A lo largo de mi vida escolar, siempre me ha gustado enfrentar los desafíos y superar mis límites. No  obstante, nunca han faltado esos momentos en los que me he sentido frustrada y las ocasiones donde me cuesta un poco lograr mis objetivos. Por suerte, he podido contar con el apoyo de un ser incondicional: mi madre. Para mí ella es la mujer más hermosa y, sobre todo, mi modelo a seguir.

«No puedes rendirte a la primera, si es necesario que lo hagas mil veces para lograrlo, mil veces lo harás». Estas siempre han sido sus palabras de aliento en aquellos momentos en los que he sentido que ya no puedo continuar, y muchas veces me ha costado escucharla, pero a pesar de esto termino comprendiendo que ella estaba en lo correcto.

Ese fue el caso cuando participé por primera vez en un concurso de oratoria. Cursaba el segundo grado y  se trataba de una experiencia totalmente nueva para mí. Estaba muy emocionada, pero a la vez nerviosa. Hubo instantes durante mis prácticas en los que me molestaba conmigo misma cuando no decía algo de forma correcta, incluso quise renunciar.

«Relájate y respira, equivocarse es parte del proceso, y hasta los más inteligentes tienen derecho a fallar». Fue esta frase la que me ayudó a mantener mis emociones a raya, entendí que mi mamá tenía razón, un pequeño error no iba a determinar quién soy yo como persona y mucho menos de qué soy capaz.

Llegó el día del concurso, me preocupaba cómo resultaría mí presentación, pero cuando estuve sobre el escenario vi a aquella persona que me acompañó a lo largo de todo el proceso; la mirada de mi madre reflejaba orgullo y alegría.

En ese preciso instante pude entender el mensaje poderoso que proyectaban esos hermosos ojos: «Serás capaz de lograr todo lo que te propongas». Y fue justo ese apoyo lo que me permitió continuar con mi presentación e incluso conseguir quedar entre los tres primeros lugares.

Las palabras no son suficientes para expresar lo agradecida que estoy con ella por estar siempre allí para mí, dándome todo su amor y soporte. Solo puedo darle gracias a Dios por darme una mami tan maravillosa.

1 comentario
  1. adielbonillam
    adielbonillam Dice:

    Rosmery, me gusta mucho el título de tu crónica (La luz que me acompaña), y el contenido también es inspirador.

    En el inicio hay unos errores por una confusión muy común entre “mí” con tilde y “mi” sin tilde.

    Recuerda esto…

    “mí” con tilde, pronombre.
    – a mí no me gustó la decisión
    – ese regalo era para mí

    “mi” sin tilde, adjetivo posesivo.
    – mi decisión
    – mi regalo

    Entonces lo correcto al inicio de tu crónica es así: “Mi madre para mí es la mujer más hermosa, y sobre todo mi modelo a seguir”.

    Pero lo más importante, que es el contenido, está muy bien, porque lo hace descriptivo.

    Solo hay un párrafo que me parece que podrías sacarle más provecho y hacerlo más descriptivo.

    Cuando estás en el concurso de oratoria. En esa parte tu crónica dice: cuando estuve sobre el escenario solo tuve que observar a aquella persona que me acompañó a lo largo de todo este proceso, fue la mirada de mi madre lo que me transmitió la tranquilidad.

    ¿Cómo podrías describir esa mirada? ¿Cuánta seguridad te transmitió? ¿Qué palabras sientes que tu madre te envió con esa mirada?

    Es una parte muy intensa de tu crónica, y podrías sacarle más provecho contando al lector algo sobre el poder la mirada de tu madre en ti.

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