Alcanzar el punto más alto del país
Recuerdo perfectamente cuando inició todo: era la 1:35 p. m. y el sol estaba en todo su apogeo. Así fue como nos recibió el Parque Nacional Volcán Barú, sitio que nos regaló un gran día, gracias a su naturaleza y la biodiversidad del ecosistema del bosque nuboso; sobre todo esa variedad de especies animales y vegetales exclusivas de la cordillera compartida por Panamá y Costa Rica.
Caminamos al duodécimo pico más alto de América Central y el único lugar del mundo donde, en los días más claros, se pueden ver los océanos Atlántico y Pacífico en simultaneidad.
Nuestro guía nos contó que esta área protegida ha recibido la mayor cantidad de visitantes en la provincia de Chiriquí durante los últimos años, con un aproximado de diez mil personas por mes. Ahora somos unos de esos turistas y queremos conocer un parque ecológico de gran reconocimiento.
Recorrimos varios senderos en busca del quetzal y otras especies. Exploramos la naturaleza del bosque, el cual nos pareció diferente a otros, ya que se percibe un aire que nunca antes habíamos sentido. Era como si el cielo pudiera respirar y ese sitio fuera el centro de todo el caudal.
Supimos, pues investigamos un poco al comenzar nuestra travesía, que este volcán cuenta con siete cráteres y varias rutas de senderismo que el visitante puede tomar. También nuestro guía nos informó que algunos caminos son bastante desafiantes, mientras que otros son más cortos y accesibles. Sentíamos que estábamos camino al “pueblo de las nubes”.
Camino hacia la cumbre, entre la bella naturaleza, observamos a varios grupos de senderistas de muchas partes del mundo. Nos pareció genial que visiten nuestro país. Todos ellos con sonrisas en su rostro y con evidente ansiedad de comenzar un viaje nuevo.
La subida nos llevó seis horas. Fue una experiencia inolvidable admirar por primera vez lo que significa la madre naturaleza. Allí, con un frío que en mi vida había sentido, descubrí que soy parte de ella.
¿Saben lo que significa tener el paraíso entre sus manos? Esa fue la sensación que nos llevamos al alcanzar la cima, éramos parte de una obra de arte creada a la imagen y semejanza de Dios. Para internalizar lo que ocurre allá arriba, es necesario vivir la experiencia.
Ya de regreso observamos caudalosos ríos como el Chiriquí Viejo, que atraviesa el paisaje agrícola de Boquete, donde se practica rafting o canotaje. Conocimos lugares como el Paso del Respingo, perfecto para la observación de aves como el tucán o para encontrar hermosas orquídeas y helechos. Después de un día de recorridos pudimos tomarnos un aromático café en Boquete.
Cada uno de los caminos que recorrimos llenos de verdor, que irradian alegría, nos llevaron a disfrutar de la naturaleza en su máxima expresión. Por esa razón, si eres de esas personas aventureras como yo, este sitio ecológico es ideal para ti. Ciertamente, el volcán Barú es uno de los lugares predilectos de los campistas y senderistas. No pierdas la oportunidad de conocer personas grandiosas y zonas vírgenes, pues una vez que conectes con ellas no dudarás en regresar.