Por: Jesús Quintero

Herminia Díaz era mi abuela, nació en 1945 en un pequeño pueblo en Llano de Piedras, provincia de Los Santos. En su casa siempre escaseaba el dinero y, por ende, todos trabajaban para suplir las necesidades básicas. Esto hizo que ella fuera una persona educada y con muchos valores morales.

Cuando creció, Herminia quería ser doctora, pero debido a que en ese tiempo las condiciones eran más difíciles y no alcanzaba el dinero para pagar una universidad y cumplir su sueño, se desanimó y terminó trabajando en el campo con sus hermanos.

En el camino conoció a una enfermera que le enseñó a suturar heridas y a clasificar los tipos de medicina para usar en las personas, esto le sirvió de incentivo para improvisar una pequeña estafeta vial de operaciones, debido a que el lugar era recóndito y el hospital estaba muy lejos; de hecho, los pacientes eran trasladados en carreta, y eso era muy lento para las necesidades de emergencia de la comunidad.

Cada vez más aumentaba el deseo de Herminia de lograr su anhelo y comenzó a ayudar a las personas con muchas necesidades de atención. Estaba firme en su decisión de colaborar con la parte médica o con todo problema de salud que tuvieran los pobladores. Su experiencia le sirvió para asistir en los partos de las mujeres, incluso de áreas vecinas.

Después de tanto tiempo atendiendo personas y recibiendo diversos casos como heridas por caídas o riñas, Herminia se convirtió en una enfermera sin haber acudido a un centro universitario.

Posteriormente se casó con un pueblerino quien le fue fiel hasta su último aliento, tuvieron 22 hijos y lo más gratificante fue que tuvo la oportunidad de estar en cada parto de sus hijas.

La abuela recibió todo el afecto del pueblo de Llano de Piedras, ya que fue una persona muy bondadosa y respetuosa con todos. Ella asistió más de 80 partos, una cifra increíble para alguien sin una carrera médica; y es que, aprendió tantas cosas a lo largo de su vida y nunca se negó a ayudar, por más grande que fuese el problema.

Siendo una adulta mayor estuvo en el programa de televisión Esa cabellera blanca, que reconoce a madres panameñas que hicieron acciones increíbles en su ciudades o pueblos. Al principio se rehusaba porque decía que no era merecedora de ese mérito, pues había personas más importantes. Aun así, participó y ganó el premio principal, que le permitió tener una nueva casa y un lugar más tranquilo para vivir.

La abuela Herminia falleció en el 2013 y dejó de herencia su inspiración: no importa de dónde vengas, siempre podrás cumplir tus metas, si lo sueñas y te lo propones. Ella me enseñó que no es relevante la magnitud de los problemas y que nunca es tarde para empezar.