Cuando pienso en una mujer inspiradora, la primera persona que se me viene a la mente es mi abuela Routhy, a quien través de su vida le ha tocado luchar para seguir adelante, pero nunca ha quitado la sonrisa de su cara. Ella es una mujer fuerte, empática, paciente, valiente y, más que nada, mi modelo a seguir. 

Ser una persona que inspira significa ser ejemplo para los demás, exactamente lo que Routhy representa para cada individuo que la conoce. El que la ve pensaría que no tiene ni ha tenido un problema en su vida, ya que la calma que transmite es de admirar. Aspiro tener su paciencia algún día.

Su historia me motiva a perseverar. Mi abuela nació en Líbano y creció dentro de la comunidad judía de Beirut. El año del establecimiento del Estado de Israel, en 1948, hubo muchos disturbios en Jalab, Siria y sus padres se escaparon de ahí a Líbano, el país más cercano. Vivieron en la ciudad capital, donde nació mi abuela Routhy. 

Durante su estadía en ese país, sufrían constantemente del sentimiento aterrador que vino con la Guerra de los Seis Días, en 1967. Eran libres para salir y viajar, pero les hacían falta los documentos necesarios. 

Cuando comenzaron los problemas en Siria, la comunidad judía de Líbano se organizó para auxiliar a los que llegaron escapados. Todo iba perfecto, hasta que un día derrocaron al líder de esta organización de ayuda y todos los refugiados quedaron en necesidad de esconderse. 

Mi abuela Routhy se casó en junio de 1972, en la capital, siendo la última de sus hermanas en salir de Líbano, ya que las condiciones se estaban tornando cada día más difíciles y era necesario buscar un mejor hogar. 

Con un par de maletas solamente, mis abuelos junto a sus dos hijas bebés escaparon de aquel lugar en Medio Oriente a finales de 1975, pues la guerra entre musulmanes y cristianos se había intensificado. Fueron a Italia, pero luego de un tiempo se trasladaron a Israel con el resto de su familia, con la intención de ir a vivir en el país soñado por todos los judíos. 

Estando en Israel mi abuelo escuchó sobre las oportunidades de negocio en la Zona Libre de Colón, por lo que decidieron venir a Panamá. Tras un arduo trabajo, lograron formar su familia con cuatro hijos; actualmente diecinueve nietos y una bisnieta. 

Para mí es un honor poder compartir tiempo con una mujer tan increíble y admirable como mi abuela Routhy. Ella me ha enseñado que las dificultades que uno pasa en la vida son exactamente lo que nos hace las personas que somos. 

Muchos piensan que la vida ideal no tiene problemas ni obstáculos; pero la verdad es que se trata de mantener una actitud positiva en cada situación para así lograr estar en paz con nosotros mismos y las personas que nos rodean.

Eso exactamente es lo que hace a mi abuela Routhy una mujer tan inspiradora. Su actitud inigualable, sus ganas de crecer, enseñar y cómo ha percibido cada dificultad en su vida como un regalo es lo que la hace tan especial y lo que marca el ejemplo para mí.