¡Como todas ellas deseo ser!
La primera persona que se me viene a la mente cuando me preguntan sobre una mujer que me inspira es mi bisabuela Sarín, por ello, les contaré su historia.
Mi bisabuela se casó a los veinte años con mi bisabuelo Carlos. Ellos vivían en Siria y formaron una hermosa familia con cuatro hijos: Guirza y Shella, las mayores; mi abuela Rosi y el varón, Musi.
A pesar de que mi bisabuelo era contador, solo le alcanzaba el dinero para vivir día a día, no había para más. Por si fuera poco, al crearse el Estado de Israel, se desató un inmenso odio hacia los judíos y eso empeoró todo.
La única opción que quedaba para sobrevivir era escaparse de Siria, no había de otra. Suena sencillo, pero en esos tiempos no lo era. Se tuvieron que montar en el primer barco que encontraron, con sus cuatro niños, sin un solo centavo, dejando absolutamente todo atrás. La travesía demoró un mes entero, solo sabían que se dirigían hacia Panamá, donde se encontraban los hermanos de mi bisabuela.
Nueve hermanos tenía Sarín, cinco hombres y cuatro mujeres. Los varones se encargaron de ayudarla y la mandaron a Puerto Armuelles, provincia de Chiriquí, a la tienda de ellos. Así trabajaría, ganaría dinero y estaría en los negocios familiares. No fue nada fácil.
Las hermanas grandes de mi abuela (Rosi, Guirza y Shella), ya estaban en edad de casarse, por lo cual se quedaron a vivir en la ciudad de Panamá con su abuela, mientras que Sarín estaba con el resto de los hijos y su esposo en un pueblito; solo viajaba a la ciudad de vez en cuando para buscar mercancía para la tienda, ya que el viaje tomaba ocho horas y tenía una hija de casi un año llamada Joyce.
Se quedaron en la provincia chiricana hasta que mi abuela Rosi terminó sus estudios. Ella tuvo que asistir a una escuela para monjas, siendo totalmente judía, pues era la única que había. Después, Sarín y su familia se mudaron a la ciudad de Panamá. Esto fue un gran logro, ya que vivir en Puerto Armuelles fue bastante duro. En la capital ya tenían más dinero y podían vivir bien. Luego de eso, todos los hijos de mi bisabuela se casaron y la familia creció más. Cada uno de ellos es más bueno que el otro.
Esta es la historia de cómo mi familia llegó a Panamá y cómo después de no tener nada lo consiguieron todo. Actualmente, siguen siendo judíos religiosos, gracias a la resistencia de mi abuela y a la educación de mi bisabuela.
Estoy muy agradecida con mi bisabuela por mi familia y, sobre todo, por las enseñanzas que nos dejó. Con su gran esfuerzo y perseverancia me demostró que todo es posible y que nunca hay que rendirse, que hay que ver lo bueno de las cosas, ser agradecidos y siempre sonreír. Que no importa de dónde vienes ni cuánto tienes, sino los valores que llevas y que hasta los momentos que parecen llenos de oscuridad tienen su rayito de luz y esperanza.
Gracias a ella, mi abuela es una de las mejores personas que conozco, al igual que mi mamá. Nada me alegra más que tenerlas como mis ejemplos a seguir. ¡Como todas ellas deseo ser! Quiero tener la perseverancia de mi bisabuela, la resistencia de mi abuela y la educación de mi mamá. Estas son las mujeres que realmente admiro y me inspiran a seguir creciendo cada día más.