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Son las 4:45 de la madrugada en el cuarto número 2, una pequeña vivienda en una galera de trabajadores ngäbe en Tierras Altas. Una serie de casi 20 casuchas pegadas entre sí albergan a cientos de indígenas empleados de la finca La Esperanza. Las casas apenas se sostienen en una estructura básica de madera.

El techo de zinc, roto y oxidado cuela el frío y la humedad, y el único bombillo que ilumina el cuarto crea un ambiente lúgubre. Mientras su esposo duerme, Justina levanta a Benicio, el mayor de sus hijos. A sus 21 años, Justina está a cargo de tres niños: Benicio, de 8 años; Manuel, de 7; y Gabriel, de 6. Ella, a sus trece años, fue madre.

Justina amaba ir a la escuela. Cuando aprendió a leer, se sintió la persona más importante del mundo. Sueña.

Un día de mayo de 2012, su joven madre le dio la noticia: se la iban a llevar lejos. Se la entregarían al primo de un vecino, que trabajaba “Allá arriba, donde cosechan café y hay plata”. Fue vendida. Era necesario, siendo ella la mayor de 5 hermanos. Lloró y suplicó a su padre. Fue en vano: solo se ganó una paliza. A los pocos meses de ser entregada, ya estaba embarazada de su primer hijo. Pero Justina tenía la motivación para dar lo mejor de sí a pesar de todo lo que tenía en su contra: un embarazo y la responsabilidad como esposa de alguien que doblaba su edad.

Con el tiempo, convenció a su esposo de que la dejara ir a la escuela. Con casi un hijo nuevo por año, a Justina le costaba perseguir su sueño, incluso teniendo que repetir un año de clases. Pero se esforzó tanto que, pasados varios años, se graduó de 12.° grado con unas calificaciones arriba del promedio.

Son las 6 de la mañana. El pequeño cuarto huele a crema de maíz, a arroz y a sardina. Justina se prepara para llevar a sus hijos a la escuela. Todos saben leer desde los 5 años. Son buenos estudiantes. Sale del cuarto con sus niños. Caminan por un sendero de tierra oscuro y vacío hasta la vía principal, donde los despide. Los chicos seguirán solos unos veinte minutos más hasta la Escuela Las Nubes. El frío de la madrugada la obliga a llevar puesto un viejo saco, un pantalón de trabajo ―no usa la tradicional nagua― y unas botas de hule.

Vuelve a la finca a trabajar sin parar hasta las cuatro de la tarde. Es temporada de cosecha de cebolla. El cansancio la agobia y el intenso sol la hace sudar, mas Justina debe terminar su jornada. Es un trabajo duro, pero ayuda a mantener a su familia, debido a que el salario de su esposo es demasiado bajo.

Al salir de la finca va a la tienda más cercana. Olvidó comprar la tarjeta de datos móviles para poder entrar a la clase de esta noche: Justina está cursando su primer año de universidad, estudia Educación. Sueña.

Florentina Ruiz, también conocida como señora Flore, era una joven que residía en Soná, en Veraguas, donde buscaba a diario el sustento para subsistir, pese a su corta edad. Y como allí no tuvo suerte, decidió viajar a Panamá para conseguir una oportunidad de trabajo, ignorando que el empleo que encontraría sería la base para su futuro.

Comenzó como ayudante general, a la edad de quince años, en casa de una familia cubana que se dedicaba a la pastelería en el garaje de su residencia, en el año 1973. Dicho negocio tuvo su fruto y se expandió en una empresa de pasteles de todo tipo, muy reconocida hoy día como dulcería Momi. Ahí nació su travesía en el mundo de los dulces, volviéndose una de las empleadas con el don y el arte de la repostería.

Ella estuvo trabajando en la compañía durante muchos años y era una de las decoradoras más reconocidas. Al cumplir 32 años de servicio, tomó la decisión de renunciar por motivos familiares, asumir nuevos retos y abrir su propio negocio; así podía convivir más con los suyos, ya que el empleo le restaba mucho tiempo para sus cuatro hijos y su esposo.

Florentina inició en el año 2005 su emprendimiento en su hogar, se dio a conocer poniendo a la venta pedazos de sus dulces en tiendas cercanas para así ganar algo de dinero. Al ver la aceptación comenzó a crear y decorar pasteles de cumpleaños y empezó a ver los frutos de su trabajo.

