idioma, su padre no podía ejercer su profesión en un país extranjero, pero necesitaba darles comida y educación a sus niños. Entonces, decidieron internar a los pequeños en una escuela en la que no estudiaban su religión judía, lo que dificultó su adaptación. 

Bella creció cuidando a sus hermanas menores y a los diecisiete años tuvo que trabajar para poder llevar pan a la casa. Eran tiempos tan difíciles que debieron vender todo lo que poseían e irse a Chitré, provincia de Herrera, y cambiaron su vida cotidiana a otro estilo. Se vieron obligados a ajustarse, por segunda vez.

Su hermano, con trece años, tuvo que dejar sus estudios para salir a trabajar como el único hombre de la familia y Bella lo iba a ayudar en su negocio. Luego de algunos meses, la joven regresó a ciudad de Panamá y decidió casarse con solamente veintiún años.

A pesar de todas las dificultades, mi abuela pudo salir adelante. Ella siempre fue muy activa con el servicio comunitario y estaba dispuesta a evitar que alguien pasara por días oscuros como los de su pasado. Y es que Bella no solo sentía la obligación de ayudar a otros, sino que también tenía un esposo en casa a quien atender y un hogar que sostener. Día a día se esforzaba por ser una mejor persona, auxiliaba a sus hermanos en sus necesidades, mientras cuidaba de sus padres. 

Mi abuelita Bella, tal como su nombre, es una mujer bella por dentro y por fuera. Llena de vida y de cariño para compartir con todo el que la conoce. Su gran corazón ha tocado a muchos y ha dejado una huella en cada uno.

Trabajó muy duro para brindar a sus hijos la infancia y la educación que ella no tuvo y sentirse afortunada de tener todas las facilidades al alcance de su nueva familia. Yo llevo su nombre con orgullo y espero un día llegar a ser como ella.

Esta historia nos demuestra una vida repleta de sucesos que nos traen enseñanzas, nos dan la confianza de seguir adelante y nos encaminan diariamente para así lograr ser exitosos en los retos que se nos presentan.

TEXTO CORREGIDO

De pequeña se le veía corriendo por las calles de Puerto La Cruz, cansada de las burlas de las que era víctima; ahora, corre por un sueño. La Garza era el apodo que le ponían sus compañeros, sin saber que estaban frente a una de las mujeres que cambiarían la historia del deporte.

Yulimar Andrea Rojas Rodríguez nació el 21 de octubre de 1995 en Puerto La Cruz, Venezuela. Su familia no tenía muchos recursos y vivía en una pequeña casa junto a sus seis hermanos en Caracas. Inicialmente estuvo atraída por el deporte, pero no en el atletismo, tenía aspiraciones en el voleibol, inspirada por la selección femenina de esa disciplina que participó en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008. Asistió a un polideportivo donde no había entrenadores de voleibol, pero sí de atletismo, los cuales no tardaron en interesarse en ella.

Es difícil no verla con sus largas piernas que la hacen perfecta para saltos y carreras. El primer campeonato donde participó en la disciplina de atletismo fue en los XVIII Juegos Nacionales, en Lara, de los cuales salió victoriosa en la categoría de salto de altura con 1,70 metros. Parecía que había nacido para este deporte. Pronto asistió a su primera competencia internacional, el Campeonato Sudamericano Juvenil de Atletismo 2011, donde nuevamente venció en la categoría de salto de altura con 1,78 metros.

Lo anterior fue solo el comienzo de su estelar carrera, ya que en 2013 mejoró su récord personal y obtuvo dos medallas de plata durante el Campeonato Panamericano Juvenil de Atletismo. En 2015 se estableció como la mejor de Venezuela en eventos de longitud y triple salto. Ese mismo año ganó el título continental en el Campeonato Sudamericano de Atletismo.

El 14 de agosto de 2016 se llevó la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, en la categoría de triple salto. Fue la primera vez que atendió a estos juegos. Después, le podemos contar una increíble cantidad de preseas. El pico de su carrera fueron los años de 2020 y 2022.

