Ir de vacaciones en familia es una de las mejores experiencias que puedes tener durante el receso escolar. Aún no he viajado a otros países, pero sí he visitado muchos sitios hermosos de Panamá como El Valle de Antón, donde se encuentra uno de mis lugares favoritos, La India Dormida, un cerro popular por sus hermosos paisajes y su forma de mujer acostada.
El Valle es un pueblo con muchos atractivos turísticos, ubicado en la provincia de Coclé. Mis padres llegaron por recomendaciones de sus amigos, y, la primera vez que fuimos, nos dieron la noticia como una sorpresa. En esa ocasión, lo primero que pensé fue que este sería un viaje como todos los otros. Sin embargo, siempre me ha gustado ir de vacaciones, por lo que el paseo nunca perdió la emoción. Nos hospedamos en un hotel muy bonito, pero a la hora de dormir tenía miedo, pues el lugar era pequeño y no lograba sentirme bien lejos de casa. Al día siguiente, mis padres investigaron sobre actividades en el área y nos fuimos a escalar la India Dormida, un cerro ubicado a 1055 msnm, ideal para amantes de la naturaleza que buscan desconectarse de la ciudad y retarse a sí mismos.
Como era la primera vez, nos sorprendimos con las majestuosas cascadas y los ríos cristalinos. Durante el ascenso por el sendero se escuchan animales y se aprecia la variada vegetación del área. Realmente, la experiencia es muy agradable, hay mucha diversión y adrenalina porque en algunos puntos el camino se pone empinado y resbaladizo, parece una máquina del tiempo, ya que puedes estar horas ahí y no te das cuenta y, aunque sientas cansancio en algún momento, lo sigues disfrutando porque en lo único que piensas es en llegar a la cima.
Después de horas de caminar y escalar, visualizamos la cumbre. Luego de recobrar el aliento, apreciamos el cráter de un extinto volcán y el pueblo de El Valle rodeado de montañas y un manto azul. Desde este punto también era posible observar vacas y otros animales. Al estar ahí, sentí una gran tranquilidad en medio de ese ambiente natural y por haber logrado mi objetivo de llegar a la punta, pero el viento soplaba tan fuerte que tuve que sentarme ya que sentía que, si no lo hacía, me podía caer por el camino rocoso.
A mi papá le dio curiosidad un sendero que había cerca y preguntó a dónde llevaba. Le respondieron que era un camino hacia un cementerio y otros rincones de La India Dormida. Mi papá, mi hermana mayor y yo fuimos a recorrerlo; mi mamá se quedó con mi hermana menor, porque tenía miedo, pues era un poco peligroso y había que escalar. Este lugar era más hermoso que el que dejamos atrás. Valió la pena el riesgo. A pesar de que esta aventura ocurrió hace muchos años la sigo recordando como si fuera ayer, espero ir en unas próximas vacaciones para superar mis límites y disfrutar de sus encantos.