Una mujer hecha a sí misma
«Ella es el símbolo de la prosperidad y la belleza afroamericana», «Ella es el estándar de los estándares de lo que se llama trabajo arduo», «Ella, ella es Madame CJ. Walker».
Todo empezó un día 23 de diciembre del año 1867 en Luisiana (Estados Unidos), cuando la futura Madame CJ. Walker haría su primera aparición ante los ojos ciegos del mundo moderno de ese entonces. Eran su tez negra, cabello crespo y ojos color negro asabache lo que pronto todos verían en las latillas más famosas de productos capilares de los años venideros. Madame CJ. Walker, realmente llamada Sarah Breedlove, fue una mujer de hierro que trabajaba día y noche lavando ropa a mano para proveer el dinero de los estudios y sustento de su única hija, Aleila Walker. Al mismo tiempo, se veía a sí misma como una empresaria americana exitosa en todos los ámbitos.
Madame CJ. Walker fue una pionera en los productos de cuidado para el cabello de las mujeres afroamericanas de su comunidad, los cuales muy pronto llegarían a nivel estatal y continental, dándole así a Sarah el reconocimiento que la llevaría a ser un ícono al que admirar dentro de la alta sociedad de los Estados Unidos. A pesar de su constante dedicación y esfuerzo en su trabajo, siempre hubo personas en su vida las cuales tenían el objetivo de sabotear sus productos y darle mala fama como emprendedora. Annie Turnbo Malone fue uno de los personajes más difíciles con los que tuvo que lidiar Madame CJ.Walker. Annie le ofrecía tratamientos para su cabello a cambio de que Sarah le lavara la ropa, pero cuando esta renunció a su oficio de lavandería e inició una nueva carrera como emprendedora de productos capilares —al igual que ella— Annie decidió tomar cartas en el asunto. Esta misma mujer, luego de haberse enterado de que Sarah había usado la fórmula base de su producto para crecimiento capilar, se empeñó en hacerle la vida imposible a Madame CJ. Walker; utilizando a sus propios conocidos en su contra y aprovechando cualquier desgracia que le pasaba para hacerla caer de su pedestal. Un perfecto ejemplo de esto sería el día en que el lugar donde Sarah vivía, y recibía a sus clientes, se prendiera en llamas. A raíz de esta tragedia, Annie aprovechó la oportunidad y acogió a las clientas de Madame CJ. Walker en su propio salón.
A pesar de los constantes intentos de Annie Malone de sabotearle, Sarah nunca cedió a rebajarse a su nivel y jugar sucio, aun cuando muchas personas la acusaron de estar envuelta en negocios ilegales. Sin embargo, para mala suerte de sus difamadores, su trabajo y récord hablaron por sí solos ante los grandes comerciantes de la época, logrando dar una buena impresión frente a los mismos y, por consiguiente, permitiendo a Madame CJ. Walker firmar contratos favorables para el progreso de su empresa. Por su perseverancia, Sarah Breedlove logró ascender y llegar a lugares a los cuales nadie hubiera imaginado que una simple mujer en el pasado podría alcanzar.