En 2020 rompió el récord mundial en triple salto en pista cubierta. En 2021 obtuvo la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, en triple salto; su primer salto batió un récord olímpico, y el sexto, récord mundial. En un par de minutos impuso dos récords y quedó inmortalizada para la historia. En 2022 superó la marca mundial nuevamente. Hasta ahora ha sido la única persona que ha superado una marca de triple salto tres veces consecutivas (2016, 2018 y 2022).

Constante, luchadora y perseverante son palabras que podrían describir a esta increíble atleta. Su ambición de triunfar la ha llevado hasta la cima, y va por más. Primero la llamaban la Garza, por su altura y piernas largas, apodo que fue cambiado por la Morena de Oro, gracias a sus preseas.

por Dylan Sánchez

“Los nadies, los hijos de nadie, los dueños de nada. / Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos”.

El poema “Los nadies” de Eduardo Galeano fue inspiración para Francia Márquez, ella lo quiso transformar en política, ya que su ascenso al poder es el aterrizaje de los llamados “nadies” de Colombia.

Francia, la primera vicepresidenta afro en el gobierno colombiano, nació hace poco más de cuarenta años en Yolombó, una de las avenidas de Suárez, municipio de Colombia, en el que abunda la desigualdad, donde solo por la clase social o el color de piel se desprecia a su gentilicio.

Francia ha conocido el miedo en persona, el miedo de no saber qué llevarle de comer a sus dos hijos, ya que sus padres desaparecieron. El miedo de las amenazas constantes de muerte, pues en su país se mata a los activistas ambientales. También llegó a ser minera artesanal y le tocó pelear contra mineros ilegales, porque estaban acabando con el río de su «tierrita» y esto podría provocar el desplazamiento de la zona a sus paisanos.

Conocí su historia gracias a que la vi en acción cuando pasaban en el noticiero cómo ella sola lideraba un grupo de 80 mujeres por más de 350 kilómetros hacia Bogotá, para exigirle al Estado que sacara a los mineros que llegaban gracias a los paramilitares. Fue asombroso saber que por tan increíble acto consiguió el Premio Medioambiental Goldman (2018) considerado un Nobel de medio ambiente. Así se fue haciendo un nombre, muy importante y respetado en Colombia.

Es increíble el hecho de saber cómo desde adolescente Francia Márquez se fue formando como líder cuando descubrió su orgullo por ser negra, dejó de alisar su cabello y se vinculó al proceso de identidades negras.

Aunque es una mujer de admirar, sus posiciones políticas no las comparte una parte de la población, porque dice las cosas tal cual las piensa. Ella misma cuenta que suele ser desconfiada y que espera poder hacer algo para cambiar el Gobierno.

Una vez subió al poder junto al presidente Gustavo Petro, su importancia como feminista tomó valor, pero también dejó en evidencia un racismo muy fuerte en el país, ya que la han comparado físicamente con monos y la han menospreciado; no obstante, ella ha seguido adelante.

La vicepresidenta ha dicho cosas que ya han ido al debate público y que por supuesto no le gusta escuchar a muchos detractores: habla de un país muy clasista, racista y patriarcal; de cómo conoció el feminismo desde la vida misma, de cómo las mujeres sin tener nada tratan por todos los medios de sacar adelante a sus hijos para que no se acuesten con el estómago vacío o que no sean raptados por los actores armados.

A pesar de todas las dificultades, Francia Márquez ha demostrado que una mujer como ella, que nunca tuvo recursos económicos y que ha sido ninguneada por su color de piel y su género, puede valerse y hacerse sentir como persona.

 Por: Jesús Quintero

Herminia Díaz era mi abuela, nació en 1945 en un pequeño pueblo en Llano de Piedras, provincia de Los Santos. En su casa siempre escaseaba el dinero y, por ende, todos trabajaban para suplir las necesidades básicas. Esto hizo que ella fuera una persona educada y con muchos valores morales.