Entonces, Florentina se enfocó en hacer todo tipo de dulces, como pasteles de quinceaños, bodas, aniversarios, graduaciones, cumpleaños, entre otros. Gracias a la popularidad de sus pasteles, su negocio fue creciendo y ganando clientes que se sentían complacidos con su trabajo. También llegaron reconocimientos en su comunidad.
Hoy día su negocio se ubica en su propia casa y es conocido como Dulces mi Abuela, que cuenta con cinco trabajadores. En la actualidad esta mujer de 69 años sigue laborando luego de haberse ganado la aprobación y el respeto de sus clientes.

“El amor de una madre por sus hijos es fuerte como un huracán y los protege sin nunca abandonarlos”, dijo Karla cuando le pregunté sobre su mamá y su origen. Me contó la historia de la dama más fuerte de Costa Rica: Kathalina Aguilar.

Fue de las primeras mujeres en el pequeño pueblo de Alajuela, que en ese tiempo tenía solo veinte habitantes, todos de ascendencia española. Kathalina era una terrateniente con seis hijos y una gran reputación. Sin embargo, nadie la menciona en su familia, así que decidí descubrir el misterio.

Según el registro de Costa Rica, en 1920 tuvo una hija llamada Adelina, quien se convirtió en una adolescente que tenía problemas con el mundo a su alrededor. Sentía que su mamá era sobreprotectora, por ende, su actitud era rebelde y explosiva. Karla cuenta que la relación madre e hija nunca fue buena debido a la sublevación de la niña.

Kathalina educó a su hija con disciplina y amor, pero el día de sus quinceaños encontró su cuarto vacío. Registró por la finca toda la noche. En el pueblo dicen que andaba «como la llorona, buscando a sus hijos». La diferencia era que su tristeza se mezclaba con ira, aun así, recorrió el país gritando por Adelina.

La madre fue por todas partes durante años, hasta que un día una señora de un puesto de elotes se acercó diciendo que había visto a Adelina por la costa. La vendedora, Liliana, menciona que Kathalina estaba devastada y se fue al encuentro con su hija. 

Reportan los espectadores del pueblo que la encontró con dos hijos y otro en camino. Vivía en una casa pequeña en la playa de Caldera, Orotina, lugar cálido y pequeño donde la comunidad convivía como en familia. 

Kathalina sentía que su deber era sacar a su hija de allí, llevarla de vuelta a su hogar en Alajuela. Así se lo propuso, mas Adelina se negó y destrozó otra vez a su madre por tener que regresar a casa sola.

Al volver sin su hija, su gran reputación empezó a decaer, hasta el punto en que todos la rechazaron, dejando a la pobre mujer en el olvido. De todas formas, Kathalina siguió adelante con su familia, sin escuchar las ofensas de los demás. Fue resiliente, sonreía incluso cuando nadie lo hacía con ella. El tiempo pasó, quedó sola hasta su último respiro, a la edad de noventa años. Murió en su amado pueblo.

Décadas después, Karla, la entrevistada de esta historia, fue a visitar a su abuela Adelina quien tenía cáncer. Ese encuentro se dio cuando la nieta estaba embarazada.

Su abuelita tomó su mano, le rogó que llamara a la bebé que venía en camino con el nombre que dio vueltas por su cabeza por más de treinta años: Kathalina. Así fue como Karla, mi madre, decidió mi nombre. 

Soy Kathalina, orgullosamente, y como mi tatarabuela, quiero salir adelante y ser alguien que se desconecte del odio para ser yo misma. Quienes la conocieron comentan nuestro parecido, igual carácter e inteligencia. ¡Supongo que no es casualidad que nos llamemos igual!

Esta historia trata sobre una mujer que se esforzó muchísimo en sus estudios para cumplir su sueño de ser una maravillosa fonoaudióloga y ayudar a niños con autismo. 

Me refiero a Britzeitha Britton, a quien sus cercanos llaman de cariño Marilyn. Nació en 1972 como la menor de cinco hermanos. Su madre estaba preocupada porque a pesar de tener dos años la niña no pronunciaba ni una palabra, el pediatra le dijo que no se preocupara, que estaba bien y que en cualquier momento lo haría, pero no ocurrió tan pronto.

Cuando la pequeña Britzi tenía cuatro años, finalmente se logró escuchar su hermosa voz. Nunca supieron por qué demoró, pero cuando lo hizo la compararon con la famosa actriz Marilyn Monroe, y de allí surgió su sobrenombre.  

