Mujer valiente
Mi mamá se llama Ana Cecilia López, apodada Anita. Aunque nació en la ciudad de Panamá, tiene raíces asiáticas gracias a mi abuelo. Ha sido una mujer presente en nuestras vidas, pero sobre todo ha sido valiente.
Cursó la carrera de Medicina en Costa Rica. No creas que estudiar en el exterior fue su primera opción, ya que había ingresado antes en la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá, pero no logró adaptarse a las materias. Intentó luego con Arquitectura y, a pesar de que le fue bien, se retiró. Como es una mujer que no se rinde y que persevera, solicitó una beca para estudiar en el vecino país, y la aceptaron.
Lejos de nuestra tierra conoció a mi papá, Eduardo. Ellos salieron por cinco años y se casaron en 2001. Dos años después nació mi hermano, llamado como mi padre y a quien le decimos Eduardito. Siete años más tarde llegué al mundo yo, María Paula.
Mi mamá es osada ante todas las adversidades de la vida. Les cuento que yo no vivo con mi padre, pues él cometió un acto de infidelidad. A pesar de esta situación, ella vivió con él por casi diez años. Luego pasaron algunos hechos que hicieron de ella una mujer determinada, que decidió separarse de mi papá. Y traigo el tema a este escrito porque muchas mujeres no se atreven a hacer lo mismo por diferentes factores. Mi mamá se llenó de valor y pudo. Para mí, eso fue un logro.
Desde que mi padre se fue del hogar, mi vida no ha sido la más fácil. He tenido bajones y muchos problemas en general, pero ¿sabes quién siempre está ahí para apoyarme?, no es mi padre, sino mi mamá. Ella es alguien que nunca me dejaría colgando en el aire. Cada vez que me siento mal, está para darme ánimos. Es mi sostén.
A mi mamá nunca la llamaría madre. En mi concepto, madre es la que da la vida, mamá es la que cría. Mi mamá me crio y me ha hecho ser la persona que soy ahora.
Anita, como le dicen, por el momento está aprendiendo finanzas, aunque es médico pediatra desde hace quince años y le ha ido muy bien. Lo cierto es que detuvo un poco su carrera para cuidar a mi hermano mayor, ahora de diecinueve años, y a mí que tengo doce. Pero eso no impidió que ella se convirtiera en una gran profesional.
Agradezco a Ana Cecilia López por darme las herramientas para ser una persona civilizada y de buena fe. Mi mamá, teniendo obstáculos en su vida, ha logrado transmitir alegría y determinación por las metas cumplidas. Aunque no tenga la vida de ricos o de lujos, ella es feliz, y si ella lo es, yo aún más.