Ellen Gould Harmon White (26 de noviembre de 1827 – 16 de julio de 1915) fue una cristiana estadounidense cuyo liderazgo ayudó al establecimiento de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
Elena de White, como también se le conoce, fue además una escritora prolífica. En 1851 publicó su primera obra. Escribió sobre educación y salud, entre otros temas. Leía mucho, se dio cuenta de que estudiar a otros colegas le ayudaba en su propia redacción, mientras presentaba las verdades que Dios le revelaba en visiones.
Durante el transcurso de su vida escribió unos 5000 artículos para revistas y más de 100 libros. No recibió enseñanza básica, no tuvo la oportunidad de asistir al colegio. Jamás imaginó que lograría redactar tanto. Al leerla es sorprendente la firmeza de sus relatos. También admiro sus vivencias y sus fuentes de inspiración.
De sus libros, mis favoritos son: El conflicto de los siglos, Patriarcas y profetas, Eventos de los últimos días. Estas obras, inspiradas por Dios y escritas con sabiduría, son motor de vida y aprendizaje para tantos lectores. Sus publicaciones han transformado muchas almas, ya que hablan de Dios, consejos de vida y cómo actuar de manera sabia. En sus páginas encuentro esa orientación necesaria para encaminarme por el lado correcto.
Elena era amorosa, un ejemplo a seguir y siempre dispuesta a ayudar a las personas. Promovió el vegetarianismo, así como la temperancia y la evangelización, hábitos de vida que ella practicó.
Su historia y sus libros son de gran inspiración y motivación. Fue una mujer de fe y tuvo un buen corazón. Fue admirable, ya que padeció dificultades físicas y espirituales, pero salió adelante en todos los aspectos de su vida. La humildad fue una de sus virtudes, y su trato hacia los demás la hicieron una persona especial.
Escribió que “la verdadera temperancia nos enseña a abstenernos por completo de todo lo perjudicial y a usar cuerdamente lo que es saludable”. Recordaba que los malos hábitos y cuerpos malsanos no pueden servir a Dios con fervor, perseverancia y pureza, como sí lo pueden hacer las personas puras de almas y vigorosas. Un organismo enfermo afecta al cerebro, comentaba. Con la mente servimos al Señor, la cabeza es la capital del cuerpo. Me impresiona cómo sus textos incitan a evaluar nuestras conductas y someternos a la voluntad de Dios.
Sus libros también giran en torno a las profecías bíblicas, en particular a las del libro de Apocalipsis, que a la larga son un reflejo histórico y escatológico de la lucha entre Dios, el Cordero, su santuario y la verdadera adoración, versus el dragón, sus estratagemas y la falsa adoración impuesta por él. Expresaba cómo actuar a través de estos mensajes y el resultado era convivir mejor con nuestros semejantes.
Para mí es gratificante escribir de esta gran mujer, escritora prolífica y humilde profeta, cuya pluma inspirada nos ayuda a entender de una forma más clara el mundo en el que vivimos. Sus libros también permiten comprender mejor el amor de Dios al entregar a su hijo para que la raza humana tenga esperanza de salvación.