Todo comenzó una tarde en la que, sentada junto a mi mamá, decidí preguntarle acerca de mi tía Guillermina o como le decíamos de cariño, tía Guille.  Mi madre dejó el libro que leía sobre la mesa y volvió a mirarme. Siempre me había intrigado cómo había sido la vida de la hermana mayor en una familia de doce muchachos, que desde chica estaba decidida a seguir una carrera relacionada a la salud.

Mi madre inició calmadamente y dijo: “Siempre mantuvo el rol de hermana mayor. Después de mi mamá, ella era quien se encargaba de aconsejar, guiar, cuidar y, sobre todo, mantener esa unión familiar”.

Ellos, mis tíos, crecieron en una casa en San Pedro, relativamente pequeña para la cantidad de chicos que llenaban las habitaciones. Yo misma había corrido, en múltiples ocasiones, por los pasillos de la llamada “casa de la abuela”.

“Siempre quiso ser enfermera, desde sus años de escuela primaria”, reafirmó mi madre.

“Ella iba a la universidad en la mañana, en las tardes trabajaba en una clínica, y aun así estaba pendiente de sus hermanos menores”, hizo constar mi mamá. ¡Siempre lograba balancear todo!, expresó con admiración y admitió que, en su caso, le cuesta llevar el orden y hacer varias tareas, como lo hacía su hermana Guillermina.

«Luego de un tiempo, nació Xenia, la única hija de mi tía Guille y quien se convirtió en su inseparable compañera de toda la vida, comenté yo logrando aportar a los recuerdos amorosos de mamá». Mis palabras activaron otra ronda de memorias.: “Y con sus turnos en el hospital, los demás nos rotábamos para ir a cuidarla mientras Guille estaba en el trabajo”, siguió contando. 

“Era curioso”, reflexionó mi madre. “Cuando ella tenía turno, Xenia estaba despierta; cuando regresaba a su apartamento a descansar, Xenia también dormía. Sus horarios iban en sincronía”, detalló.

Se avivó la nostalgia. Mamá dejó escapar una sonrisa, como rebuscando más recuerdos de la Xenia de cuatro o cinco años. Quizá comparándola con la doctora en la que se convirtió Xenia hoy en día.

Suspiré lentamente y decidí continuar con mis preguntas. “¿Cómo, cómo lidió con el cáncer, mamá?”, exclamé con dolor. Vi los ojos de mi madre brillar con el asomo de unas cuantas lágrimas. Tomó un respiro y habló. “Tu tía una vez dijo: ‘El amor familiar vence todos los obstáculos’, y así fue… Las oraciones de la familia, ese amor, ese cariño, esa ayuda, esa comprensión, esas ventajas de clan numeroso fueron el empuje de su logro, de salir adelante en su lucha contra el cáncer”.

En ese momento entró mi padre a la sala, intrigado por nuestra conversación y se sentó junto a mi madre. Había escuchado esta historia una y otra vez, pero decidí dejar que mi progenitora la contara una vez más. Se trataba de cómo mi padre la invitó a una cita. Ella, aprovechándose del parecido que tenía con su hermana mayor, le pidió que fuera en su lugar. No eran gemelas, pero llevaban cierto parecido. “¡Pero yo no era tan tonto!”, exclamó mi papá. “¡Me di cuenta inmediatamente!”, rio. Posó su brazo alrededor de los hombros de mi mamá, mientras ella ponía sus ojos en blanco. “Y Guille me convenció de darle una oportunidad, y terminamos juntos», reveló. 

“Es la mejor cuñada que hay, la mejor enfermera, una guía para toda la familia, una mujer humilde, cariñosa”. Mi papá nombraba sus cualidades con delicadeza, haciendo claro el significado de cada una. 

Mi madre con mucho cariño en su mirada me dijo: “Es la mejor hermana del mundo que Dios me dio”.

1 comentario
  1. darivaschiru
    darivaschiru Dice:

    Es un relato muy bello. Me gusta que es una historia familiar. Eso le da gran valor.
    Para ayudarte a potenciarlo te doy unas ideas:
    Quisiera que aclares esta parte “Rio un poco nostálgicamente, su mente quizás entre buscando recuerdos de una Xenia de cuatro o cinco años, quizá comparándola con la doctora que es hoy en día”. No me queda claro quién es doctora, pues entendí en el relato que la tía Guille es enfermera y que siempre quiso ser enfermera. Es mejor que lo aclares tú misma por favor.
    Me gustaría que coloques el apellido de la tía.
    Agrega fechas. Usar años, meses, incluso hora, le da más cercanía a la historia.
    Cómo ha influido la historia de esta tía en tu vida.
    ¿Era gemela con tu madre? Quizás puedas colocar la diferencia de edades entre todos los hermanos, usándola a ella como referencia.
    También podrías contar un poco de cómo ella se expresa de su trabajo, alguna anécdota que recuerdes que deje en evidencia su amor por su profesión.
    Nos vemos en la segunda revisión. Saludos.

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