El 18 de febrero de 2018 recuerdo ver a mi padre en el borde de mi cama mientras me despertaba. Me miró y con sus ojos llorosos mencionó las palabras: “Ella falleció”. Tengo pocas imágenes de mi infancia, pero a ella la recuerdo muy bien, su nombre era Teresa de Jesús Lara, conocida como Margot y nació el 29 de septiembre de 1950. Era alguien muy cercano a mi familia.

La madre de Margot trabajaba en una casa donde su jefa siempre pasaba tiempo con la niña, hasta que un día dijo que se iría. Cleren, la dueña de la vivienda le pidió que le dejara a la niña, ya que ella pasaba vagando por las calles, y así estaría mejor la pequeña. Entonces, Margot fue adoptada por aquella mujer, y llegó a ganarse su cariño.

Pero nada es color de rosas, Cleren enfermó y al poco tiempo falleció. El padre adoptivo tenía otra familia, y de esa otra relación con su esposa había nacido una hija un año mayor que Margot. Tras la muerte de su amante, decidió llevar a la huérfana a su otro hogar, ya que no podía cuidarla debido a su trabajo. Allá no fue recibida con los brazos abiertos, la nueva madrastra incluso hizo que su hija pensara que la niña era la culpable del abandono y la infidelidad del padre, haciendo que Margot se ganara el odio de su hermanastra.

Cuando iba creciendo, Margot desarrolló un gusto por la costura, el bordado, la pintura y el dibujo. Así nació su deseo de ser modista y llegar a ser muy reconocida, que todos adoraran su trabajo y que al verlo sintieran admiración. Esto la motivó a hacer talleres de confección para personas de bajos recursos, ayudándolas a que siguieran adelante y cumplieran sus sueños.

A los veintidós años quedó embarazada de un hombre que, al enterarse, la dejó. Su padre la echó de la casa y ella quedó devastada, pero encontró fuerzas en su hijo, quería que no le faltara nada. Al ver esta situación, su hermanastra la acogió en su casa, pero no era más que una sirvienta, hacía la limpieza y cuidaba de sus dos sobrinos, su pago era vivir con su pequeño bajo ese techo. Allí crio a los tres niños, que eran muy unidos, no obstante, esa conexión acabó un día. El hijo de Margot contrajo matrimonio e hizo a un lado a su madre y a su familia, influenciado por su esposa.

Margot idealizó a un hijo perfecto y amoroso, pero esto nunca fue así, el joven la rechazó y nunca estuvo para ella, ni en su sufrimiento de muerte.

Aún recuerdo que cuando era pequeña hice muchas cosas con ella, me mostró sus obras y cómo las hacía, también las veces que me sacaba para ir a posadas. Incluso se me viene a la mente lo que no me gustaba de ella: antes de entrar a su casa me preguntaba una tabla de multiplicar, y si la respondía bien podía pintar a su lado. El amor al arte es un gusto que adquirí con ella y lo sigo practicando en su memoria.

Cuando yo tenía ocho años, a ella le comenzó un dolor en el estómago, pero era algo pasajero, o eso pensó, hasta que las molestias se hicieron más fuertes. Su sobrino mayor habló con una doctora, una amiga de su tía, quien le diagnosticó cáncer, pero él no quería que ella supiera para que siguiera siendo fuerte. Le dijo que era una simple bacteria en el intestino y Margot recuperó sus fuerzas; sin embargo, con el tiempo la combatió la enfermedad. Falleció el 18 de febrero de 2018, a sus 72 años.

Su hijo llegó a su entierro, pero ¿para qué? Se notaba que solo estaba ahí por compromiso. Todos los demás, amigos, familiares y gente que ella había ayudado se compadecieron de ver a una mujer tan buena en una tumba con flores blancas.

Parece un final triste, pero no lo es. Margot puedo cumplir su anhelo: hacer que las personas adoraran su arte. Alcaldías, iglesias y gente de otros países han querido tener su trabajo. Las personas que la conocían siguen recordándola al decorar la cuadra donde viven, ya que ella implementó esta tradición como una forma de unión. La gran mayoría siempre pensaremos en esta mujer como alguien que nuca se rindió, que siempre estuvo feliz y, por mi parte, lo haré con admiración y felicidad, ya que me inspiró a querer ser como ella. Esta crónica es un regalo en su memoria.