En una tarde oscura y lluviosa estaba con mi abuela escuchando la radio y el locutor decía que en Estados Unidos despegaba un cohete espacial con una tripulación valiente; pero lo que más me asombró fue cuando mencionó que en ella iba una mujer. En ese momento me pregunté quién habría sido la primera dama en llegar al espacio.
Esta es la historia de una de las féminas más increíbles del mundo, porque para muchos era imposible lo que ella logró, para otros, una hazaña. Se trata de Valentina Tereshkova, la primera en llegar al espacio.
Desde muy pequeña fue una aficionada a las alturas. Trabajaba en una fábrica textil y, pasados los años, cuando ya estaba madurando, sus padres la apoyaron para que hiciera su primer salto en paracaídas. Esa fue la afición que la llevó a incorporarse a la Fuerza Aérea Soviética y ser una cosmonauta. Aunque ha pasado mucho tiempo, Valentina ha sido la única mujer en ir sola al espacio.
En la mañana del 16 de julio de 1963, Valentina, a sus veintiséis años, se puso su traje espacial para inscribirse en la historia. Sus compañeros, deslumbrados, la llamaron Chaika (gaviota en ruso) y la felicitaron. Una vez que estaba todo listo, la acompañaron a la plataforma de despegue y empezó su viaje. Al abandonar la órbita terrestre lo primero que dijo fue: «Veo en el horizonte una raya azul, es la Tierra, ¡qué hermosa!».
Valentina despegó a bordo del Vostok 6, duró 70 horas en el espacio y dio más de 48 vueltas a la Tierra, un logro impresionante. Pero, en el solitario viaje no todo fue fácil, sufrió muchos mareos y jaquecas, lo que nos lleva a pensar en su valor y determinación.
A su regreso ya no era una persona común, sino una leyenda. Fueron muchos los que quedaron impactados con su hazaña.
A finales de los años 70 otras mujeres fueron al espacio y Valentina deseó volar otra vez. Se sometió a varias pruebas y no todo salió como quería, no había superado los exámenes médicos; sin embargo, no todo fueron malas noticias, en este proceso conoció al doctor Yuliy y nació entre ellos tanto cariño y amor que se casaron. Desgraciadamente, el esposo falleció, en 1999.
Luego de estas experiencias, se fue a vivir en una casa pequeña en el campo. Durante las noches de soledad soñaba con su aventura espacial y una vez dijo: “Si tuviera dinero, viajaría otra vez al espacio, aunque sea como turista e incluso volaría a Marte aunque solo fuera con billete de ida”.
Hoy día Valentina es un ejemplo y la reconocemos como una persona que logra lo que se propone. Es fácil hablar de no rendirse y perseverar, pero requiere de mucho valor, como el que tuvo la astronauta rusa.
Esta es la inspiración de las mujeres que siempre siguen adelante con lo que aman y desean, principalmente aquellas que quieren ser astronautas y saben que no es fácil. Valentina es una mujer luchadora que nos deja un hermoso legado: nada es imposible, si te esfuerzas.
Y tú, querido lector, cuando te propongas cumplir esa meta, lo lograrás como lo hizo esta dama, quien nunca perdió la fe, aunque fuera tropezando en su camino, pues eso la iba fortaleciendo. Solo debes tener presente que todo llega en su momento a quien sabe esmerarse y esperar.