La dama blanca

Emily Dickinson nació el 10 de diciembre de 1830 en Amherst, Massachusetts (Estados Unidos) en el siglo XIX. Nació en una familia acomodada y culta con dos hermanos. Su padre, Edward Dickinson, era un abogado miembro del Congreso mientras que su madre, Emily Norcross, se dedicó al cuidado del hogar y la crianza de Emily junto a sus dos hermanos, Austin, el mayor, y Lavinia, la pequeña. Siempre fue muy buen estudiante y se le dio muy bien escribir, pero lo que más le gustaba era la astronomía y la botánica. Emily conocía todos los nombres de las estrellas, plantas y flores que podía ver en el jardín de su casa. De hecho, al principio quería ser jardinera hasta que se topó con el libro «Jane Eyre» de Charlotte Bronte. Al llegar a la última página ya no tenía duda de que se iba a dedicar a escribir. 

A pesar de su inspiración inicial, su trabajo se inclinó casi completamente hacia la poesía, pues esta le permitía expresar mejor sus sentimientos. Escribiendo sobre lo que sentía, sin filtros y sin importarle lo que los demás opinaran de ese «mundo secreto» que se fabricó, Emily transformó totalmente la literatura del siglo XIX. Aunque sus obras eran increíbles, pocas personas la entendieron debido a su vida de aislamiento y reclusión. La llamaban «la loca en el altillo» o la «dama blanca». Emily escribió sobre la vida, la muerte, el amor, la amistad y la naturaleza. Sus poemas están llenos de los nombres de flores que ella tan bien conocía, como por ejemplo los poemas «1098», «1650» y «1779». En los cuales compara flores y distintas plantas con situaciones y personas de la vida diaria. No estaba para nada de acuerdo con el ambiente y la sociedad que la rodeaba y cómo las mujeres lo tenían muy difícil no solo para escribir, sino para el resto de las cosas; estas son las problemáticas que refleja su poesía. 

Tuvo un amor secreto, pero acabó muy mal, así que decidió algo que nadie entendió, pero que le hizo feliz. Se encerraba en su habitacion, usando solo vestidos de color blanco y se dedicaba a escribir, a escribir y a escribir. Lo cual hizo por aproximadamente 15 años y dio un resultado de casi 2.000 de escritos que ella guardaba en sus cajones y cuadernos.  Por medio de este método, Emily obtuvo la grandiosa inspiración de poemas tan famosos como «La esperanza es la cosa con plumas», «¡No soy nadie! ¿Quiénes sois?» «Porque no podía parar por la muerte» entre otros. Así fue como, por medio de su literatura, Emily influyó de una gran manera, y a pesar de que le fuera mal en las relaciones amorosas y no pudiera ejercer la carrera de botánica, esos conocimientos y lecciones previas le ayudaron a tener exitosos escritos. Aunque antes de morir a sus 53 años, habia pedido a su hermana que todos sus escritos fuesen quemados, sus obras fueron publicadas gracias a Lavinia, que recopiló todos los poemas de los cajones y cuadernos. Al día de hoy sus trabajos son reconocidos por todo el mundo, mostrando los frutos de su esfuerzo pues, como ella solía decir: «la buena suerte no es casual, es producto del trabajo; así, la sonrisa de la fortuna tiene que ganarse a pulso».

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