Lunes 7 de marzo de 2022, primer día de clases. Era una mañana linda y soleada, y yo experimentaba un comienzo diferente en una escuela distinta. En el salón nadie hablaba, la mayoría eran nuevos como yo. Pero la monotonía del primer día de nuestra formación la rompió una profesora que nos pidió que cada uno se presentara. Y ahí fue cuando la conocí: su nombre era Victoria Torres y tenía trece años. Alta, pelo negro, de lentes y con una sonrisa irrepetible.

Coincidíamos en muchos aspectos, sobre todo, en lo principal: le gustaba el k-pop (música popular de Corea del Sur), mi género favorito. Así que no tardamos en hacernos uña y mugre. Me encantaban sus abrazos, tenían la vibra más bonita que se puede experimentar.

Pero Victoria tenía algo: siempre estaba enferma. A menudo vomitaba y se retiraba de las clases. Pese a eso hablábamos seguido de nuestras bandas favoritas. Me di cuenta de que era mi alma gemela en versión no romántica.

Un día, hablando con Gael, otro amigo en la escuela, escucho a Victoria llorar. Su llanto era de tristeza y su cara estaba muy roja. Seguía enferma. Pedí a la Dirección que llamaran a alguien de su familia para que la recogiera, aunque no deseaba irse. Veinte minutos después habían ido por ella, así que la acompañé, le llevé la mochila hasta la salida del plantel. Su papá la subió al auto. Ese fue el último día que la vi.

Unos días después la llamé por teléfono para preguntarle cómo estaba, le dije lo sola y excluida que me sentía sin ella en el colegio, y me confesó que a ella le pasaba igual. Me avisó que regresaría a la escuela la próxima semana y que la esperara. Pero pasaron los días y yo no supe nada más. Le pregunté a su hermano y su respuesta fue confusa: “La durmieron”. De un dolor de cabeza pasó a estar en coma. ¡¿Cómo pudo ser eso posible?!, me preguntaba. Meses después, la profesora de la materia de Matemáticas nos avisó que Victoria había despertado, y me llené de felicidad. Pensé que finalmente la iba a ver dentro de poco.

Pero la noche del 4 de julio de 2022, Gael me mandó un chat doloroso por teléfono: “Hey, están diciendo que Victoria falleció”. Le pedí que dejara la broma, y me dijo que era un rumor, así que me dormí esperando que fuera una mentira. A la mañana siguiente, la subdirectora y los profesores entraron al salón, lo que me hizo sospechar lo peor, y solo bastaron unos segundos para escuchar la frase demoledora: “Victoria falleció”, confirmó la subdirectora. Mi mundo se derrumbó.

Me duele, pero estoy segura de que nos toparemos otra vez. No sé dónde ni cuándo, pero sé, Victoria, que nos encontraremos de nuevo en un día soleado, como cuando nos conocimos.

3 comentarios
  1. Isai Arosemena
    Isai Arosemena Dice:

    Es tan lindo el como se retrata 3l dolor de una persona que aparte de soportar sus cambios físicos a también esta soportando el que perdió para siempre a su amiga

  2. nalvaradod
    nalvaradod Dice:

    Nicole, te abrazo desde aquí y admiro tu decisión de contar esta situación dolorosa y reciente. Debo decirte que me cautivó muchísimo tu relato, me gustó que no te quedaste corta, narraste todo lo que debías narrar, incluiste todo lo que debías incluir. Leyéndote pude sentir el cariño que sentías por Victoria, y el cierre de tu relato es fenomenal.
    Hay pocas cosas que hacer en este texto, pero una de ellas es separar las ideas. Quisiera que lo dividieras en párrafos para que sea más fácil para quien te lea.
    Además, me gustaría que en algún momento me describieras a Victoria y algunos aspectos de ella. ¿Cómo era físicamente? ¿Cuántos años tenía cuando la conociste? ¿Cuáles eran las bandas favoritas de ambas? ¿Qué era lo que más te gustaba de ella? Esos datitos enriquecerán la historia.
    Te abrazo nuevamente y espero tu texto de regreso. Será un bonito tributo a tu gran amiga.

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