La princesa que sólo quiso amar

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Un día, viendo las redes sociales, apareció la historia de una mujer que me llamó la atención. Una dama fascinante, que me transmitió admiración por su belleza exterior y su humildad y que luchó para mostrarse como realmente era…

¿Pero quién es esa mujer sobresaliente que conmovió a muchos corazones como el mío? Es Diana Frances Spencer, conocida como Lady Di.

Diana nació el 1 de julio de 1961 en Sandringham, Reino Unido, siendo la hija menor de lord Spencer y de lady Frances Roche.

Desde su timidez, siempre buscó los colores del arcoíris hasta lograr el brillo personal que tenía dentro. Demostró que nunca hay que rendirse, que aunque la vida nos presente momentos difíciles, siempre hay una oportunidad de cambiar. Así lo hizo ella, a través de sus obras de caridad, del impacto en el ámbito social, pero, sobre todo, en su vida personal. Sus acciones han transcendido en el tiempo y la geografía, ya que son vistos como ejemplos alrededor del mundo.

Evidenció que una princesa puede llorar, reír a carcajadas y disfrutar de un día con sus hijos y con los demás, sin distinción alguna.

A los dieciséis años conoció el amor de su vida, el príncipe Carlos, y despertó la simpatía de los británicos por su belleza. No se esperaban todo lo que llegó a construir esta princesa con el amor.

Lady Di se mostraba como una madre cariñosa e involucrada en la crianza de sus hijos, los príncipes William y Harry. Admiro la educación y los valores humanistas que les enseñó, realizaba junto a ellos actividades que no eran típicas de la monarquía, con la firme determinación de que tuvieran una infancia normal. Les inculcó obligaciones, los llevaba a centros de tratamiento para enfermos y albergues para necesitados para que conocieran de cerca la situación de las personas sin recursos; y también se divertían como una familia convencional. 

Me sorprende su faceta solidaria, a través del activismo; su carisma y sencillez, sumado a su glamur, porque nunca dejó de ser ella misma. Uno de sus últimos compromisos fue el apoyo a la erradicación de las minas antipersonas, campaña internacional que obtuvo el Premio Nobel de la Paz, en 1997.

El 31 de agosto de 1997 el mundo tuvo que decir adiós precipitadamente a Lady Dy, una mujer que, con tan solo 36 años, había conquistado los corazones de todos gracias a una solidaridad sin precedentes en un miembro de la casa real.

La princesa Diana sigue siendo admirada y recordada como la Princesa del Pueblo, un ejemplo que debemos seguir.