Mi mamá tiene una buena amiga desde hace tiempo. Muchas veces la escuché hablar de ella, pero no la conocía personalmente, hasta que tuve la dicha de verla en acción cuando tenía mis diez años. Se llama Solangel Robinson.
Aquel día la mujer fue a visitar a mi mamá por sus aspiraciones políticas. Estaba haciendo campaña para ser representante de la 24 de Diciembre.
A sus 35 años es muy esforzada y dedicada a su familia. Tiene dos hijos: una niña de doce y un niño de diez. Es madre soltera, pero esto no la ha detenido para luchar por cumplir sus sueños y los de sus pequeños.
Con frecuencia Solangel pasa por nuestra casa y cada vez nos actualiza de cómo van sus iniciativas. Además, la hemos visto escalar puestos dentro del servicio social. Ahora es secretaria del Foro Nacional de Mujeres de Partidos Políticos (Fonamupp), donde se ocupa de la formación de panameñas a nivel nacional. De igual manera se encarga de hacer proyectos y de dar forma a propuestas de mujeres políticas para que lleguen a la Asamblea Nacional.
Solangel también representa a Panamá a nivel internacional. A menudo asiste a foros en otros países, donde las mujeres no hacen distinción de partido político o raza y unen fuerzas para crear proyectos globales y regionales que ayudan a otras féminas. Esta licenciada nos contó que ha podido visitar Costa Rica, Colombia y Estados Unidos, entre otros. También ha tenido la oportunidad de sentarse junto a primeras damas y presidentes de otras naciones.
A nivel nacional, la recuerdo muy activa en una huelga de docentes que cerró el puente de Pacora como medida de presión para llamar la atención de las autoridades locales. Esa vez llamó a mi mamá para que le llevara ropa, pues ella estaba en el sitio durante el día y la noche, con los educadores y representantes de pueblos originarios, haciendo la fuerza ante las injusticias. Me tocó verla sin chancletas, con la vestimenta sucia y gritando consignas. Su lucha rindió frutos, porque luego fueron llamados a sentarse en la mesa de diálogo.
Admiro a Solangel por muchos aspectos, sobre todo por su determinación y valentía a la hora de reclamar derechos y de exponer su punto de vista. No duda en pelear por lo que cree correcto y en ayudar a quienes tengan una causa común. Ella siempre está en búsqueda de nuevas metas.
Por ejemplo, en estos momentos Solangel trabaja en el proyecto de un portafolio de fotografías sobre derechos humanos. Está indagando sobre esas postales que resalten historias de personas en situación de vulnerabilidad, como las víctimas de la migración forzada, los pueblos indígenas o la clase trabajadora.
Aparte de eso, está involucrada en la creación de la Escuela de Pensamiento Hipatia de Alejandría. No es un plantel de educación formal, sino uno de educación continua para los miembros de las comunidades; un espacio de reflexión para abordar distintos acontecimientos desde una perspectiva multidimensional y encontrar soluciones desde el trabajo social y comunitario.
A pesar de ser joven, Solangel ya acumula muchas experiencias ayudando a otros. No descansa, siempre está en algo nuevo, enfocada en apoyar a grupos vulnerables, sin importar la raza o el país de origen de las personas. Ella ubica por encima de todo al ser humano y su impulso natural es luchar por los derechos de los más necesitados. Es solidaria y comprometida con los demás; vive para servir, y por eso la admiro.