La difícil vida de Olga
¿Qué iba hacer de aquella mujer? Tuvo dos esposos que la maltrataron. Uno de ellos terminó en la cárcel por circunstancias confusas.
Esta es la historia de mi vecina Olga Marina Erazo. De lejos lucía muy feliz. Era amable con todos. Parecía tener un pasado y un presente bonitos, alguien sin tantos problemas encima; pero, al escuchar su historia, era difícil asimilar el sufrimiento padecido.
Todo comenzó cuando conoció a su primer esposo, un guardaespaldas con quien tuvo dos hijas: Barinia y Dargely. Por alguna razón él quedó tras las rejas.
La hermana del marido ayudó a Olga con todos los gastos de su segundo embarazo y se la llevó a vivir a su casa, en la misma colonia en la que yo resido. Cuando sus hijas tenían unos ocho años, mi mamá las cuidaba mientras su progenitora trabajaba. Mi madre me señaló que ellas comían como si fueran unas princesitas, que no se ensuciaban y eran cuidadosas.
Al pasar los años Rosita, la hermana del ex de Olga, se mudó a España y desde Europa ayudaba económicamente a su antigua cuñada y a sus sobrinas.
Olga era empleada doméstica en una residencia del barrio La Granja. Allí conoció a otro hombre del cual se enamoró, y se fue a vivir con él. Este segundo compañero aparentaba ser mejor, tuvo un hijo con él; no obstante, luego demostró ser igual o peor que el anterior, ya que pronto comenzó a maltratarla a ella y a sus hijas.
Este hombre golpeaba a Olga con frecuencia y tenía otra familia aparte. De esto, por desgracia, ella se dio cuenta demasiado tarde. La exesposa de su marido se suicidó, cuentan que había terminado loca de tanta violencia que recibió.
Barinia decidió acabar con el abuso constante que recibía y se regresó a vivir con su tía Rosita. Al poco tiempo también se fue Dargely detrás de su hermana. Luego Olga tomó a su pequeño hijo, dejó ese hogar destructivo y se reunió con sus hijas.
La madre trabajaba y podía mantener a su familia. Cuando todo marchaba muy bien, el papá del hijo de Olga regresó con una denuncia, ya que ella había tomado la decisión de que ese abusador no estuviera cerca de su pequeño y no le permitía que lo visitara, y por esa razón él la acusó ante las autoridades. Para no entrar en problemas legales, dejó que su exmarido visitara al chiquillo. En ocasiones, Olga incluso acompañaba a su hijo a casa del padre, con mucho temor, porque temía que le hiciera algo a cualquiera de los dos. Por fortuna, el padre trataba muy bien a su hijo.
Olga comenzó a recibir acoso de parte de este hombre, así que decidió acabar con la situación, de raíz. Se marchó a México y ahora reside allá con su hijo. Sus dos hijas veinteañeras tomaron distintos rumbos. Barinia se fue a vivir a España y Dargely se quedó en nuestro país.
El papá del hijo de Olga la comenzó a buscar desesperado. Traía consigo un citatorio, pero ella ya no estaba en Honduras, así que no pudo hacer nada más. Espero que no vuelva a molestar a Olga, ella merece ser feliz porque ha sufrido demasiado.