Nota del editor

La siguiente es una aproximación poética a la vida y obra de la antropóloga y poeta afrocostarricense Shirley Campbell, quien además es activista por los derechos humanos y de las mujeres negras. Es especialmente reconocida por su poema «Rotundamente negra», que se ha convertido en símbolo del movimiento afrodescendiente en la región.

A lo largo de la historia he estado silenciada, latente, humillada… Desde siempre lo he pensado: un color no nos hace tan diferentes. Algunas voces lo gritan, otras apenas susurran: sororidad, equidad, igualdad, solidaridad… En 1965 nací yo, Shirley Campbell, una inspiración con color y género, sin pretender reconocimiento, pero con mucho que decir. En la década de los noventa empecé a levantarme, no sería acallada, algunos me temerían, otros me admirarán.

Desde pequeña solía ser conocida como una niña curiosa por hablar de temas controversiales, por conversar de lo que otros no y, sobre todo, por defender a mi gente, a mi pueblo. Mi sangre proviene de diversos lugares, pero creo en solo una raza, la humana. Soy y seré la voz de mis antepasadas, las cuales estuvieron atadas de manos y pies, siendo así prisioneras del silencio.

Con mi llegada se rompieron grandes cadenas. Somos libres y no esclavas de la opresión. Para algunas seré una inspiración, para otras su heroína.  De lo que deben estar seguras es que soy su futuro, les adelanté camino; el cual no ha sido sencillo y es una lucha cotidiana.

Tengan presente a lo largo de sus vidas lo que dejo en mi escrito: “Y me niego rotundamente a negar mi voz, mi sangre y mi piel”. Yo no me avergüenzo, no deben hacerlo ustedes tampoco. Cada una de nosotras viene de distintas culturas, con rasgos característicos. Soy mujer; una con cabello rizado y sin miedo de hablar fuerte por todas las demás.

No debemos señalarnos, mucho menos criticarnos. Somos féminas con poder, inteligencia y sobre todo capacidad. Mi poesía no es simple letra, es más que un mensaje, es un movimiento en el cual procuro incorporar a cada una de ustedes, hermanas. Aunque algunos se encuentren en varios idiomas, mi enseñanza sigue siendo clara para los dispuestos a escuchar, analizar y poner en práctica.

Por lo tanto, alcemos nuestras voces, juntas somos más fuertes, imparables. No tengan miedo de confrontar esta difícil sociedad, merecemos reconocimiento y respeto hacia nuestras culturas, creencias, forma de vestir, gustos, pasatiempos y demás.

Somos gemas únicas, valiosas y hermosas. Tenemos derecho a vivir sin miedo en nuestro mundo. Estoy aquí por todas ustedes, mi razón de ser es poder compartirles mi pensamiento y así lograr inspirarlas, sin importar en qué parte del mundo se encuentren.

Para mí nada ha sido un impedimento. Siempre he anhelado ser reconocida por mi escritura y mi activismo. No temo a que sepan quién soy. Es importante que como sociedad podamos reescribir nuestra historia para poder convivir todas juntas, además de poder identificarnos y sentirnos representadas a través del tiempo. Tenemos la necesidad de ser escuchadas, ya callamos lo suficiente, la gran diferencia es que ya nada nos detiene. Cada vez somos más las mujeres que en lugar de distanciarnos, nos acercamos para un objetivo común: la igualdad. En conjunto somos guerreras y luchadoras. Camina, mujer, que el sendero sigue.