Olga Sinclair, un legado imborrable
“Recuerdo mi infancia como una etapa bella, linda y satisfactoria de mi vida”, me manifestó en una ocasión la artista panameña Olga Sinclair. Estábamos sentadas en la terraza de una cafetería, donde me contó cómo fueron sus inicios en el arte y los desafíos que debió enfrentar para alcanzar el triunfo.
Desde el mismo día que llegó al mundo, sus padres sabían que a ella le aguardaba un futuro brillante. Siempre estuvo protegida por su familia, un clan con un linaje caracterizado por lograr sus cometidos y siempre estar comprometidos con aquellas metas que se proponían.
Su afinación e inclinación por la pintura y el arte en general le surgieron temprano, a los dos o tres años. Esa tarde en la que conversábamos compartió que su principal inspiración era y será su padre, el maestro Alfredo Sinclair. Recordaba esos días en los que simplemente se sentaba en el estudio de su papá y contemplaba con admiración el trabajo que él realizaba.
Enseguida recordó una frase que su progenitor le dijo una vez y que la marcó: “Si uno de mis hijos se atreve a ser un artista y vivir de eso, tiene que tener pantalones”. Y Olga los tuvo.
Una tarde compró frutas. Sacó la pera de la bolsa y la acomodó al lado de la ventana que el sol traspasaba como si nada. Contempló aquella escena por unos segundos y un sentimiento surgió en ella, como si un rayo le hubiera impactado. En un instante supo que debía crear nuevos cuadros a partir de la forma de aquella fruta que de esa manera se convirtió en el símbolo del imponente cuerpo femenino que siempre se le venía a la mente. “Dejé todo el trabajo que tenía hecho y comencé a pintar peras hasta un punto donde no podía parar”, confesó Sinclair.
Olga Sinclair ha sido constante en su apoyo a la niñez y la juventud. Se preocupa por ellos y por su futuro. “Los niños son el peso de nuestra sociedad, de nuestra identidad y dignidad como seres humanos. No prestarles la suficiente atención o no invertir en ellos los valores necesarios es como arrojar a la humanidad al basurero”, indica.
Para darles el puesto que merecen los chicos en Panamá, creó la Fundación Olga Sinclair, la cual abrió sus puertas en agosto del 2010, con el objetivo de hacer que los niños y jóvenes manifiesten sus ideas a través de la pintura, fortalezcan los mejores valores y se dejen llevar por su imaginación, el buen criterio y la creatividad.
Como han podido notar, Olga Sinclair es amable, apasionada, cariñosa y, sobre todo, un ejemplo a seguir. Su trabajo le obsequia a la gente momentos especiales de reflexión y de autoconocimiento, algo bastante admirable. La marca que ha dejado, que deja y que dejará en el universo artístico y humano siempre será recordada y contada de boca en boca durante generaciones.
Valerie, admiro y celebro el esfuerzo que has hecho para contar esta conversación con Olga Sinclair, tiene mucho, cuenta mucho. Me contenta que tienes muchos elementos con los que puedes construir un buen texto.
Ahora bien, necesito que trabajemos en darle forma a lo que tienes. En lugar de tener sólo párrafos con citas de Olga Sinclair, es importante que tú te integres como narradora de esta historia. Es como si todo lo que dijo la señora Sinclair o lo que investigaste sobre ella es un barco y tú eres la capitana. Debes darle forma a todas las ideas, algunas las puedes mantener como citas textuales de la señora Sinclair y otras las cuentas tú al lector.
Cuando digo que te integres como narradora lo puedes hacer en primera persona (cuentas tu conversación con Olga Sinclair, tú como la persona que se sentó a hablar con ella) o en tercera persona (cuentas la historia de Olga Sinclair sin que tú aparezcas alguna vez en el texto). En ambos casos es importante que incorpores pequeñas citas textuales de cosas que dijo, pero que sirvan para reforzar o ampliar la idea que has escrito. Por ejemplo, con el tema de las peras. Puedes contar tú cómo ella se interesó por pintar peras, y cerrar el párrafo con una cita como “Dejé todo mi trabajo y comencé a pintar peras hasta un punto donde no podía parar”, confesó Olga.
Es necesario también que encuentres una manera poderosa de arrancar y cerrar tu texto. Tienes escenas muy buenas, que cautivan mucho (a mí me parece que la escena de las peras o la frase del papá de Olga son geniales para abrir).
Espero tus cambios!