Las vivencias de Natividad con un toque de sal

La protagonista de esta historia nació en 1967, en la provincia de Coclé, distrito de Aguadulce. Fue la primera de seis hermanos, cuidada por su madre, quien trabajaba en el hospital de Aguadulce Marcos Robles. 

Su madre, Julia Eulalia de León, era dedicada, perseverante y luchadora. Se esforzaba para mantener a sus hijos y debido a eso laboraba hasta tarde. Por lo tanto, Natividad se enfocaba en ayudar, cuidando de sus hermanos y realizando las labores domésticas.

Amor, carácter y cotidianidad 

Todos los hijos de Julia estudiaban y se esforzaban para conseguir becas, con el objetivo de ayudar económicamente a la familia. Además, compartían entre ellos: jugaban juegos de mesa y se apoyaban en las tareas escolares.   

Esta convivencia se vio reflejada en momentos alegres y también algunos tristes. En ocasiones discutían entre ellos. Una vez uno de sus hermanos, en un momento de enojo, le tiró una taza en la cabeza a otro, dejándole una marca en la frente con forma de cruz.  

Una anécdota curiosa de Natividad sucedió en su infancia. A la edad de siete años consiguió su primera bicicleta. Practicaba todos los días, pero un día se cayó en el pavimento, se golpeó muy fuerte  y la llevaron al hospital. 

Ese incidente no evitó que ella siguiera usándola. Con su persistencia logró su objetivo de aprender a usarla. Este es un recuerdo que guarda con mucha emoción, pues resalta el carácter que hay en ella.

En su preadolescencia disfrutaba mucho compartiendo con los niños de su barrio y practicando deportes como voleibol.  

Travesura en las salinas

Cuenta que una mañana un grupo de estos niños planeaba ir a la playa El Salado. Ella se unió al grupo. Caminaban contando cuentos.  De paso, observaron donde se producía la sal: las salinas. 

Su abuelo trabajaba allí, pues era un salinero y saludaba a los niños que pasaban, también les explicaba acerca de la evaporación del agua salada. 

Ese día Natividad y sus amigos vieron a personas cargando pesados sacos de sal, que eran llevados a la refinería, bajo el ardiente sol. Pero a su vez la brisa marina refrescaba con un viento frío a quienes estuvieran cerca. 

Muy curiosos, los chicos pensaron en qué habría dentro de aquel lugar, conscientes de que entrar estaba restringido; pero a algunos de ellos no les importó y salieron corriendo para acercarse. Observaron a muchas personas trabajando, vieron el solar que tenía pequeños estanques donde se concentraba la sal y apreciaron cómo es su proceso de evaporación. Había personas con escobas, que arrastraban la sal evaporada en una esquina del estanque formando una gran montaña que se repetía constantemente. 

La travesura duró hasta que de repente alguien pasó cerca y vio a un niño. Este empezó a correr de inmediato alertando a los demás. Todos regresaron al barrio agitados y riendo de lo sucedido, eran traviesos y divertidos en tales situaciones.

Actualmente Natividad vive en Panamá y trabaja en la Autoridad de Tránsito Terrestre, ella es mi mamá.

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