Isidora, una mujer muy valiente
Mi madre, Isidora Vargas, hace hasta lo imposible. Mediante gran esfuerzo y sacrificio da todo por sus seres queridos. Muchas veces queremos decirle tantas palabras bonitas a esa mujer que nos dio la vida, quien además es responsable, respetuosa, trabaja para darnos qué comer y nos enseña a respetar a los demás; hoy es un buen día para expresarlo.
Isidora es muy atenta con su familia. Desea lo mejor para nosotros. Nos apoya en nuestros estudios, nos aconseja para que nos vaya bien. Siempre nos orienta para que no fracasemos y nos dice que busquemos lo bueno.
Con seguridad nos habla acerca de cómo enfrentarnos en un mundo donde a veces hay tanta maldad. “No hay mujer más feliz que aquella que se sabe valorar. Lo más lindo en la vida es sentirse orgullosa de quién eres, creer en ti, verte al espejo, amarte y saber que has podido con todo”, suele reflexionar sobre su fortaleza.
Para ella, el amor propio es algo bien importante. “Nunca dejarás que alguien te haga creer que vales menos. Creo en ser fuerte cuando todo parece ir mal, que las mujeres felices son las chicas que lucen más bonitas; que mañana es otro día y creo en los milagros”, tiene como mantra.
El tiempo y las experiencias le han enseñado mucho, por lo que se valora más en la actualidad: “No permito que la palabra de otra persona me afecte, no lloro por lo que no vale la pena, descarto la falsedad y no corro detrás de alguien que no quiere estar conmigo. Soy única y extraordinaria”.
Y exhorta: “Puedes lograr todo lo que te propongas, no permitas que nadie lo arruine. Siempre apunta alto, trabaja duro y preocúpate profundamente por lo que crees. Cuando tropieces mantén la fe y cuando te derriben vuelve a levantarte; nunca escuches a quien te diga que no puedes o no debes continuar”.
Suele advertir que el talento nunca es suficiente y que, por lo general, los mejores jugadores son los que más trabajan, por eso hay que esforzarse, recalca.
“No hay límite para nosotras. Como mujeres podemos lograr lo que nos propongamos”, repite en diversas ocasiones. Así me aconseja mi madre Isidora, quien con su optimismo me hace más fuerte. Sé que la experiencia de los años es la que habla. Cada noche, cuando me acuesto, analizo y pienso que es una mujer luchadora. Me contagia para ser una buena persona, positiva, alegre y sonreír cuando hay problemas, pues solo tenemos una vida, entonces debemos disfrutarla.
Además, he aprendido con ella que debemos trazarnos metas, pensar que nada es imposible, aunque parezca difícil lograrlo. En nuestro interior debe haber una fuerza poderosa que nos impulse para llegar a donde hemos soñado.