Cuando creció, Herminia quería ser doctora, pero debido a que en ese tiempo las condiciones eran más difíciles y no alcanzaba el dinero para pagar una universidad y cumplir su sueño, se desanimó y terminó trabajando en el campo con sus hermanos.

En el camino conoció a una enfermera que le enseñó a suturar heridas y a clasificar los tipos de medicina para usar en las personas, esto le sirvió de incentivo para improvisar una pequeña estafeta vial de operaciones, debido a que el lugar era recóndito y el hospital estaba muy lejos; de hecho, los pacientes eran trasladados en carreta, y eso era muy lento para las necesidades de emergencia de la comunidad.

Cada vez más aumentaba el deseo de Herminia de lograr su anhelo y comenzó a ayudar a las personas con muchas necesidades de atención. Estaba firme en su decisión de colaborar con la parte médica o con todo problema de salud que tuvieran los pobladores. Su experiencia le sirvió para asistir en los partos de las mujeres, incluso de áreas vecinas.

Después de tanto tiempo atendiendo personas y recibiendo diversos casos como heridas por caídas o riñas, Herminia se convirtió en una enfermera sin haber acudido a un centro universitario.

Posteriormente se casó con un pueblerino quien le fue fiel hasta su último aliento, tuvieron 22 hijos y lo más gratificante fue que tuvo la oportunidad de estar en cada parto de sus hijas.

La abuela recibió todo el afecto del pueblo de Llano de Piedras, ya que fue una persona muy bondadosa y respetuosa con todos. Ella asistió más de 80 partos, una cifra increíble para alguien sin una carrera médica; y es que, aprendió tantas cosas a lo largo de su vida y nunca se negó a ayudar, por más grande que fuese el problema.

Siendo una adulta mayor estuvo en el programa de televisión Esa cabellera blanca, que reconoce a madres panameñas que hicieron acciones increíbles en su ciudades o pueblos. Al principio se rehusaba porque decía que no era merecedora de ese mérito, pues había personas más importantes. Aun así, participó y ganó el premio principal, que le permitió tener una nueva casa y un lugar más tranquilo para vivir.

La abuela Herminia falleció en el 2013 y dejó de herencia su inspiración: no importa de dónde vengas, siempre podrás cumplir tus metas, si lo sueñas y te lo propones. Ella me enseñó que no es relevante la magnitud de los problemas y que nunca es tarde para empezar.

por Said Ortega

La proactividad se proclama con características peculiares como el autoconocimiento, la asertividad, la creatividad y la visión de un futuro. Personas líderes influyentes con aquella marcada actitud se vuelven ejemplo por su talento para plantear los problemas como oportunidades y lograr convertir los fracasos en aprendizaje.

Stefany Dayan Peñalba, joven panameña de 29 años de edad, es oriunda de Arraiján, provincia de Panamá Oeste. Desde muy pequeña aprendió a agradecer por cada detalle. Materializar sus ideas en desarrollo social, ambiental y comunitario le ha permitido ser una persona conocida. Su cálida sonrisa, mirada de seguridad y convincente manera de hablar transmiten inspiración entre quienes la siguen.

“Trabajar, recorrer y conocer me ha ayudado a ser una mujer mucho más agradecida que valora lo que Dios y la vida le ha dado”, dice Stefany.  Su constancia en los estudios la convirtió en estudiante destacada a lo largo de su vida escolar, la cual culminó en el colegio Stella Sierra, mismo que representó en actividades culturales.

En su familia es la primera y única abogada, cuenta con especialidades en: Gestión Pública y Gerencia Política, así como Transiciones Ecológicas y Cambio Climático para América Latina (ambas de carácter internacional). También tiene un postgrado en Docencia Superior y actualmente estudia Derecho Administrativo. “Para mí la educación ha sido el pilar fundamental para poder salir adelante y tener las herramientas que el mercado exige”, asegura.

