El domingo 4 de marzo de 2018 salí de mi casa en Nuevo Emperador, Arraiján, a las
7:00 a. m. para llegar al Biomuseo, en la ciudad de Panamá. La razón para viajar tan temprano era que, para ese tiempo, el primer domingo de cada mes, desde las 10:00 a. m., la entrada era gratis; solo necesitaba presentar la cédula y estar acompañado por un adulto responsable.

Al llegar a la Calzada de Amador nos sorprendió que el lugar estaba lleno. Sin mentir, para llegar al registro tuvimos que esperar alrededor de media hora, pero después de cuarenta y cinco minutos de estar allí por fin pudimos entrar al museo. La espera valió la pena porque es un sitio maravilloso.

Por todas partes había historia de nuestro país y del mundo. Durante nuestro recorrido nos mostraron los antepasados de algunos animales y su evolución. Vimos la diferencia de tamaño en el cuerpo, las garras y los colmillos entre los pumas de hoy y los de hace más de diez mil años. También observamos la comparación entre un tiburón actual y un megalodón del pasado. 

Nos hablaron sobre la serpiente más grande que existía en el continente, la Titanoboa. También nos explicaron su método de caza, el mismo que usan las serpientes en la actualidad: contraen sus huesos y músculos para que la presa deje de respirar, así el oxígeno no llega a su cerebro y corazón. 

Además, vimos un filme de las maravillas de la biodiversidad en Panamá, desde sus anfibios como la rana punta de flecha dorada, pasando por mamíferos pequeños como los famosos ñeques, hasta el majestuoso águila harpía. En la cinta también se aprecia cómo es la alimentación de estas especies, la forma en que se defiende la rana punta de flecha y la técnica del águila harpía para cazar desde el aire.

Una de las exhibiciones detalla cómo fue el surgimiento del istmo hace más de setenta millones de años, cuando poco a poco salía del océano gracias a los terremotos marinos y las erupciones volcánicas submarinas lo cual desencadenó grandes transformaciones en el resto del mundo, como el paso de animales de Sudamérica a Norteamérica, y viceversa; además del cambio que hubo en algunas especies marinas que tendrían que alterar su curso por la aparición de una franja de tierra en medio de su camino. 

Durante esta exposición también apreciamos restos de civilizaciones antiguas que habitaban el istmo. Vimos referencias de objetos de barro como vasijas, platos, cuencas, entre otros, que usaban en sus labores diarias; también, herramientas de agricultura, que utilizaban para todo tipo de plantaciones, y armas para cazar perezosos gigantes y mastodontes.

Como siempre, estos actos llevaron a estas especies a su extinción o su evolución para poder sobrevivir, y de esta forma fue que los humanos cambiaron por primera vez la biodiversidad de Panamá.