Los sabores de la abuela

Son las cuatro y media de la mañana y ya Gladys Mendoza empieza su faena diaria para luego dirigirse a su pequeño restaurante. Se empiezan a sentir los olores en la cocina y en el ambiente. Cómo no querer probar los ricos platillos que prepara la abuela. Son muchas las personas que visitan el pequeño restaurante para deleitar el paladar con la rica comida típica panameña. La cocina es un arte y en eso se caracteriza Gladys, sus clientes eran fieles seguidores de su rica sopa de costillas y de pollo. Imagínense que jamás pensó que una de las glorias de nuestro país también dijo que su sopa, era la sopa más deliciosa que había probado en su vida. Algunos presidentes fueron también al restaurante por los deliciosos platos ―como pescado, pollo y, el más importante, el jarrete― que preparaba la abuela. Muy buenos comentarios recibió Gladys por parte de todas las personas que iban al restaurante. Estos comentarios la hicieron sentirse con mucho orgullo por su comida y por todos sus años de aprendizaje como en la vieja escuela, aprendizajes adquiridos de su madre y de sus abuelas.

Fueron muchos años al servicio de la comunidad ofreciendo sus estupendos platos. Ella sentía que era una oportunidad que le daba el destino para brindar trabajo a sus colaboradores. Ofreció la vida para poder sacar a su familia adelante. Su primer restaurante tuvo como nombre Restaurante Itzel, en Changuinola, y tristemente fue en este tiempo, 1991, sucedió el terremoto en la provincia de Bocas del Toro. Durante la catástrofe la señora Gladys ofreció su apoyo a la comunidad brindando su comida a aquellas personas que habían sido afectadas por este terremoto.

Pero no todo fue malo. Luego, en 2015, consiguió abrir un segundo restaurante en la provincia de Chiriquí que se llamaba Saldaña. Este tuvo mucho éxito, sin embargo, tuvo que cerrar su primer local, pues todo cambia cuando el dueño no está cerca del negocio y ella se tuvo que mudarse de lleno a la provincia de Chiriquí.

En el nuevo local estuvo alrededor de tres años. Tanto fue su popularidad en la cocina que le otorgaron un premio en reconocimiento por la exquisita comida y por los años de su ayuda a la comunidad y por todo el servicio que ella ofrecía a su clientela de forma amable. Hoy en día aún hay gente que si la ve le saluda por el primer restaurante y nadie olvidará la exquisita comida que preparaba la abuela.

Sus sabores únicos, su amor y dedicación en la cocina son sus más grandes tesoros.

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