Panamá es un lugar pequeño, pero no tanto como muchos suelen creer. Tiene muchos lugares a los que puedes ir y disfrutar. Hoy voy a contarte acerca de una aventura que tuve con mi familia en mi país.
Todo este drama empezó hace 4 años. Aquel día fui al río con mi familia, fue una reunión agradable, pues estaban casi todos mis familiares, aunque no recuerdo exactamente el lugar, pero era muy lindo.
Soy una persona que le encanta a ir diferentes sitios, soy muy aventurera, característica que me hace buena al momento de experimentar cosas nuevas, pues me parece muy satisfactorio sentir la adrenalina de estar en lugares increíbles.
Bueno, ese día estábamos todos en el agua, algunos gritando o saltando desde distintos lugares. Obviamente, sé que eso es peligroso, pero me encanta tirarme de diferentes lugares y sentir esa emoción de caer, sin pensar en el peligro, y ese día no fue la excepción.
Yo estaba nadando por ahí mientras jugaba con mis primos y mis padres hablaban con mis tíos, los cuales estaban en sus temas, como de costumbre. Uno de mis primos mayores estaba saltando de unas rocas, mis tíos le decían que dejara de saltar así, ya que en cualquier momento se podía lastimar. Pero él como siempre no hacía caso.
Al pasar un rato, salimos a comer y la comida estaba deliciosa; terminamos y queríamos entrar de nuevo al agua, pero nuestros padres nos decían que no podíamos entrar ya que aún teníamos que reposar, por lo menos media hora. Obviamente para unos niños de entre 6 a 13 años, esos 30 minutos fueron una eternidad, hasta que al fin entramos de nuevo al agua y mi primo mayor comenzó a saltar de nuevo por las rocas.
Pasado un rato, nuestros padres nos dijeron que ya nos íbamos, pero nosotros respondimos: “aún no, es muy temprano, una hora más, porfa”, y así fue; de repente nos dimos cuenta de que las rocas del suelo nos empezaban a molestar, lastimaban nuestros pies; lo solucionamos usando chancletas en el agua sin pensar que después de tomar esta decisión algo iba a pasar…
Mi primo entró nuevamente al agua, se tiró desde una gran roca filosa… ¡Oh no!, se resbaló, abriéndose una brecha en su pierna. Quedamos impactados al ver la sangre fluir por su pierna, él estaba asustado y lloraba mientras nosotros no sabíamos qué hacer.
Me pidieron que pusiera mi mano sobre la herida, asustada obedecí y la puse… sentí correr la sangre fría por mi mano, fue algo impactante, que me dio mucho miedo ya que yo le temo a la sangre. De inmediato lo llevaron a una clínica cercana, donde le cosieron la herida. Al llegar a la casa, él estaba muy cansado, ya que se había asustado mucho.
La verdad es que ese día fue emocionante, pero trágico. Actualmente él tiene la cicatriz, pero dice que no se acuerda de eso… yo sí, pues fue algo que me marcó ese día.