La pequeña Marilyn ya tenía seis años y conversaba “como un loro”, la llamaban terremoto por sus constantes travesuras, era muy activa; patinaba y le gustaba mucho jugar a las escondidas. Recuerda que tenía una especie de casa sobre un árbol de nance que siempre convertía en un salón de clases, era tan especial que podía olvidar sus tristezas, y sin saberlo le ayudaría a alcanzar un gran futuro no tan lejano.

La escuela fue un gran reto para Britzeitha, le resultó difícil aprender, memorizar y escribir, de hecho, solo logró escribir cuando estaba en primer año de secundaria, ya que su estilo de aprendizaje era visual, pero no memorístico, por lo tanto, aunque se esforzara como lo hacía no lograba avanzar a la par de sus compañeros; aunque eso no hizo que la niña se rindiera.

Ya siendo adulta, para 1996, Marilyn recordó cuando aún era niña y jugaba en su casa del árbol.  Decidió estudiar una profesión que tuviera que ver con niños y jóvenes; eligió ser fonoaudióloga, ya que quería un gran reto.

Después de ocho años logró graduarse de la Universidad de las Américas. Britzeitha podía comprender y sentir las limitaciones de los niños; sin embargo, notó que no todos encajaban en el modelo terapéutico. Entonces, quiso conocer más sobre ese tema, especialmente del autismo. 

Fue así como siguió capacitándose, esta vez en Chile, Argentina y Perú. Recuerda que en 2011 llegó una familia desesperada por su hijo pequeño que no paraba de gritar, mirar hacia arriba o solo girar y su único alimento era arroz blanco con leche. Ya no sabían cómo controlarlo. Britzeitha junto a una terapeuta y una psicóloga de su equipo tomaron el caso y luego de estudios se diagnosticó que tenía autismo en grado tres, eso significaba que el caso sería muy complejo. 

Ellas hicieron un sistema de estructuración para observar cada gesto del pequeño y crearon una rutina para él.  El resultado fue exitoso, ya que el pequeño superó sus miedos y sus gritos pararon. Así mismo pasó con otros niños con autismo y otras condiciones. 

Su sueño llegó tan lejos que la especialista hizo su propia organización y hasta escribió un libro. Afirma que sus metas en la vida fueron cumplidas gracias al destino y a Dios. Ella tiene una frase que dice: “Todo se puede y realmente se puede”, esto significa que nunca debes pensar en que no es posible conseguir algo, sino que tienes que creer en ti mismo y en que lo puedes lograr, ya que la mejor medicina es tener pensamientos positivos.  

Britzeitha afirma que necesitamos visualizar cosas bonitas, creer en nosotros mismos y también poner el esfuerzo y empeño necesarios para cumplir los mayores logros en esta maravillosa vida, “siempre pensando que somos mentes brillantes con corazones llenos de luz”.

Una noche, puse atención a un programa que mi madre observaba en nuestro viejo televisor y me di cuenta de que era un documental acerca de una hermosa mujer que conmovió al mundo entero con sus acciones. Era Diana Frances Spencer, a quien la gente solía llamar Lady Di o la Princesa del Pueblo. Tomé asiento para saber quién era.

¡Naveguemos por la vida de Diana de Gales, les aseguro que será un viaje de amor y de inspiración! Su travesía inició en Park House, el 1 de julio de 1961. Llegó detrás de tres hermanos y aprendería a ir contra la corriente.

Diana era un pequeño capullo que fue creciendo hasta convertirse en una hermosa flor. Las primeras luchas con los remolinos de tristeza se dieron desde su infancia, ya que ella quería nadar en la delicada y suave disciplina del ballet, pero en su barco no había espacio para esto debido a que era muy alta; tampoco para que estuviera en la revista de las mejores estudiantes promesas, puesto que no le iba muy bien en la escuela. Sueños frustrados y tropiezos académicos, pero después todo cambiaría.

Luego de realizar estudios en Suiza, entre 1977 y 1978, Diana regresó a Inglaterra, a la capital. La pasión tocó su puerta el 29 de julio de 1981, fecha en que los tallos de rosas se ataron a Diana y al príncipe Carlos para crear un lazo de eterna unión, el gran problema es que Diana solo tenía las espinas y Carlos todas las flores, incluso de otro jardín. Consiguió el título de princesa, siendo la rebelde del palacio; con el poder que tenía, haría que su voz fuera escuchada, pero no sería un grito para dar órdenes, sino un susurro de amor.

