Un soleado 9 de noviembre de 1984, a las diez de la mañana, nació Sheeana Castillo. Al convertirse en una joven de personalidad justa y recta, preocupada por exigir sus derechos y los de otras personas, decidió estudiar leyes, pues se veía como una gran y reconocida abogada en un futuro no muy lejano. Su determinación la llevó a noches de estudio en vela, sin fiestas que disfrutaban otros jóvenes; pero era parte de los sacrificios que supuso escoger la carrera de Derecho.

Todo esfuerzo tiene una recompensa, y la suya fue trabajar por el cumplimiento de las leyes en su país. Un día de labores de Sheeana implica tratar con casos familiares, civiles, migratorios y acusatorios. Su principal objetivo, cuenta, es dejar satisfechos a sus clientes al solucionar sus casos de forma oportuna y eficaz.

Recuerda uno de los casos más impactantes que trató: el cliente fue referido por un consorcio de contadores. Él, que ya había sido estafado en varias ocasiones, cansado decidió buscar ayuda rápida y contrató a una persona que le habían recomendado. Un día el cliente vino a la provincia de Chiriquí a comprar unas grúas, que estaban secuestradas, pero él no lo sabía. Contrató a la abogada quien le impidió meterse en un lío mayor, estafado y obligado a pagar la suma de 20 000 dólares.

Pero no solo se trata de asesorar, orientar y representar a sus clientes en asuntos legales, sino también de impulsar el Imperio de la Ley, para que la sociedad obedezca las leyes, ya que en muchos casos la gente las asume a su manera y para su conveniencia.

Ella ha visto muchos casos donde no se implementa la justicia para nada, y lo peor es que hay personas que lo ven y no mueven ni un dedo para impedirlo, como dijo Albert Einstein: «El mundo no será destruido por quienes hacen el mal, sino por aquellos que observan sin hacer nada».

Seguimos viviendo en un mundo donde las personas dicen “eso no es mi asunto”, pero con el tiempo se convertirá en el problema de todos, si no hacemos algo para impedirlo. Porque hoy puede ser otro, pero mañana, tú o yo. Cumplir la ley permite la justa, pacífica y civilizada convivencia entre los seres humanos, y Sheeana hace su mejor esfuerzo por conseguirlo.