“De mi amor a mi herencia”

La disciplina de algunas personas puede ser admirable y, cuando se combina  con amor, se convierte en un súper poder, que no cualquiera sabe controlar bien, “Quili” descubrió cómo manejar estas dos cualidades con mucha persistencia; esposa de un hombre educado a la antigua, que creció con machete en mano y no se dejaba quebrar por nada. Ella, una mujer sumisa, obediente a todo lo que él decía, no porque hubiera violencia ni problemas en casa, era un matrimonio forjado por el amor y la mentalidad de un siglo XX: la mujer a la cocina y el hombre a el potrero; André Guardado y Aquilina Palma, criaron  12 hijos.

 En casa de Aquilina se respiraba un ambiente de  valores. Ella inculca disciplina y temple a todos sus hijos  y, cuando los varones eran lo suficientemente grandes, su padre los aconsejaba de acuerdo con la época.  En el caso de las 6 mujeres, nunca dejaron de aprender  con su madre cuando les enseñaba oficios domésticos y a desempeñarse en el campo; Quili fue su maestra hasta el día de su matrimonio. Los valores que les enseñó fueron tan fuertes y valiosos, que los transmitieron a sus  hijos.

 Una abuela dulce y tierna, que da  lecciones a sus nietos, los cría con autoridad, pero con humildad y bondad. Mujer que le dejaba el título de patriarca a su esposo;  él enseñaba de manera fuerte y, severa,  contraria a ella. 

Aquilina dejó sus valores y sus enseñanzas en cada  una de sus hijas; a ellas les tocaba difundirlo a su descendencia. Era una mujer grande, con nietos, muchos nietos, su corazón rebosaba de alegría. Ahora somos nosotros sus bisnietos y tataranietos quienes difundimos sus valores, recibidos de nuestros padres  y que ellos aprendieron de sus padres; valores  de esta  valiosa mujer salvadoreña, nacida el 4 de enero de 1924.

  Poder saber que llevo su apellido, aun siendo de la tercera generación, es un honor. En mi vaga conciencia de 10  los años a edad recordaré a mi bisabuela como la mujer que,  con 92 años, me enseñó a separar el bien y el mal; aprendí algunas mañitas de la cocina, podemos gozar y celebrar, pero nada con exceso. Dedicó  su vida a su familia, nunca se rindió e incluso con el dolor que le daba,  que su compañero de vida había dejado tiempo atrás, continuó con alegría y jamás  la derrumbó el dolor.

 Recuerdo ese 10 de enero de 2016, la noticia que alarmó y puso en duelo a la familia . La abuela Quili falleció. Al escuchar la historia de cómo enfermó el día de su cumpleaños 92 y que seis días después descansó en los brazos de una de sus hijas, es doloroso, mas es reconfortante. Quiero imaginar que su último suspiro llevó un: ‘’LOS AMO‘’, porque en verdad forjó a una familia que valora lo que ella hizo por cada uno; una mujer que dio lecciones de vida, amor, valor; mujer que heredó amor; la mujer que me inspiró.

¡Comparte esta Crónica en las Redes!