Lady Di fue la Princesa del Pueblo porque tenía las llaves del cariño entre sus manos, que eran saber escuchar y respetar. Algo que admiré de ella fue su autenticidad. Siempre escuchamos que debemos dar la mejor versión de nosotros mismos, pero ¿qué pasa con la verdadera? Nuestra alma debe fluir junto con el río de la vida y tenemos que mostrar nuestras cicatrices, miedos, desilusiones y fortalezas. Así lo hizo Diana al hablar de sus problemas en su matrimonio, pero ambas partes estaban floreciendo para otra persona.

De Diana nacieron Guillermo y Enrique, hijos a los que crio como lo que eran, humanos igual que ella, saliéndose del estricto régimen de la monarquía. Fue una madre excepcional que siempre veló por sus pequeños, acompañándolos en sus actividades escolares y vacaciones, aunque a veces sus compromisos como realeza no se lo permitían.

La princesa siempre estaba a la moda, era esbelta y lucía hermosas prendas que rompían el protocolo: pantalones, vestidos, faldas. Diana no le ponía etiquetas a la ropa para establecer si era de hombre o mujer, ella simplemente se vestía cómoda, sin hacer caso del qué dirán.

En París, la capital del amor, tuvo lugar un acontecimiento que traería una ola de tristeza a todo el mundo: el barco de Diana se hundió en el mar de la muerte el 31 de agosto de 1997, en un accidente automovilístico. Dios, ¡cuántas lágrimas se derramaron ese día! Se había ido una madre, una hermana, y aunque no llegó a ser coronada, se había ido una reina.

Un triste sábado con un sombrío velo de tristeza reunió a una gran multitud en el funeral. Aquel terrible 6 de septiembre de 1997 dos mil millones de personas vieron, a través de una pantalla, el último adiós de Diana. Personalidades en todo el mundo estaban conmovidos, la Madre Teresa que compartía con Lady Di la bondad y el amor hacia las personas, se mostró muy afectada por su fallecimiento.

El alma de Diana quedó en las personas a las que ayudó. Dejó un legado a las futuras generaciones que será difícil olvidar. Mostró que estaba hecha de carne y hueso.

Muchos medios de comunicación hablaron de la muerte de Diana, decían que no fue un accidente; pero qué importa la causa, lo que vale es que Lady Di fue una mujer amada por el mundo entero. En mi caso, siempre la admiré. Diversas mujeres han sido inspiradas por el noble corazón de la princesa y muchas de ellas lucharán para que su mundo sea mejor.

En mi corta vida no había conocido a una persona tan amable, dulce, perseverante y devota a Dios como Vielka Chiari Rivera. Hija, madre, esposa, profesora, contadora, profesional exitosa, mujer de fe y muchas virtudes más la caracterizan a sus 73 años.  

Nació en 1949, de padre católico y de madre metodista. De niña soñó con ser modista; sin embargo, la idea de sus padres fue muy distinta y estudió Perito Comercial con Énfasis en Contabilidad. Fue difícil, pero se hizo merecedora de una beca. 

Sus progenitores la enviaron a un colegio mixto y bilingüe a los doce años, lo que le costó mucho. Recuerda que uno de los profesores del colegio les repetía una frase que particularmente a Vielka no le gustaba: “Solo sirven para freír patatas, no vale la pena malgastar los recursos de sus padres”. Siempre sintió que a ella le resonaba más esta expresión en la cabeza, quizás porque aún no se imaginaba que su futuro sería bendecido.

Luego, a Vielka se le manifestó una enfermedad que le agotaba mucho y que preocupó a todos: hemofilia. Por si fuera poco, sus padres se divorciaron y su madre se volvió a casar; afortunadamente, su padrastro la ayudó mucho con su problema de salud y con los deberes escolares. Esto fue un respiro para llevar tantas cosas a la vez, luchando siempre, con el pensamiento positivo y una gran sonrisa.

Vielka culminó la secundaria con honores y el día de su graduación dirigió su primer poema a sus compañeros; de hecho, en la actualidad es una gran poetisa y suele recitarle a sus alumnos en clases. 

