Entre la belleza natural y la inconsciencia ciudadana

, ,

Hace un año visité junto con mis padres y amigos un pintoresco lugar conocido como el “santuario de la naturaleza”, donde es posible escapar de la vida cotidiana para disfrutar de momentos inolvidables.

Llevamos comida para hacer un picnic, y también a Honter, la mascota de la familia. Lo primero que hicimos fue explorar y visitar algunos de sus senderos, después buscamos un lugar para instalarnos. Observé los árboles y las ardillas que subían y bajaban por las ramas.  Para mi sorpresa, ¡había personas arrojando desperdicios al suelo, teniendo al lado un basurero!

Es sorprendente que la gente deje latas de refrescos, restos de comidas, envoltorios de dulces y envases de bebidas desechables en medio de la naturaleza sin prever un accidente, a pesar de que se brinda orientación constante sobre el cuidado del medioambiente, así como de las opciones para desechar correctamente y de manera clasificada la basura.

Es insólito tener que soportar tantos descuidos, aún con acceso a cestos de basura con solo cruzar la acera. Queda claro que, durante el verano, los fines de semana y vacaciones, el nivel de visitantes en el Parque Metropolitano aumenta, pero la responsabilidad sobre el buen manejo de los desechos no debe ser atribuida solo a los trabajadores del sitio. Debemos poner de nuestra parte. Además, sería ideal que se coloque un tinaco para que los consumidores depositen allí los sobrantes.

Por otra parte, es necesario profundizar en las aulas de clases sobre el respeto hacia nuestro ambiente, para estar conscientes de la importancia del comportamiento individual y colectivo, así como de la responsabilidad de no empañar el paisaje urbano en los lugares de recreación y diversión. Además, hay que reflexionar sobre el hecho de que la contaminación es la causa de muchas enfermedades a nivel mundial.

Luego de ver este panorama gris nos fuimos a jugar con Honter. A punto de partir, vi a un joven arrojando basura al césped, así que la recogí y con mucha amabilidad le dije: “Disculpe, no debería arrojar desperdicios en este lugar, ya que aumenta más la contaminación y le hace daño a los animales y plantas”. Al parecer, el chico creó conciencia, porque agarró la basura de mi mano y la depositó en el tinaco.

Este parque es un lugar público muy concurrido, con paisajes inspiradores y fascinantes, donde es posible aprender sobre los distintos seres vivos que en él habitan.  Procuremos con trabajo mejorar la educación y protección de nuestros espacios.