TEXTO CORREGIDO

La señora Angélica, como de costumbre, se encontraba haciendo los quehaceres de la casa. Todo indicaba que sería un sábado sin mayores contratiempos, sin embargo, la rutina tuvo un repentino giro de 180 grados.

Ese día, el hijo mayor, José Luis, que desde hacía un tiempo vivía con ella, producto de haber terminado una relación algo complicada, decidió ocupar la mañana para realizar todas las diligencias pendientes. Una de ellas, y la más importante, era visitar a su hija menor quien vivía en casa de la bisabuela materna, junto a la madre y otros hermanos.

Al llegar al hogar, su gran sorpresa fue encontrar a la pequeña Sol y al resto de sus hermanos en una condición lamentable: los niños estaban solos con la adulta mayor, quien no podía atenderlos debido a su avanzada edad.

José Luis tuvo que tomar la decisión de llevarse a la niña con él y desde ese momento la señora Angélica empezó a desempeñar el rol de madre, ya que su hijo, al no tener experiencia y sentirse inseguro por no saber cómo cuidar a la infante, decidió pedirle ayuda.

Angélica, a los 56 años y con 7 hijos, tuvo que retomar los conocimientos adquiridos años atrás, pues todos sus retoños pasaban ya la mayoría de edad.

Los primeros días fueron de adaptación: preparar biberones y cambiar pañales ya no era parte de su vida. Sin embargo, lo aprendido no se olvida y logró hacerlo nuevamente con todo el amor de siempre.

A medida que pasaban los meses, todo se iba haciendo cada vez más sencillo. La niña, desde pequeña, fue muy cariñosa y pudo adaptarse fácilmente. Angélica contaba con el gran apoyo de su esposo Lucho, siempre responsable y caballeroso, con quien había formado una gran familia. Ella nunca tuvo necesidad de trabajar fuera de las muchas responsabilidades del hogar.

La abuela había acogido a la nieta como su propia hija, no entendía cómo se podía ser tan indiferente con la crianza y protección de un menor, aun a pesar de las leyes existentes en el país. Según la Convención sobre los Derechos del Niño (Asamblea de las Naciones Unidas, 1989), Artículo No. 27, numeral 2: “A los padres u otras personas encargadas del niño les incumbe la responsabilidad primordial de proporcionar, dentro de sus posibilidades y medios económicos, las condiciones de vida necesarias”.

La niñez de Sol transcurrió como la de cualquier otro menor. Los primeros años de escuela fueron difíciles para la abuela. Sol necesitaba otro tipo de atenciones y Angélica no estaba para esos trotes, pero le enseñó a escribir y leer, entre otros aprendizajes.

La dedicación y entrega que tuvo con la nieta fue la misma que, en su momento, le ofreció a sus hijos. Angélica y José Luis eran conscientes de que había que decirle la verdad a Sol, y así lo hicieron.

Angélica es una mujer que inspira. Hoy sigue activa y con el mismo entusiasmo de ayudar al prójimo. Solangel la define como puro amor.