La perseverancia de una madre valiente
Que la perseverancia sea tu motor y la esperanza tu gasolina.
Soy escritora realista, y como observadora de lo que me rodea creo que es de suma importancia dar a conocer la historia de una mujer valiente, luchadora, optimista, que no se deja vencer por los obstáculos. Una guerrera que nos contagia de esas ganas de luchar y hacer realidad nuestros sueños.
Ella es Maritza Esther Fuentes González, baja estatura, piel pálida, ojos cafés, madre de tres hijos muy educados: dos mujeres y un varón.
Su infancia no fue la mejor, desde muy pequeña empezó a trabajar, puesto que eran muchos hermanos y su mamá no los podía sustentar a todos. Uno de sus sueños era estudiar Medicina, pero su situación económica no se lo permitió y solo pudo graduarse de sexto año.
Su relación con su progenitora tampoco era buena. Justamente por eso ella siempre quiso ser diferente. Ser una madre ejemplar para sus hijos.
Maritza entró a trabajar en un local donde molían maíz por un periodo de tres años, pero en ese tiempo desarrolló una enfermedad crónica que le impedía el movimiento de sus manos y extremidades. No pudo seguir.
La afección fue robando el espacio de sus hijos, apagando sus alegrías. Golpe muy fuerte y triste para sus tres niños, quienes sufrían al verla en esa condición y sin poder hacer nada. Verla consumirse lentamente ante ellos fue devastador.
El panorama era aterrador porque Maritza no contaba ni siquiera con el apoyo del padre de sus hijos. Pero no se quedó de manos cruzadas. Para ganarse el pan, comenzó a vender duros de fruta a diez y veinticinco centavos en su casa. Cuando su salud mejoró un poco, le salió un trabajo como niñera. De esta manera logró conseguir recursos para la educación de sus tres retoños.
La oscuridad no es eterna si no te rindes. Maritza en estos momentos reside en un apartamento con sus hijos. La mayor culminó sus estudios secundarios con la ayuda y el esfuerzo de su mamá, siempre enfocada en que no pasara por las dificultades que ella atravesó cuando era joven. Luego, ingresó a la universidad, donde se graduó con honores y obtuvo el título de licenciada en Estimulación Temprana y Orientación Familiar, con tan solo veintidós años. Su hija ahora labora en una guardería, atendiendo a niños con quienes aplica todo lo aprendido en su profesión.
Su hijo, el mediano, logró terminar sus estudios secundarios e ingresó a la universidad para estudiar Arquitectura. Con el tiempo se interesó en otros temas y cambió de carrera, aún no se ha graduado, pero su madre tiene la certeza de que él también logrará su título.
La menor de sus hijas cursa quinto año de secundaria y es una de las mejores estudiantes de la clase. Por sus buenas calificaciones, ha ganado una beca que le facilita pagar la escuela.
Maritza es una mujer luchadora y ha demostrado esa perseverancia en su propia vida. Ella siempre insiste que, por más difícil que sean la circunstancias, incluso cuando creas que no podrás salir adelante, no te rindas, porque quien lucha al final obtendrá la victoria.
Sin duda una mujer que enfrentó grandes desafíos, pero que logró superarlos con esfuerzo. De ella aprendemos a no dejarnos vencer por el primer obstáculo.
Tú puedes ser alguien como Maritza, quien a pesar de su enfermedad nunca desamparó a sus hijos e hizo lo que tuvo a su alcance para brindarles protección y una buena educación. Con satisfacción hoy está viendo el resultado de su amor de madre y los valores que les enseñó, sobre todo la gratitud a Dios por darle fortaleza.