Unas semanas antes de Navidad, en 2019, mi familia decidió hacer algo diferente. Usualmente, pasamos Noche Buena en casa y hacemos una cena especial, lucimos atuendos lindos y rezamos las últimas oraciones de la época. Después nos vamos a dormir y a la mañana siguiente los regalos aparecen al lado de nuestra cama. A veces también celebramos con algunos amigos o en algún lugar popular como la Cinta Costera. Ese año decidimos ir a Boquete, en la provincia de Chiriquí. Otras personas nos lo habían recomendado, pero no imaginábamos que iba a ser una aventura tan particular.
La noche anterior empacamos todas las maletas, preparamos los bocadillos para el largo viaje por carretera de aproximadamente siete horas. Llegamos de noche a nuestro destino. El estilo decorativo del hotel era rústico, casi todo de madera. Entramos y nos registramos, después subimos para instalarnos. La habitación tenía dos camas matrimoniales, una de ellas la compartí con mi hermano. Después de explorar todo el hotel ya se había hecho un poco tarde, como teníamos algunas cosas planeadas para el día siguiente, decidimos comer algo e irnos a dormir.
Temprano por la mañana nos dirigimos a hacer un recorrido por los puentes colgantes. En compañía de un guía caminamos a través de senderos, donde apreciamos la vegetación y fauna del área; también por puentes sujetados por cables, de diferente longitud y altura, rodeados de árboles de diversos tamaños y formas. Una aventura para amantes de la naturaleza, no apta para aquellos que temen a las alturas. Al terminar el viaje nos tomamos un refrigerio caliente porque hacía frío. Después volvimos al hotel.
Esa noche era víspera de Navidad, así que, como de costumbre, nos arreglamos y esperamos a que fuera medianoche. Después de un rato, bajamos hacia el restaurante del hotel para disfrutar nuestra cena de Noche Buena. Pero, ¡oh, sorpresa! Al llegar solo estaban los empleados. Fue en ese momento que nos dimos cuenta de que la comida era un bufet, y ya habían recogido casi todo. ¡Nuestra cena especial navideña estaba a punto de ser solo un recuerdo del pasado! Preguntamos y por suerte aún quedaban algunos bocadillos en la cocina. La comida estaba realmente exquisita. Superado el susto y con la barriga llena, volvimos a nuestra habitación para dormir.
Al día siguiente fuimos a jugar minigolf durante una hora. Como era nuestro último día, decidimos aprovecharlo al máximo e ir a una cascada cerca. Iniciamos la ruta en carro, pero en un punto del trayecto solo pudimos continuar a pie. La caminata fue un poco larga, media hora aproximadamente, y el camino, un poco confuso. Cuando al fin llegamos nos pusimos los trajes de baño y entramos al agua, pero estaba helada. Afuera también hacía mucho frío, que se intensificaba al estar mojados. Estuvimos media hora allí y nos regresamos.
El camino de vuelta fue un poco más rápido. Llegamos al hotel, empacamos y emprendimos nuestro retorno a casa. Fueron unas vacaciones muy divertidas, Boquete resultó acogedor y se sentía en cada rincón el ambiente navideño con las lucecitas de colores iluminando calles, casas y comercios. Quisiera volver pronto a seguir viviendo más aventuras.