A principios de su carrera universitaria y laboral Vielka sufrió un accidente automovilístico que la obligó a retirarse del trabajo. Estaba comprometida, se casó a los veintiún años y junto a su esposo se radicó en Alemania.

En aquel país obtuvo un trabajo y nació su primera hija. Además, sin darse cuenta desarrolló la vocación de enseñar español cuando escuchó a niños puertorriqueños y mexicanos entremezclar las palabras del idioma con las del inglés, y pensó: “Esto no puede ser, o es español o es inglés”. Así hizo sus pinitos como educadora. 

Tras dos años y tres meses de vivir en Alemania, Vielka volvió a Panamá, con la sombra de un fracaso matrimonial, una hija pequeña y embarazada de otra. Pero ni eso la dejó caer, ella sabía que servía para algo más que freír patatas.

Pese a su enfermedad terminal, la mujer ha ganado premios de excelencia nacionales e internacionales, dejando a Panamá muy en alto. Ha dedicado gran parte de su trabajo para mujeres, niños y adultos mayores en la Iglesia Metodista de Panamá y ha publicado artículos de su profesión y de poemas; también ha escrito obras de sus experiencias y de la fe cristiana, entre ellos el libro electrónico Abrazos de fe en el cual enseña el respeto a la convivencia.  Nunca ha dejado de luchar, de servir a los demás y de sonreír, por esto y más la considero una dama destacada del país.

Hace poco tiempo a Vielka le diagnosticaron esclerosis sistémica, no obstante, ella sigue sonriendo y dice: “No estén tristes, más bien alegrémonos que estoy aún con vida y que me dan su energía y alegría”… Para mí es una mujer digna de admirar y ejemplo a seguir de cualquier joven.

Su fe en Dios, su servicio a niños, jóvenes y adultos mayores, sus enseñanzas de Contabilidad, sus poemas, sus reconocimientos que con mucha humildad y satisfacción nos enseñó y hasta los cantos cristianos que nos llenaron de fe aquel día cuando la conocí en nuestra escuela Wisdom Academy, así como su continua vocación por enseñar permiten que Vielka siga sonriendo y diciendo “sí se puede”.

Queridos lectores, la historia que acaban de leer la escuché de una mujer admirable, cuyas palabras podemos seguir recordando en un futuro: “A pesar de todos los tiempos difíciles, siempre hay que estar positivos y nunca rendirse”.

Mi madre estaba sentada en el sofá una tarde cualquiera revisando su cuenta de Instagram. Mientras, yo me perdía haciendo algún dibujo. ¡Debía encontrar algo qué hacer! En tiempos de pandemia y confinamiento las actividades eran escasas. Pero en ese momento, ella me llamó para que me acercara y leyó una publicación que despertó su interés. El anuncio decía: “Clases de arte por Zoom, los miércoles, de 3:00 p. m. a 4:00 p. m.”. ¡Me llené de emoción! Yo aprovechaba cualquier oportunidad para crear. Buscaba inspiración a mi alrededor cada instante. A partir de febrero participé de ese encuentro que disfrutaba inexplicablemente, realizado por la Fundación Olga Sinclair.

Así encontré a quien se convirtió en mi referente: Olga Sinclair. Para una joven como yo es maravilloso tener a quien admirar. Lo considero un estímulo para mi desarrollo artístico, pues ilumina mi camino con pasos a seguir. Desde que tomé sus clases e indagué sobre ella, descubrí que tenemos mucho en común. Me cautivó todo lo que ha logrado con su talento, siendo panameña como yo. Desde temprana edad supo que el arte era a lo que quería dedicarse profesionalmente, y me sentí completamente identificada con ella.

En cuanto a su fundación, en el año 2010, una valiosa donación lo cambió todo. Olga recibió un edificio en el Casco Antiguo, que convirtió en la base de su organización. 

Y todo obra en virtud de sus principios. En diversas ocasiones ha expresado que lo más importante en la vida es aportar algo a este mundo. En su caso, ella lo hace a través de los niños. Su fundación ayuda a promover el arte, no solo en la juventud panameña, también a nivel internacional. Desde hace más de una década ha logrado inspirar a miles, incluyéndome.

Cuando la pandemia golpeó al mundo provocando un confinamiento indefinido, Olga empezó las clases de arte digitales. Miles de niños se conectaban para crear e inspirarse. Cada miércoles yo agarraba mis pinceles y colores, preparaba un amplio espacio para trabajar y esperaba con ansias que me aceptaran en la reunión virtual. 