En su vida profesional, dentro de la administración del Estado, tuvo la oportunidad en el año 2016 de capacitar a los 679 representantes y 81 alcaldes en temas de descentralización y gestión de proyectos. Para 2019, preparó a jueces de paz (antes llamados corregidores) de todo el país para la aplicación y ejecución de la Ley 16 del 2016, que instituye la Justicia Comunitaria de Paz y otras disposiciones.

“Siento que Dios tiene el control y yo solo soy un instrumento para lograr su voluntad”. Voluntad que transmite mediante la Fundación Gran Corazón, en la que colabora con el objetivo de brindar asistencia alimenticia y servicios integrales a la población más vulnerable y en situación de riesgo, a través de herramientas educativas, culturales y deportivas.

Stefany también me inspiró para redactar la crónica “Sello natural sin firma patrimonial” durante el segundo ciclo del programa #500Historias, pues ella fue quien inició el movimiento Alianza Verde Por Panamá. “La educación ambiental es el objetivo fundamental del movimiento, promoviendo el conocimiento y la concienciación ante la evidente problemática ambiental”, explicó.

La historia de esta joven abogada, como la de muchas mujeres, podría ser contada en libros. Con una marcada valentía y entrega Stefany se dirige a la juventud con el siguiente mensaje: “¡Somos jóvenes protagonistas o no somos nada! Hago un llamado, debemos ser jóvenes en acción, con fuerza, entusiasmo y pasión; futuro y garantía de nuestro país”.

La primera persona que se me viene a la mente cuando me preguntan sobre una mujer que me inspira es mi bisabuela Sarín, por ello, les contaré su historia. 

Mi bisabuela se casó a los veinte años con mi bisabuelo Carlos. Ellos vivían en Siria y formaron una hermosa familia con cuatro hijos: Guirza y Shella, las mayores; mi abuela Rosi y el varón, Musi. 

A pesar de que mi bisabuelo era contador, solo le alcanzaba el dinero para vivir día a día, no había para más. Por si fuera poco, al crearse el Estado de Israel, se desató un inmenso odio hacia los judíos y eso empeoró todo. 

La única opción que quedaba para sobrevivir era escaparse de Siria, no había de otra. Suena sencillo, pero en esos tiempos no lo era. Se tuvieron que montar en el primer barco que encontraron, con sus cuatro niños, sin un solo centavo, dejando absolutamente todo atrás. La travesía demoró un mes entero, solo sabían que se dirigían hacia Panamá, donde se encontraban los hermanos de mi bisabuela. 

Nueve hermanos tenía Sarín, cinco hombres y cuatro mujeres. Los varones se encargaron de ayudarla y la mandaron a Puerto Armuelles, provincia de Chiriquí, a la tienda de ellos. Así trabajaría, ganaría dinero y estaría en los negocios familiares. No fue nada fácil. 

Las hermanas grandes de mi abuela (Rosi, Guirza y Shella), ya estaban en edad de casarse, por lo cual se quedaron a vivir en la ciudad de Panamá con su abuela, mientras que Sarín estaba con el resto de los hijos y su esposo en un pueblito; solo viajaba a la ciudad de vez en cuando para buscar mercancía para la tienda, ya que el viaje tomaba ocho horas y tenía una hija de casi un año llamada Joyce.

Se quedaron en la provincia chiricana hasta que mi abuela Rosi terminó sus estudios. Ella tuvo que asistir a una escuela para monjas, siendo totalmente judía, pues era la única que había. Después, Sarín y su familia se mudaron a la ciudad de Panamá. Esto fue un gran logro, ya que vivir en Puerto Armuelles fue bastante duro. En la capital ya tenían más dinero y podían vivir bien. Luego de eso, todos los hijos de mi bisabuela se casaron y la familia creció más. Cada uno de ellos es más bueno que el otro.

