La profesora de Biología decide hacer una excursión con su clase y, aprovechando que tiene a uno de los científicos del Instituto Smithsonian como contacto, logra después de un par de semanas conseguir un viaje para doce estudiantes a la isla de Barro Colorado. En el grupo seleccionado estaban mi mamá, Aleyda Tatiana Bósquez Moreno, y mi papá, Ramón Contreras, quienes en ese entonces debían tener alrededor de veinte años. 

Esta isla tiene algo especial. Además de estar ubicada en el centro del lago Gatún, que se formó artificialmente durante la construcción del Canal de Panamá, una de sus características más asombrosas es que no es realmente una isla, es la parte superior de una montaña que, al quedar rodeada por el agua, luce como tal. 

Es también el hábitat de muchas especies, tanto animales como vegetales, y un lugar donde se han hecho investigaciones durante más de cien años, con científicos de todo el mundo que viajan hasta allá para estudiar la flora y la fauna. 

Allí han descubierto nuevas especies y han confirmado que muchas de estas no son de Panamá, sino que han venido de América del Norte y otras de América del Sur, por lo que se cree que esta “isla” era como un paso de especies a través de los continentes.

Para llegar a Barro Colorado se necesita ser puntual, ya que el bote no espera a nadie. La vestimenta adecuada son pantalones largos, con las bastas por dentro de la media, y sobre ellos debe ponerse cinta adhesiva al revés, por si algún insecto o animal empieza a subir, quede pegado. Además hay que usar botas y camisa manga larga para protegerse del sol. 

En este sitio existe una especie de hormiga de una pulgada conocida como Folofa que, si te llegara a picar, en cuestión de segundos te darían náuseas, dolor de cabeza, escalofríos, y lo peor de todo es que los síntomas podrían seguir por horas e incluso días. Así que es mejor no toparse con ella. 

Al llegar, los guías impartieron a los visitantes una pequeña charla sobre los cuidados que debían tener, y luego desayunaron para emprender la expedición. La isla tiene 42 kilómetros de senderos, de los cuales los invitados solo caminan dos o tres. A lo largo de la travesía, los estudiantes tuvieron mucha suerte porque, según les contaron, por lo general solo se logran avistar hasta tres animales al día en la isla, pero ellos lograron ver más de diez. Además, pudieron apreciar una especie de serpiente que los científicos llevaban esperando por tres años y que salió a la luz justo ese día.

En Barro Colorado hay un tercio de las especies registradas en Panamá. Se pueden encontrar 110 tipos de mamíferos, de los cuales 74 son murciélagos; hay 335 tipos de aves, también reptiles como culebras venenosas e insectos como chinches, mariposas, hormigas y cucarachas.

Esta isla oculta muchos secretos de los cuales los científicos conocen muy pocos. ¿Quisieras unirte a esta aventura?