Recuerdo vívidamente la clase del 14 de junio. El maestro dijo: “Haremos un paisaje usando técnicas de perspectiva y dándole vida con colores vibrantes”. Me inspiré, pinté una calle de adoquines repleta de edificios coloridos a un lado y árboles al otro. Al fondo, edificios cuya silueta se distorsiona por la lejanía; mientras que en los más cercanos se aprecia cada ladrillo, cada puerta, cada ventana… ¡Quedé atónita con el resultado! Aunque en cada lección realizaba obras únicas, esa es mi favorita. Para muchos niños sin nada que hacer y encerrados por prevención, estos encuentros en línea lo cambiaron todo.

La artista contó en una entrevista para el canal RT lo satisfactorio que era despertar cada mañana para encontrarse con montones de mensajes de padres agradecidos porque les dio a sus hijos la oportunidad, no sólo de recrearse y aprender, sino de crear bellas piezas, compartir y potenciar su desarrollo cultural. Aquellas jornadas fueron inolvidables para mí y todavía, cuando tengo la oportunidad, me uno a ellas. 

Es una mujer que, con esfuerzo y dedicación, ha demostrado hacer lo posible para alcanzar lo que se propone. Cuando dijo en una entrevista “no puedes vivir sin arte” me conmovió mucho, pues el arte lo es todo para mí. 

Indudablemente, Olga Sinclair ha dejado su huella logrando inspirar a muchos, pero en tiempos de la crisis sanitaria fue más allá. Con pinceladas de color llenó mi corazón.

La primera vez que vi su retrato le pregunté a mi madre el nombre de la mujer en la pintura: «Es Frida Kahlo, una inspiración del arte”, respondió.

En ese momento empecé a investigar sobre ella. Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón fue una pintora que nació el 6 de julio de 1907 en Coyoacán, México. La temática de sus obras gira en torno a su biografía y a lo que ella llamaba su «propio sufrimiento”. Es la autora de 150 obras, principalmente autorretratos, en las que dejó plasmadas las dificultades que tuvo en su vida. En México es considerada un ícono pop.

En 1993 dio a conocer sus pinturas en Francia gracias a una invitación de André Breton, quien afirmaba que su obra era «surrealista”. Aunque Kahlo solía decir que este término no era para ella: «Pensaron que era surrealista, pero no lo era. Nunca pinté sueños. Pinté mi propia realidad”, aclaró a sus críticos, según el Museo de Arte Moderno.

Conocí sobre la triste historia de su accidente en el tranvía el 17 de septiembre de 1925; su columna vertebral quedó partida en tres partes, sufrió fracturas en sus costillas, clavícula y tres en el hueso pélvico. Este suceso le causó un dolor crónico e hizo que Frida llevara un corsé de yeso toda su vida. Atrapada en su cama, surgió su amor por la pintura, y realizó sus primeras obras mientras sufría las tormentosas recuperaciones.

Un dato curioso de esta artista es que, cuando era niña, luchó con un caso grave de polio que le dejó varias discapacidades. Según Frida, la enfermedad hizo que su pierna derecha fuera más delgada que la izquierda, por lo cual la cubría con sus largas faldas.

En 1929 contrajo matrimonio con Diego Rivera, aunque también sostuvo aventuras con otras personas de ambos sexos. Con su esposo compartió un vínculo creativo, odio, un divorcio en 1939 y luego de un año volvieron a contraer nupcias. Gracias a esta relación, Frida creó el “Autorretrato con collar de espinas y colibrí”, obra que llama mi atención por su significado, ya que el collar de espinas representa la corona de Cristo, mostrando la humillación y el sufrimiento que ella padeció. El colibrí es un símbolo del folclore mexicano que significa la suerte en el amor. El gato negro es un amuleto de mala suerte. El mono puede tener muchos contextos, pero para Kahlo era el amor que no recibía de su marido, también puede ser el hijo que nunca tuvo debido a su condición física.

Muchas de las obras reconocidas de Frida tienen inspiración en sus experiencias personales, bastante dolorosas, como su tormentoso matrimonio, abortos involuntarios y procedimientos médicos complejos. Sus retratos representaban toda esa tortura, tanto física como psicológica, que padecía la pintora.

