Mi abuela es un milagro
En octubre del 2012, mi abuela Irma, estuvo muchos días enferma de una gripe, que parecía ser normal.
Eran las 10 de la noche, Irma empezó a sentirse muy mal; tuvieron que ir de emergencia al hospital. Al ingresarla empezaron a tratar esa simple gripe; conforme fueron pasando los días veían que no había una mejoría en ella; decidieron informarle a su esposo que no podían tratar esa enfermedad; tenían que llevarla a un hospital de la capital, ya que no sabían qué tenía exactamente. El gran problema consistía en que no tenían los recursos económicos para poder internarla en un hospital de la capital; sin embargo, sin saber cuánto necesitaban pagar decidieron trasladarla.
El 27 de octubre, ella ya se encontraba en el hospital capitalino y los doctores no diagnosticaron qué padecía mi abuela; y toda nuestra familia viendo que ella cada vez se veía más y más enferma. Los días seguían pasando, hasta que a Irma le tuvieron que trasladar al intensivo: le estaba costando respirar. Esto significaba pagar más, porque la tenían que entubar para que tuviera más oxígeno. Pasó 8 días en el intensivo, en coma, con un tubo por la boca hasta sus pulmones.
Los doctores nos decían que ella ya no iba a salir de esta enfermedad, que iba a morir, porque rara vez alguien salía del intensivo. Nosotros no podíamos creer que fuera a morir y nunca perdimos la fe; depositamos todo en las manos de Dios y que él hiciera su milagro. ¡ y así pasó!
Días después, nos dijeron que tenían que hacerle una traqueotomía, porque ella mordía el tubo por el que la alimentaban y por donde pasaba el oxígeno. Le hicieron una abertura del tamaño de una moneda, en el centro del cuello. Para entonces ya había pasado un mes desde que mi abuela se encontraba en ese lugar; a mi abuelo le preocupaban mucho, pero lo que más le preocupaba era si ella iba a salir de ahí. A la semana siguiente, lo llamó el doctor y le informó que mi abuela ya estaba lista para salir del intensivo; sin embargo, tenía que seguir internada; él se alegró y nos contó lo que le habían dicho.
Cada día veía cómo mi abuela se iba recuperando de una manera sobrenatural; eso era gracias al milagro que Dios estaba haciendo en su vida. Los doctores quedaron impresionados cómo ella logró combatir y vencer una enfermedad tan grave: la neumonía neu comunal.
El 12 de diciembre del mismo año, a mi abuela la dieron de alta; pero tenía que ir a la capital cada ocho días, para un control; así lo hizo durante tres meses; así se dieron cuenta de que ella también había tenido una trombosis en la arteria principal del corazón, que nunca había sido diagnosticada. Hasta que finalmente se recuperó.
¡Mi abuela es un milagro!
Autor: Maydi Alejandra Fernández Cardona