Dolores que alimentan
Mónica hablaba sobre su infancia, la familia, la comida, las personas… Contaba que la relación con sus padres fue un proceso que requirió mucho entendimiento de parte de ella. Ahora siendo madre reconoce que estar a cargo de una familia no es un trabajo fácil.
A sus diecisiete años sus padres se separaron. Esto le causó un dolor profundo que no pudo acabar de asimilar porque se enfocó instintivamente en cuidar de sus hermanos menores. Su madre salió de un día para otro de su vida.
Recuerda los llantos de sus hermanitos y cómo su corazón se afligía al escucharlos, sin saber qué hacer, qué decir. Entendió que lo mejor era acompañarlos. Tuvo que lidiar con sentimientos que solo pudo identificar con los años, en busca de su libertad.
Un mal poco conocido
Mónica Niño estudió arquitectura en la Universidad de La Salle en Bogotá. En 1998 se casó, tres años después llegó su segundo hijo. Parecía que algo no andaba bien al nacer la criatura, pero creía que la medicina podía resolverlo. Al año los malestares empeoraron.
En su país, Colombia, los motivaron a buscar ayuda fuera de sus fronteras porque allí no existían los medios para tratar una enfermedad que nadie se atrevía a diagnosticar. Salieron en busca de tratamiento a un hospital en Houston (Estados Unidos).
Les dijeron que Sebastián tenía una enfermedad sin cura: síndrome de mielodisplasia asociada a monosomía 7. Esta situación despertó en Mónica una fuerza que no sabía que tenía. Empezó a ver a su hijo sano en su mente y corazón, antes de verlo con sus ojos.
Dos años duró el tormento del monstruo de la muerte hasta que el pequeño se recuperó. Ni los médicos supieron explicarlo.
Un nuevo país
En 2016 Mónica se mudó a Panamá, llena de ilusiones al comenzar otra etapa con su esposo. Para ese tiempo ya tenían tres hijos.
Estaba emocionada en un país que la abrazaba con palmeras, sol radiante y dos mares. Al poco tiempo, un nuevo dolor llegó a su corazón: su madre fue diagnosticada con cáncer de mama, después de haberse recuperado de cáncer de tiroides.
Viajó a Bogotá, donde le preguntó al médico el porqué de esa enfermedad. “Hábitos alimenticios”, respondió él.
Ella había empezado a investigar, porque batallaba con un desorden hormonal. Acudió a seminarios con galenos que además de intentar mitigar síntomas, trataban de descubrir la raíz de las enfermedades.
Una oportunidad para crecer
Ahí comprendió el poder de la buena alimentación, así como los efectos de los malos alimentos. Aunque desde los trece años a Mónica le apasionaba la cocina, no imaginó que las enfermedades podrían ser el impulso para levantar un negocio de comida sana. Así nació Monique Cuisine, el 4 de julio de 2022.
Hoy Mónica inventa, produce y promueve una variedad de productos. Pasa sus días estudiando, cocinando y cuidando de su hogar, para tener los mejores ingredientes curativos, con vitaminas y antioxidantes.
Mientras terminaba de contarme su historia, le pregunté: “¿Qué mensaje darías a los lectores de esta crónica? Ella respondió: “Estar pegada a la fuente, que es Dios, me ha hecho entender que todo lo que vivimos tiene un propósito. Problemas, enfermedades, dificultades y obstáculos son oportunidades para crecer, para sacar lo que hay dentro de ti, dar primero a los tuyos y luego a los demás”. ¡Asentí con mucho orgullo, pues aquella mujer es mi madre!