La curiosa ropa que lucía esta creadora mexicana, y que podemos apreciar en muchas de sus obras, también la hacían auténtica. Según un artículo de CNN en Español, Kahlo mezcló intencionalmente la moda occidental con la vestimenta tradicional indígena para hacer una declaración política sobre identidad cultural, nacionalismo y feminismo.

Para muchos, Kahlo era una artista adelantada a su tiempo, pensamiento que comparto, pues era una visionaria e incluso una rebelde que revolucionó la cultura con sus pinturas. Evidenció que una obra expresa mucho y que su verdadera belleza no es el trazo, ni el color, sino su historia. Para mí Frida es un ejemplo, pues demostró que ni siquiera una incapacidad es impedimento para cumplir los sueños.

Recuerdo las largas charlas que tenía con mi padrastro los fines de semana, después de comer y habernos relajado, acerca de cualquier tema que nos interesara. De lo que más solíamos hablar era acerca de la ciencia y de sus figuras más destacadas. Una de las que más me atrajo fue Marie Curie.

Lo más seguro es que la conozcas o hayas escuchado de ella por los importantes logros a lo largo de su carrera. Como un interesado en el tema, puedo contarte un poco sobre quién fue esta gran mujer que revolucionó la química y la física, ganadora de dos Premios Nobel.

Marie Salomea Sktodowska-Curie nació en Varsovia, Polonia, el 7 de noviembre de 1867. Mejor conocida como Marie Curie, fue una física y química a quien, desde muy pequeña, su padre le inculcó disciplina, pasión por las ciencias y valores. Era la menor de cinco hermanos en una familia muy culta, pero de pocos recursos. Siendo aún muy niña, su hermana mayor y su madre fallecen de tuberculosis, y, si bien esto le afectaría gravemente, no fue lo suficientemente contundente como para derribarla, pues continuó siendo una excelente alumna, la mejor de su clase.

Finalmente, terminaría sus estudios básicos e intentaría hacer los superiores; sin embargo, debido al gran machismo de la época, en su país había una ley que impedía a las mujeres asistir a la universidad. Esto no detendría a Marie, cuyo sueño era estudiar en París, específicamente en La Sorbona. Así fue como ideó un plan: trabajar para costearle los estudios a su hermana Bronia, quien luego le retribuiría de la misma forma. Esta estrategia tuvo éxito y Marie obtuvo la licenciatura con la mejor nota en Física y la segunda mejor en Matemáticas.

Un día, a Marie Curie le dijeron que se reuniera con un científico de nombre Pierre Curie para que le ayudase en sus investigaciones. Lo que ella no esperaría jamás es que se terminarían enamorando y luego casándose, en 1895. Junto a su esposo hicieron una de las más grandes duplas de la historia de la ciencia, logrando hazañas importantes. Gracias a un aparato hecho por Pierre, Marie pudo investigar la piedra pechblenda a mayor detalle, notando ciertas particularidades que posteriormente le llevarían a encontrar un nuevo elemento llamado Polonio (nombre en honor a su país); además de hacer dos de las más grandes contribuciones a la historia de la ciencia: la radioactividad, un fenómeno atómico con muchos usos (uno de los cuales es encontrar nuevos elementos) y el posterior descubrimiento de otro elemento nuevo al que llamó Radio.

Debido a sus grandes éxitos científicos, Marie fue nominada, junto con su marido Pierre, al Premio Nobel de Física. En la ceremonia de entrega, ella fue totalmente ignorada y, ante esta situación, Pierre decidió no aceptar el galardón haciendo reconsiderar la decisión del comité del premio. Finalmente, Marie pudo recibir el galardón, convirtiéndose en la primera mujer en conseguir el Premio Nobel de Física.

Su marido murió en 1906, durante una noche de lluvia, al cruzar la calle, se resbaló y la rueda de un coche le atravesó el cráneo. El fallecimiento de su esposo deprimiría mucho a Marie, quien se refugiaría en su laboratorio. Tiempo después, encontraría en su primera hija Irene el sustituto de labor perfecto y junto a ella siguió realizando sus investigaciones. En 1911 obtuvo un segundo Premio Nobel en química debido al descubrimiento del Polonio y el Radio, convirtiéndose así en la primera persona en la historia en lograr tal hazaña.

Marie e Irene trabajaron durante la Primera Guerra Mundial tratando a los heridos en lo que se conocía como las pequeñas Curie, unas diminutas ambulancias equipadas con rayos X que permitían conocer la situación del paciente con más facilidad.

