La cocina puede ser más de lo que imaginas
Hace mucho tiempo existía un famoso juego infantil llamado “cocinaíto”, un entretenimiento típico panameño que era la adoración de todas las niñas. Podías jugarlo todos los días sin importar si era de mañana o de noche. Era la diversión perfecta para sacar la creatividad culinaria desde temprana edad. Y así fue para Cuquita Arias de Calvo, quien a través del mismo recordaba toda la alegría que sentía en su hogar cada vez que la madre cocinaba para la familia.
Su mamá preparaba los platillos con la nana, convertía la cocina en una fiesta y siempre se gozaba en ella. Todos los días había manjares variados y exquisitos, una satisfacción para el paladar. Alimentos al estilo panameño, pero con un toque especial cubano, pues la madre era originaria de la isla caribeña. Todo lo que vivió Cuquita de niña le ayudó a crecer en ese amor incondicional que tiene por la gastronomía.
Pasó la secundaria en Nueva York (Estados Unidos), y en París (Francia) estuvo en un finishing school, donde las jóvenes aprendían las gracias sociales y se preparaban para su entrada en la sociedad.
Volvió a Panamá decidida a que por un tiempo trabajaría dando clases de cocina para niños. Cuquita no había estudiado para este oficio, pero la vida le había enseñado todo lo que necesitaba saber para hacer lo que disfrutaba. Y así fue mostrando a otros el arte culinario y la manera en la cual se puede ser muy creativo con ella.
En un punto de su vida tuvo la idea de emprender con una amiga. Empezaron con algo pequeño, vendían mermeladas y otros productos y terminaron con un restaurante catering llamado Golosinas. Aunque ese establecimiento tuvo sus pros y contras, Cuquita siempre lo disfrutó.
Con los frutos de su negocio, hizo un paréntesis y fue una de las responsables de Nutre Hogar, fundación que brinda alimento a niños desnutridos de bajos recursos económicos alrededor del país. Un proyecto que la enorgullece, ya que ayudar a otros es algo que le encanta y es mucho mejor cuando es a través de lo que más le gusta hacer.
Con el paso de los años, Cuquita empezó a ser un icono muy popular en Panamá. Su pasión, cariño y creatividad atraía a muchos extranjeros a probar nuestra gastronomía. Además, con las invitaciones que recibía para trabajar en proyectos fuera del país, contribuía a que la cultura panameña se expandiera a través del mundo.
Vivió unos años en Nueva York con su familia, donde era reconocida de una manera singular. Cada vez que en el piso de su apartamento olía a comida, era porque Cuquita había llegado. Sus vecinos le preguntaban lo mismo de siempre: «¿Cuándo iba a ser el momento en el que les enseñaría a cocinar?». Eso fue algo que la inspiró a escribir su primer libro de cocina: Panamá en su salsa.
Tras ese título salieron varios más, donde uno de ellos fue Panamá Chombo Style, obra que ganó el premio al mejor libro de cocina africana publicado fuera del continente africano, en los International Gourmand Cookbook Awards.
Cuando Cuquita pensaba que no le podría ir mejor en su vida de chef, mientras trabajaba en el Hotel Bristol, alguien le propuso cocinar para el papa Francisco durante su visita a Panamá, en el 2019. La mujer se había emocionado mucho con este ofrecimiento; a pesar de haber preparado sus platillos a príncipes y presidentes, siempre había deseado hacerlo para el sumo pontífice. Al lograrlo, sintió que había cumplido un anhelo. “Tengo dos sueños: uno cocinarle a usted, el otro, darle un abrazo”, palabras que dijo al santo padre al conocerlo. Para ella fue una experiencia totalmente maravillosa e irrepetible que guardará con cariño en su corazón, según ha expresado.
Leticia Mercedes de la Caridad del Cobre es el nombre completo de esta mujer que hoy en día sigue inspirando a muchos.
“Cuando verdaderamente tienes pasión por lo que haces, nunca te vas a cansar, y esa pasión siempre está viva en ti”, opina Cuquita.
Hola, Rebbeca, te felicito por el tono y la fluidez que lograste para tu texto. Conecta y conduce muy bien tu historia sobre una de las figuras más importantes de la cocina gourmet de Panamá.
Ahora bien, para darle más potencia quisiera proponerte algunas cosas. El arranque es una de ellas: podemos hacer que tu texto entre con más fuerza si utilizas la escena que está en tu segundo párrafo, la del cocinaíto.
Podría ser algo así: “Para las niñas con las que creció, el cocinaíto era el juego adorado. Pero para Cuquita eso significaba todavía más: le recordaba la alegría de su casa, de su mamá y su nana en la cocina. Eran sus momentos felices. Y son esos cocinaítos los que explican cómo esa niña pasó a ser una de las chefs más importantes para la cocina gourmet de Panamá, que le preparó corvina al papa Francisco, y cocinó para reyes y presidentes”… y continúas.
Es importante que localices algunas frases de Cuquita y las incluyas en tu texto, para darle vigor. Lo otro es que tengas cuidado con su nombre. Arrancas llamándola Cuquita, pero hablas luego de Leticia sin decirle al lector que se trata de la misma persona. Salvo al final, donde lo dices. Eso puede confundir porque uno llega a pensar que Leticia es otro personaje. La solución es que mucho más arriba digas que el nombre de Cuquita es Leticia.