Esta es la historia de cómo mi familia llegó a Panamá y cómo después de no tener nada lo consiguieron todo. Actualmente, siguen siendo judíos religiosos, gracias a la resistencia de mi abuela y a la educación de mi bisabuela.

Estoy muy agradecida con mi bisabuela por mi familia y, sobre todo, por las enseñanzas que nos dejó. Con su gran esfuerzo y perseverancia me demostró que todo es posible y que nunca hay que rendirse, que hay que ver lo bueno de las cosas, ser agradecidos y siempre sonreír. Que no importa de dónde vienes ni cuánto tienes, sino los valores que llevas y que hasta los momentos que parecen llenos de oscuridad tienen su rayito de luz y esperanza. 

Gracias a ella, mi abuela es una de las mejores personas que conozco, al igual que mi mamá. Nada me alegra más que tenerlas como mis ejemplos a seguir. ¡Como todas ellas deseo ser! Quiero tener la perseverancia de mi bisabuela, la resistencia de mi abuela y la educación de mi mamá. Estas son las mujeres que realmente admiro y me inspiran a seguir creciendo cada día más.

Por: Geneby Rodríguez / Juan D. Arosemena

Claire Boucher es una mujer visionaria, preciosa en todo su ser y talentosa en el medio musical. Ella me ha inspirado con sus canciones a ser mejor persona. Sus letras, aunque pueden parecer insignificantes e irrelevantes, en realidad son más que simples oraciones y párrafos para escuchar y olvidar, son composiciones profundas que esconden una historia detrás y llegan a tocar corazones. 

Denoto que Claire utiliza sus canciones, videos, vestuario y demás para expresar emociones o hechos ocurridos en su vida. Es canadiense de nacimiento y está profesionalmente enfocada en el ámbito musical, especialmente en el canto, la escritura de canciones y la producción musical.

Recientemente ha sacado un video en promoción a su próximo álbum musical, referente a una novela japonesa sobre un chico con un demonio que le entrega un libro con el que puede asesinar a quien quiera. El personaje maligno le da ojos de Shinigami (Dios de la muerte en la cultura nipona) al muchacho, para poder ver los nombres de las personas y escribirlo en su libreta de la muerte. La relevancia de este aspecto es demostrar que con una pequeña llave se le puede otorgar poder máximo a alguien, sin tomar en cuenta si hará algo correcto o usará aquella ventaja para destruir a los demás.

La discografía de Claire cuenta con amplia cantidad de proyectos y aportes a otros artistas. Algunos discos reconocidos son Visions, Art Angels y Miss Antrhopocene. Si nos enfocamos en las canciones, podemos encontrar que en estos álbumes la artista se basa en temas sociales o vivencias negativas que tuvo a lo largo de su vida. Ella ha sido fuente de inspiración para sus millones de seguidores, desde jóvenes hasta adultos.

Grimes, seudónimo con el que es mejor conocida a nivel global Claire, le ha dado a sus fanáticos un claro ejemplo de cómo no hay que seguir los estándares que nos imponen las redes sociales. Ella, con su estilo único nos demuestra que ser auténtico o diferente a lo común es mucho mejor que solo divagar en personalidades vacías que no aportan mucho más que inseguridades como individuos.

El nombre de su hijo X Æ A-12, con el magnate Elon Musk, también nos brinda claras luces de su personalidad, pues ella se diferencia del resto de las celebridades. Es una madre que no se obsesiona en dar una imagen falsa de sí misma, se muestra lo más transparente que puede en sus actividades y mantiene una estabilidad al no meter al mundo en sus situaciones más íntimas con sus amigos y su familia.

Para mí Claire es una hermosa mujer que, con los cambios físicos que se hace, demuestra que no es malo modificar nuestros cuerpos si uno se va a sentir bien; sin embargo, resalta que solo debemos pensar en nuestros sentimientos, nada más que en eso.

Por esto, Grimes es motivo de inspiración en mi vida personal, para no dejarme llevar por no encajar en algún requisito que imponga la sociedad para ser “linda” o “querida”.