Mis recuerdos mas preciados

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En ese momento no tenían gran significado, pero ahora son los recuerdos que más atesoro. En 2019 fui a Venezuela a pasar Navidad y Año Nuevo con mi familia. Obviamente estaba emocionada, ya hacía tiempo que no los veía en persona. Siento que esa fue la primera Noche Buena donde comprendí su verdadero significado: pasarla junto a los que más quieres. No digo que estas festividades en Panamá hayan sido malas, solo un tanto solas; a pesar de que a veces venían amigos, simplemente no era lo mismo.

Saliendo del aeropuerto tuve sentimientos encontrados: percibí que todo había evolucionado, y al mismo tiempo que nada cambió. Valencia no es una ciudad muy grande, así que antes veía siempre a las mismas personas, pero algunas ya no estaban o no las recordaba, pues me fui cuando tenía seis años. Por un lado, la nostalgia noqueó mi mente al ver el parque, el vecindario y los lugares donde crecí. Por otro lado, un tipo de culpa también se coló, puesto que no era lo mismo. Se sintió raro volver después de tanto tiempo. 

Aunque debo admitir que hablar con mi amiga de la infancia fue muy bonito, ya que recordamos las cosas que solíamos hacer de pequeñas, también se sintió raro porque ambas habíamos crecido. Ir a mi antigua casa fue una experiencia única: al abrir la puerta, la humedad evocó los recuerdos que se habían quedado atrapados ahí. Al entrar a mi cuarto de paredes moradas y rosadas me sentí de cinco años otra vez; la gran cantidad de juguetes que había dejado atrás me recordaron aquel plan original de regresar un par de años después de la partida. Hoy, llevo casi siete en Panamá; estando aquí he considerado donar algunos de esos juguetes porque a mis trece no juego con muñecas ni peluches, pero he sido incapaz, por alguna razón aún tengo apego a ellos.

En el parque parecía una niña pequeña, a pesar de que en ese momento tenía diez años. Se sintió bizarro subir en los columpios que consideraba gigantes, cuando tenía cinco, y ver que no se trataba de que los balancines eran enormes, sino de mi pequeña estatura. Mis recuerdos no concordaban con la realidad. 

En Navidad bailé, jugué y abrí regalos, me divertí como nunca. En Año Nuevo hubo fuegos artificiales y bengalas e hice la cuenta regresiva. En los últimos días de mi estancia se empezaron a escuchar los rumores del covid-19 y que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, había mandado asesinar a cierto líder terrorista; pero no le presté mucha atención. 

Esa fue la última vez que visité Venezuela antes de que el mundo entero cambiara a causa de la pandemia. Son mis recuerdos más hermosos porque son junto a mi familia entera, antes de que mi vida diera un giro de 180 grados. Como dice el refrán: “Éramos felices, y no lo sabíamos”… Ahora reconozco que esos son mis recuerdos más preciados.