Bella es una mujer optimista, alegre y abuela de una orgullosa nieta. ¡Cómo quisiera mostrarle al mundo que no todo es como aparenta, que no siempre las cosas buenas vienen tan fácil!

Esta mujer nació en Siria, es hija de un reconocido abogado. Su mamá, ama de casa dedicada a su hogar y a sus cinco hijos.

Transcurría el año 1948, con dos años de edad Bella y su familia tuvieron que escapar por ley del país. Era una familia de cuatro mujeres y un niño. Dos barcos salían de Siria y montones de personas trataban de huir sin saber si encontrarían un destino seguro. Uno se dirigía a Panamá y otro a Estados Unidos.

Luego de arduos días de estar apretados e incómodos, la familia llegó a Panamá como refugiada. No tenían nada, debían empezar una vida desde cero, tampoco conocían el idioma, su padre no podía ejercer su profesión en un país extranjero, pero necesitaba darles comida y educación a sus niños. Entonces, decidieron internar a los pequeños en una escuela en la que no estudiaban su religión judía, lo que dificultó su adaptación. 

Bella creció cuidando a sus hermanas menores y a los diecisiete años tuvo que trabajar para poder llevar pan a la casa. Eran tiempos tan difíciles que debieron vender todo lo que poseían e irse a Chitré, provincia de Herrera, y cambiaron su vida cotidiana a otro estilo. Se vieron obligados a ajustarse, por segunda vez.

Su hermano, con trece años, tuvo que dejar sus estudios para salir a trabajar como el único hombre de la familia y Bella lo iba a ayudar en su negocio. Luego de algunos meses, la joven regresó a ciudad de Panamá y decidió casarse con solamente veintiún años.

A pesar de todas las dificultades, mi abuela pudo salir adelante. Ella siempre fue muy activa con el servicio comunitario y estaba dispuesta a evitar que alguien pasara por días oscuros como los de su pasado. Y es que Bella no solo sentía la obligación de ayudar a otros, sino que también tenía un esposo en casa a quien atender y un hogar que sostener. Día a día se esforzaba por ser una mejor persona, auxiliaba a sus hermanos en sus necesidades, mientras cuidaba de sus padres. 

Mi abuelita Bella, tal como su nombre, es una mujer bella por dentro y por fuera. Llena de vida y de cariño para compartir con todo el que la conoce. Su gran corazón ha tocado a muchos y ha dejado una huella en cada uno.

Trabajó muy duro para brindar a sus hijos la infancia y la educación que ella no tuvo y sentirse afortunada de tener todas las facilidades al alcance de su nueva familia. Yo llevo su nombre con orgullo y espero un día llegar a ser como ella.

Esta historia nos demuestra una vida repleta de sucesos que nos traen enseñanzas, nos dan la confianza de seguir adelante y nos encaminan diariamente para así lograr ser exitosos en los retos que se nos presentan.