La maravillosa vida de la ‘Profa’
Itzela Betancourt nació el 22 de febrero de 1955. Vivió toda su vida con su progenitora, ya que su papá la abandonó a muy temprana edad. Su madre, Pepita Ruiz Morales, era una niña huérfana quien al crecer se dedicó a trabajar en casas de familias donde planchaba, lavaba, barría y trapeaba.
Itzela estudió en el Liceo de Señoritas y un día se fue al parque y se preguntó: «¿Qué quiero estudiar?». En ese momento pensó en psicología o teatro. Pasaron los años y se formó en el Instituto Nacional, donde descubrió su verdadera vocación cuando un día una profesora llamada Carmen Leticia la llevó a su salón como asistente y ahí la joven estudiante notó que quería ser profesora de Español.
A pesar de las adversidades que ha tenido que afrontar, nunca se rindió. Por el contrario, siguió esforzándose y estudiando para lograr su meta. Para ser una mejor docente, tomó una maestría en Lingüística. También estudió Dramatización Lectora y tiene un certificado de Cooperativismo.
En 1978 dio clases en la escuela Salomón Ponce Aguilera; de allí pasó a la Mariano Prado, en Natá; luego al Instituto Rufo A. Garay, en Colón; y posteriormente llegó al colegio Jerónimo de la Ossa, donde empezó a trabajar desde 1992.
La profesora Itzela Betancourt, ha dedicado más de tres décadas de su vida a la docencia en este plantel. Lo que admiro de ella es su entusiasmo, dinamismo y compromiso, pues a pesar de tener 67 años se mantiene activa siempre.
Ella es un ejemplo para todos y, para mí es la protagonista de un ciclo de inspiración que ha tocado a todos los que hemos tenido la suerte de conocerla. Esto lo digo porque, a pesar de algunos quebrantos de salud, siempre está dispuesta a trabajar con nosotros, nos da muy buenos consejos y nos motiva para que estudiemos, participemos en el círculo de lectura, apreciemos y valoremos el idioma y nos exhorta a participar en concursos de poesía y de oratoria, entre otros.
Creo que el día que la profesora finalmente se acoja a su merecido retiro, nuestro colegio perderá a una gran profesional, una gran mujer y a un gran ser humano; y nosotros, los estudiantes, a una gran amiga.
La Profa, como cariñosamente le llamo, es sin duda una mujer que deja huellas en todos, como lo hizo en mí.