Eran las 8:32 a. m. y el sol quemaba más que un fósforo. No tenía ganas de nada, así que encendí la televisión y mientras pasaban una publicidad sobre una mujer nadadora, me llamó la atención lo audaz que era, cómo llevaba el control a la hora de estirar sus brazos y hundirlos una vez más para moverse de forma tan rápida. ¡Qué sorprendente era!
Curiosa, le pregunté a mi madre quién era y me respondió:
—Ella es la Sirenita de Oro, por ser una espectacular nadadora ha dejado al país en la cima.
—¡Qué maravilloso! —dije, aún admirada por su gran velocidad a la hora de entrar al agua.
«Ojalá pudiera ser como ella», pensé.
Salí de mi casa, con el sol un poco bajo, mientras los rayos de color naranja acariciaban el hermoso mar, al fondo los barcos pasaban una y otra vez. De repente, encontré a un señor sentado en una banca con un periódico en la mano que, curiosamente, tenía en la portada la foto de aquella nadadora que había visto en la televisión.
— ¿Podría mirar lo que tiene en la mano? —cuestioné estirando mi brazo para agarrar el papel.
El señor asintió y me preguntó:
─ ¿Qué te llamó la atención, querida?
─ Aquella chica me interesó por lo audaz que es y el entusiasmo que transmite ─dije con curiosidad.
Abrí el diario y leí que se trataba de Eileen, quien nació el 31 de marzo de 1981, mujer maravillosa, hermosa e inteligente que desde niña mostró gran entusiasmo por la natación, y quien no solo había ganado medallas en el deporte acuático, sino también el corazón de los panameños.
Y es que desde los cinco años de edad ella comenzó a nadar en la piscina del Club de Montaña, en Panamá y su primer maestro de natación fue José Zamora; pero su verdadera trayectoria en la natación inició a sus siete.
La pequeña, que también tomaba clases de ballet, recibía el amor dulce de sus padres Guadalupe Alemán y Pedro Coparropa. Asistió al Colegio de La Salle, luego de un tiempo estudió en Fort Lauderdale College, Estados Unidos, donde se preparó para los Juegos Olímpicos de Sidney, Australia.
La Federación Panameña de Natación considera que Eileen fue una de las mujeres más rápidas del continente y una de las primeras quince del mundo en el agua. Una de sus hazañas es que fue la primera nadadora panameña en obtener dos medallas de oro en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, realizados en Venezuela, en 1998. Además, en el evento de 2002, en El Salvador, marcó un nuevo récord en los 50 metros libres con un tiempo de 25,68 segundos.
Ella ha dejado al país en alto y por ello le han rendido homenajes, la piscina ubicada en la Ciudad Deportiva Irving Saladino lleva su nombre.
Eileen Coparropa es una inspiración por su destacado trabajo en la natación, por lo que sin dudarlo me dije: «De verdad, quiero ser como ella».