Todo ha su debido tiempo

Todo a su debido tiempo

por Vill Méndez

Un 18 de noviembre de 1983, en la ciudad de Panamá, nació Keyla Anneth Bernal. Se crió en un barrio muy reconocido por el nivel de delincuencia, destacado como zona roja “Samaria, Puente Rojo”, en el distrito de San Miguelito; no obstante, desde pequeña sus padres le enseñaron que vivir en un barrio peligroso no era sinónimo de actuar o seguir los malos pasos.

Allí vivió durante 37 años y aunque parezca lo contrario, afirma que no se sentía insegura. “Mi familia y yo vivíamos felices, teníamos paz y tranquilidad”, dijo. Sus palabras me conmovieron, porque no era la respuesta que esperaba, pero al ver la positividad que expresaba en ese momento, me dio a entender que sí, sí era feliz en aquel lugar.

Sus padres y abuelos le inculcaron valores. Ella tuvo la dicha de crecer con sus abuelos paternos y vivir cerca de su abuela materna. Recuerda con alegría que vivían en una casa de dos pisos y en el de abajo contaban con una abarrotería. “Solo teníamos que llegar y pedir lo que quisiéramos comer y mis abuelos nos complacían”, dijo.

También recordó con nostalgia cuando en los veranos viajaban a Churubé, provincia de Coclé y, entre otras diversiones, disfrutaban de un buen chapuzón en el río.

Desde niña participó en conjuntos folclóricos, pues le gusta mucho el pindín. Una vez hasta tuvo que competir para ser reina en la escuela. También recuerda cuando en primer grado usó por primera vez una pollera de gala. Salió a bailar, aunque estaba nerviosa porque no tenía ni idea de qué tenía que hacer, hizo su gran esfuerzo y dio a conocer al público sus dotes de bailarina, ganándose el segundo lugar. Eso la inspiró a unirse a un conjunto folclórico.

Keyla, mi profesora, estudió la educación primaria en la escuela República de Israel y obtuvo su bachillerato en un prestigioso colegio, el Instituto Fermín Naudeau, donde le nació la idea de ser maestra, ingresando más tarde a la Universidad de Panamá; estudió en la Facultad de Humanidades, específicamente en la Escuela de Español. Sus estudios los realizó de noche, pues necesitaba trabajar para poder continuar.

La profesora Keyla destaca: “aparte de enseñar, que es mi pasión, disfruto cada momento compartido con los jóvenes que día a día, de una u otra forma, dejan huellas en mi vida”.

No obstante, no estaba completa, durante muchos años dedicó parte de su vida a hijos que no son de ella, y es que, el amor y cariño que comparte es como si fuese la madre de todos nosotros, sus estudiantes; sin embargo, ella necesitaba sentir que su esencia quedaría en alguien con sus genes, un hijo o hija.

Lo intentó por muchos años, sometiéndose a tratamientos y cirugías. En julio de 2017 supo que estaba embarazada, pero no fue fácil. Para poder tener a su hija pasó por más obstáculos, entre ellos, un doctor que le dijo que no podía estar embarazada porque era propensa a que le salieran miomas.

Debió ser muy difícil escuchar al doctor decirle: “lo mejor para ti es que te retires todo”, pero su respuesta fue “él no es Dios”, así que decidió ir con un especialista en fertilidad, quien la operó para que luego pudiera tener a su bebé.

Su hija nació el 7 de marzo del 2018 y se ha convertido en ese ser especial, maravilloso e inigualable en la vida de la profesora. Desde ese momento ella aprendió que todo tiene su tiempo.

La profe tiene más diez años ejerciendo la educación; es estricta con la ortografía, con la gramática y con la lectura, pero eso la ha llevado a orientar, capacitar y educar a muchos profesionales de hoy.

“No hay días ni momentos malos cuando me rodeo de estudiantes que, al llegar al plantel, me roban una sonrisa con sus ocurrencias. Pues claro, disfruto mucho mi profesión”, comenta.

La profesora Keyla es la mujer que me inspira, una persona que ha estado conmigo siempre, me ha enseñado mucho y me ha dado un buen ejemplo. Ha hecho muchas cosas por mí y esta es mi forma de agradecerle, ya que ella me inspira a ser quien soy. Nunca me arrepentiría de haber conocido a mi querida profesora Keyla Bernal.

 

 

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