Victoria, Teresa, Milagros y Anais. Cuatro historias de mujeres que rompieron las barreras que encontraron en sus caminos.

Victoria Díaz es una señora de 52 años cuya niñez no fue fácil. Sus padres se separaron y su madre no contaba con suficientes recursos, por lo que la entregó a su abuela. Ella relata más detalles de su vida: «Tenía que ayudar a mi abuela en una fonda y logré salir adelante. Estudié primaria en el colegio Amelia Denis de Icaza, el segundo ciclo lo realicé en el Ricardo Miró y me gradué en el I. P. T. de Comercio, Bachiller en Contabilidad con Énfasis en Inglés. Me superé con honores porque quería ser una buena estudiante y así fue. Me desempeñé como suplente de representante de corregimiento, debido a que me apasiona mucho la política y me gusta apoyar al más necesitado, disfruto de ayudar a familias de escasos recursos para que puedan pasar una hermosa Navidad o un bello Año Nuevo».

Teresa Martínez. Mujer trabajadora, alegre, honesta y apegada a sus ideas; muy buena y respetuosa con los que ama. Es mandona, pero dice que por una buena causa. Y es una luchadora que no se rinde a pesar del abandono de dos hombres. Trabaja mucho y aunque a veces no le alcanza para las cuentas, se asegura de que no les falte nada a sus hijos. Es para mí la mejor mujer del mundo y siempre ha estado en los momentos más difíciles y dolorosos de mi vida. Nació como la segunda hija de mi abuela, madre soltera, vivió hasta los catorce con su madrina quien era muy mala con ella; humillaciones y malos tratos eran parte de la vida de mi madre hasta que regresó a vivir con mi abuela de nuevo.

Milagros Yarleque Cardoza tiene cincuenta años. Es peruana, proviene de una familia campesina. A los quince su padre falleció y quedó a cargo de su madre. Supo sobrellevar las situaciones y salió adelante. Hace un tiempo le dio un derrame cerebral, la mitad de su cuerpo quedó paralizado, estuvo hospitalizada diez días. Lleva tres años en terapias y su rehabilitación es muy favorable, ya que puede realizar tareas del hogar con una gran habilidad.

Anais Pérez nació en la provincia de Veraguas, estudió en la escuela República de Venezuela, en la cual se graduó. Su niñez no fue la más sencilla o más feliz, pues en ese tiempo no había mucho para comer. «Mi abuelo era el único que trabajaba, mi madre ayudaba en la casa y se esforzaba para salir adelante y cumplir sus metas, sueños y ambiciones», menciona. Años después consiguió un puesto como encargada de los juicios y comisiones en la Corregiduría de San Miguelito donde laboró hasta su jubilación. Hoy se enfoca y preocupa por sus dos hijos próximos a graduarse en Contabilidad y quienes asisten a las prácticas de graduandos.

1 comentario
  1. hguevara18
    hguevara18 Dice:

    Saludos, te comparto algunos apuntes para mejorar las historias:

    – Primero, ¿las cuatro protagonistas tienen algún parentesco? Si es el caso, sería ideal empezar contando que forman parte de una misma familia. Y si no son familia, siento que hace falta contar porqué contamos las historias de estas cuatro mujeres. ¿Viven o vivieron juntas? ¿Son amigas? ¿Vecinas? Este detalle puede ser usado para empezar a contar el relato.

    – En la mayor parte, las historias están redactadas en primera persona. Hay que que ajustar el relato desde tu voz, como narrador de las crónicas. Que seas tú el que cuentas las historias de las protagonistas y no que ellas lo hagan en primera persona.

    – Y unificar ciertos detalles. Por ejemplo, en varios de los testimonios no se mencina la edad de la protagonista o cuántos hijos tienen, años de casadas (si es el caso)

    – En el caso de Milagros Yarleque Cardoza, contar, por ejemplo, cuándo y cómo llega a Panamá, si es madre, ¿con quién vive?, si tenía alguna profesión o trabajo antes de sufrir el derrame. Y si, aparte de las tareas del hogar, qué otras actividades ha posido retomar gracias a las terapias

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