La única estrella de mi cielo

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Había una niña llamada Paola que amaba mucho a su prima Jeilean. El cariño era recíproco. Una vez su prima le dijo que algún día la vería ya crecida como una hermosa quinceañera, y que cuando esa ocasión llegara, ella estaría muy feliz.

Pero a los meses Jeilean notó una molestia en su pierna derecha. La llevaron a una cita y allí supieron la razón: cáncer en los huesos. Empezó a tener depresión y a pensar cuántos sueños podrían quedar inconclusos. Entre esos, no ver a Paola convertida en una señorita.

Sus propias metas estaban ahora en duda, incluyendo ser una futbolista reconocida. Ahora tenía que someterse a una serie de operaciones y quimioterapias muy fuertes.

Los médicos dijeron que no había ninguna prótesis para su caso, ya que la contextura de su pierna era muy grande y no calzaba con las existentes. Días después llegó la esperanza: se ubicó un implante a su medida.

Comenzó a usar la pieza y, con la ayuda de muletas, unos meses después caminó por sí sola. Sin embargo, recayó. Lastimosamente, le dijeron que el tratamiento no estaba funcionando; cada vez se deterioraba más su pierna y ella sentía más dolor.

Poco a poco se fue recuperando. Su semblante cambió. Lucía más feliz… Volvía la esperanza. Una mañana nos sorprendió: empezó a dar varios pasos sin la ayuda de las muletas.

Entonces llegó la noticia de que con una operación era posible retirar el residuo de cáncer. Se recolectó dinero y se realizó la larga intervención. Cuando concluyó el procedimiento los especialistas dijeron que todo salió bien… excepto por un problema. Había quedado un pedacito que no pudo ser retirado y podría volver a desarrollarse. Esto no impidió que ella siguiera adelante con su objetivo de recuperarse por completo. Dejó de usar las muletas, su cabello y su buen ánimo volvieron a crecer.

Ella se sentía muy bien en compañía de Paola, la niña era la única que sabía de su gusto por componer canciones de rap. De modo que, en ocasiones, ambas buscaban sitios donde nadie las escuchara, y allí se entretenían creando letras.

Giro definitivo

Pero su salud empeoró. Ahora quería estar sola. Su prima Paola la visitaba en su casa, aunque tampoco dejaba verse de ella. Decía que si llegaba el peor de los escenarios, y ella moría, no quería que la niña la mirara en ese estado. Prefería que conservara los momentos felices compartidos.

El 18 de junio, a las 3:26 a. m., sonó el celular, y luego de esa llamada solo se escucharon llantos. Era la noticia que nadie quería escuchar. Cuando se lo explicaron a Paola, entró en un colapso. La pequeña no podía creer que su prima, su confidente, había muerto.

En su inocencia se lamentaba de no haber podido despedirse de ella, de no haber podido abrazarla, recordarle cuánto la quería. A pesar de que no hubo adiós, Paola siempre tiene en mente aquellos días en que sí pudo decirle que la amaba, que era la mejor prima del mundo, que estarían juntas siempre.

Una noche despejada, sentada en el patio, Paola miró al cielo y notó que había una estrella que brillaba más que todas. Ella en su mente le preguntó a su prima por qué ocurría eso. Percibió que Jeilean le prometió que siempre la cuidaría.

Cada vez que mira al cielo, sabe que desde allá ella la protege. Lo único que hubiera deseado era decirle que fue la persona más valiente y fuerte que conoció. Pero se consuela al repetir: «Eres la única estrella de mi cielo. Quisiera devolver el tiempo para ser feliz de nuevo».

El ciclo de la vida

Tuve varias motivaciones para escribir sobre Paola y su prima. Una fue pensar que llegamos a amar tanto a nuestros familiares, que a veces olvidamos que no somos eternos. Que llegará el día en que dejaremos de existir, ya sea por enfermedad o por la vejez, así es el ciclo de la vida.

También lo escribí para recordar que amamos, somos felices, luego las luces se apagan y dejamos de ser, pero siempre quedan los bellos recuerdos que pasamos con esos seres especiales. Por eso hoy quiero decirles: amen a la gente que quieren, no pierdan la oportunidad de vivir con ellos toda la felicidad posible, porque no sabemos cuándo partiremos de este mundo.

Gracias, Paola.

1 comentario
  1. adielbonillam
    adielbonillam Dice:

    Josenid, felicidades por tu crónica, está llena de muchas emociones, y de un gran mensaje de amor incondicional.

    Hay dos personajes: Paola y su prima.

    Yo aconsejaría que identificaras a la prima con su nombre (o un nombre ficticio), para que cuando Paola se refiera a su prima sea algo más personal, su prima María, por ejemplo.

    Tener dos nombres claros también evita confusión. Porque la primera vez que leí, no tenía claro quién había enfermado, Paola o su prima. (claro que más adelante ya queda bien definido quién es, pero al principio es un poco confuso).

    Dice así el segundo párrafo: Luego de varios meses empezó a sentir una molestia en su pierna derecha durante mucho tiempo (allí es cuando no queda claro de quién estaban hablando).

    Podría ser mejor así: Luego de varios meses, su prima María empezó a sentir una molestia en su pierna derecha durante mucho tiempo…

    También es importante el uso correcto del idioma escrito, recordando que esto quedará impreso en un libro. Lo digo porque muchas veces utilizas la reducción “q” en lugar de “que”…
    – q no se pudo retirar
    – ya q ella era
    – el día q se iría

    Para chatear en lenguaje coloquial está bien el “q”, pero en los escritos formales debes usar el correcto “que”.

    Seguro podrás corregirle esos pequeños detalles, para que tu muy buena crónica quede bien presentada.

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