Una ciudad tendida sobre un istmo es el orgullo y fervor de los panameños.

Panamá La Vieja, fue la primera gran ciudad del océano Pacífico y fuente de grandes tesoros; una maravilla que logró conectar por primera vez etnias y culturas que hoy nos definen. Aquí nació el deseo de pertenecer a estas tierras. Este es uno de los legados más importantes que nos dejaron nuestros antepasados. Pero me pregunto: ¿qué historia esconde detrás de sus muros?

Un 6 de enero de 1671 un filibustero galés asaltó la calma del caribe panameño. Se acercó con más de dos mil hombres armados y embarcados en cuarenta navíos. A través de una carta se le dio la instrucción a Henry John Morgan de atacar a los enemigos de Inglaterra y hacer que los habitantes juraran lealtad a la corona, no obstante, este solo fue el comienzo de un plan de ataque que le llevaría a atravesar el istmo para pronto saquear la ciudad de Panamá.

Los corsarios partieron desde el fuerte San Lorenzo hacia Panamá.  En el poblado de Guayabal estaba el primer intento de resistencia armada española que no logró detenerlos. El plan de Morgan era marcar los senderos por mil doscientos piratas para que coincidieran en la ciudad, provocando sorpresa en los habitantes.

Su estrategia dejó confundidos a los españoles, pues Morgan se adelantó con doscientos de sus mejores tiradores. La caballería española avanzaba con gritos al mando, mientras eran aniquilados por los disparos de los terribles piratas; los españoles empujaron el ganado para agredirlos y crear confusión. En poco tiempo los mismos españoles se retiraron del campo de la batalla.

El terror avanzaba rápidamente por las calles con la presencia de los piratas. Provocando una estampida de la muchedumbre que buscaba huir del desafortunado destino. Era demasiado tarde para mirar atrás, Morgan había tomado la ciudad de Panamá.

Con los primeros saqueos las llamas se extendieron rápidamente por toda la ciudad, pero ¿Fue Morgan quien inició el incendio?

Antonio Fernández de Córdoba, el gobernador de la ciudad dio la orden de incendiar el polvorín. Lugar donde se guardaba la pólvora y demás municiones.

La ciudad en llamas era el telón de fondo de una obra que solo estaba por comenzar.

El libro de Alexandre Exquemelin, médico de confianza de Morgan, detalla cómo torturaron a hombres para obtener información de dónde se encontraba el oro.  El daño fue incontable.

Luego del ataque de Morgan decidieron mudar la ciudad a un área más segura situada en el “Sitio del Ancón”, lo que actualmente es el Casco Viejo. Se construyeron iglesias, calles y viviendas.  Amurallándola para protegerla de otro ataque, evitando que se repitiese en los fracasos del pasado.

Poco a poco fueron desmontando la vieja ciudad, dejándola en un bosque oculto, ignorando su agonía y dolor.

Miles de personas buscaron un nuevo asentamiento en la nueva Panamá, haciéndola florecer hasta llegar a ser la gran metrópolis que hoy conocemos. De ese Panamá que somos actualmente, ¿qué le debemos a la vieja ciudad?