Un día me acerqué a mi abuela Lydia Maduro y le pregunté: «¿Cuál fue tu historia con Noriega?». Entonces ella empezó a contar: «Los panameños estábamos viviendo bajo un régimen dictatorial, eso quiere decir que no había elecciones libres. Los militares al mando. Había un dictador llamado Manuel Antonio Noriega que, al quitarnos nuestros derechos, hacía muchas cosas para que los panameños no tuviéramos oportunidades de elegir a nuestros gobernantes».

Noriega, prosiguió mi abuela luego de suspirar, entre sus acciones más feas mandó a matar a un médico, Hugo Spadafora, y le echó la culpa a alguien más. Después un coronel, Roberto Díaz Herrera, admitió en un canal de televisión que sí habían sido miembros de las Fuerzas de Defensa de Panamá, o sea los soldados, quienes habían asesinado a dicho galeno.

“Entonces el país se levantó indignado y empezó nuestra lucha por la libertad. Nosotros nos despertábamos, íbamos a trabajar y al medio día todo mundo dejaba de hacer lo que estuviera haciendo. Andábamos vestidos de blanco y nos parábamos en la Calle 50 de la ciudad capital con pañuelitos blancos, como símbolo de la paz, a pedir que nuestros derechos se validaran, a pedir por la libertad, por los derechos humanos y que nos respetaran como ciudadanos. Y por eso nos golpeaban y nos perseguían», recuerda mi abuela.

En una ocasión, estando en el Hotel Marriott, luego de una marcha de la Cruzada Civilista (movimiento nacional a favor de la democracia), los militares llegaron en un camión grande y dispararon agua con añil en vez de balas y enseguida gases lacrimógenos. «Estaba viendo cómo golpeaban a una señora y entonces les gritaba: ‘¡Salvajes!’. De repente, todos los manifestantes dentro del hotel corrieron por las escaleras y se metieron en las habitaciones que encontraban abiertas; cuando volteé para empezar a huir, un hombre me puso una pistola en la frente y me dijo: ‘Tú vienes conmigo’. Me agarró la mano y me metió en un carro de la Policía junto a otras personas, nos llevaron a la Cárcel Modelo, que hoy en día ya no existe», detalla.

Mi abuela expresa que la metieron en una celda oscura, sin nada más que el piso frío. Había una muchacha presa, era la única que estaba en aquel lugar y tenía un tapete donde dormía, que compartió con las nuevas visitantes. «Allí pasé la noche, con otras tres mujeres que también metieron en la cárcel ese día y al día siguiente nos sacaron porque nuestros familiares tuvieron que pagar para poder salir”.

En otra ocasión, rememora mi abuela, los militares se la querían llevar cuando vinieron a la casa en la mitad de la noche a buscar al abuelo Waggy, quien tuvo que tirarse por la pared de atrás de la vivienda colindante con la Embajada de Uruguay. «Como todos teníamos los teléfonos de cada uno y ya sabíamos que era muy posible que fueran a buscar al abuelito o alguno de los otros vecinos durante la noche
—porque eso es lo que solían hacer para meternos presos—, entonces yo llamé a mi vecina y ella a otra… y así todos fueron haciendo lo mismo. Entonces, los residentes salieron en pijama a las dos o tres de la madrugada y no me llevaron gracias a la presión de todos ellos. Me querían agarrar porque tenían rabia de que no habían encontrado al abuelito», comenta.

Después de ese incidente, el abuelito Waggy decidió que, para la seguridad de toda la familia, lo mejor era irse a Estados Unidos. Los estadounidenses lo sacaron por avión desde la antigua base de Albrook, mi abuela tuvo que regresar a su hogar a vender lo que podía y salir de Panamá por unos meses. «Me tenían chequeada y todo lo que decía por teléfono lo escuchaban». Al final, mi abuela también abandonó el país debido al régimen de Noriega.

1 comentario
  1. hguevara18
    hguevara18 Dice:

    Saludos Emilia, te comparto un par de comentarios en aras de mejorar tu trabajo:

    – Me parece que no vi el nombre de tu abuela; identifiquémosla desde el primer párrafo. Su nombre y su edad.

    – Es necesario ajustar la forma en la que se cuenta la historia. En lugar de grandes párrafos entrecomillados, es mejor que sigas la línea con la empezaste: ***Un día lluvioso me acerqué a mi abuela (añadir nombre de tu abuela y edad) y le pregunté ¿Cuál fue su historia con Noriega?*** Y puedes seguir más o menos así: entonces ella me empezó a contar en Panamá se vivía bajo un régimen dictatorial…. y añade los datos que ya tienes, pero contados desde tu voz. Que tú cuentes la historia de tu abuela.

    – Recomiendo, como decía, que dividas los párrafos en fragmentos más cortos y que elimines los detalles que consideres menos relevantes o que no afecten el hilo o sentido de la historia.

    – Y por último, en el párrafo de cierre, me gustaría saber un poco más sobre tu abuela, específicamente qué pasó con ella luego de que Noriega fuera atrapado. ¿Volvió a Panamá? ¿Se quedó en el extranjero? ¿Cómo está hoy, más de 30 años después del fin de la dictadura militar en Panamá?

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