Marie Curie muere en 1934 a causa de una anemia aplásica, producto de una sobreexposición a la radioactividad. Como dato curioso, la científica dormía con una ampolla de sales de radio en la cabecera de la cama.

Puedo decir que Curie es una gran inspiración para todo aquel que conozca su historia, fue una mujer sin límites a quien no le importaron las creencias machistas de la época y decidió seguir sus sueños.

Además de darme otro deseo: viajar a París, Francia, y poder visitar el instituto Curie fundado por ella.

Recuerdo una tarde, cuando me encontraba viendo una serie de televisión que incluía entre sus temas el segregacionismo de los años 60, que me pregunté: ¿Quiénes fueron las personas que influyeron en la lucha contra el racismo? Investigando, encontré a una valiente mujer que se alzó por sus derechos: Rosa Parks.

El 4 de febrero de 1913 nació Rosa Louise McCauley Parks, en Tuskegee, Alabama, Estados Unidos. Su padre era James McCauley, un carpintero, y su madre, Leona McCauley, maestra.

Parks vivió sus primeras experiencias con la discriminación en su infancia, le tocó ver cómo su abuelo salía de su casa con una escopeta mientras los miembros del grupo terrorista Ku Klux Klan marchaban calle abajo. También durante sus estudios, ya que asistió a una escuela de segregación racial y, de primer a sexto grado tuvo que ir caminando porque los niños negros no podían viajar en autobús, como lo hacían los blancos.

Con dieciséis años abandonó sus estudios para poder atender a su abuela y a su madre enfermas, no pudo retomarlos, pero consiguió trabajo como costurera en una fábrica de camisas de Montgomery.

En 1932 contrajo matrimonio con Raymond Parks, un barbero de profesión y miembro activo de la NAACP (National Association for the Advancement of Colored People). Así fue como Rosa Parks se involucró activamente en asuntos de derechos civiles. En 1949 se convirtió en asesora de esta asociación.

Según un artículo publicado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México, la historia de Rosa es la de «una mujer segregada por la doble violencia del machismo y el racismo, de una luchadora inalcanzable».

Pero, se preguntarán: ¿Qué fue lo que hizo esta mujer para convertirse en una pionera en la lucha por los derechos de las personas de color? ¡Los invito a que sigan leyendo!

El 1 de diciembre de 1995, Parks regresaba de su trabajo en Montgomery, abordó el autobús y se sentó en los lugares permitidos para personas consideradas de color; conforme el vehículo recorría su ruta, los asientos comenzaron a llenarse y algunas personas blancas quedaron de pie. Al percatarse, el conductor detuvo la marcha y les pidió a tres mujeres negras que se levantaran (según las normas en ese tiempo, las personas negras tenían que ceder su asiento si había personas blancas de pie), entre ellas se encontraba Parks, quien se negó incluso cuando el chofer la amenazó con denunciarla. Finalmente, Parks fue arrestada y condenada por desobedecer el ordenamiento municipal.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, menciona en una publicación que Rosa dijo que no se levantó “porque estaba cansada”, pero no físicamente sino de ser tratada como una ciudadana de segunda.

Luego del arresto de Parks, se desató una protesta que consistía en que las personas consideradas negras no usarían los autobuses. Esta población representaba un 70% de los usuarios. Las autoridades pensaron que la acción duraría muy poco tiempo, sin embargo, se extendió 381 días, por lo que la ley tuvo que ser cambiada. En noviembre de 1956 el Tribunal Supremo de Estados Unidos declaraba inconstitucional la segregación racial en los autobuses y los usuarios podían sentarse donde quisieran.

“No tenía idea de lo que mis acciones podían provocar”, dijo Parks al darse cuenta de lo que había logrado y lo que la llevó a convertirse en la madre del Movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos. La NAACP le concedió en 1979 su galardón más importante, la Medalla Spingarn, y en 1996 el presidente Bill Clinton le otorgó la Medalla Presidencial de la Libertad.

Murió a los 92 años, en octubre de 2005, fue velada en el Capitolio de Washington. Se convirtió en la primera mujer afroamericana en recibir este honor, concedido solo a 28 personas en la historia estadounidense.

“Mi abuelo y mi madre me dieron el espíritu de libertad… me enseñaron que no tenía que sentirme inferior a nadie por mi color de piel”, expresó alguna vez Rosa Louise McCauley Parks.